Las guerras ya no se ganan ni se pierden; lo que se gana o se pierde es el dinero que generan

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Para estudiar los planes europeos de rearme, a Kaja Kallas no se le ha ocurrido otra cosa que invitar a “expertos” estadounidenses para hablar delante de una comisión del Parlamento. El 26 de junio le tocó al turno a Kaija Schilde, de la Universidad de Boston.

La académica les explicó a los diputados que la mentalidad de arsenal púbico es perjudicial y propuso empezar cambiando la legislación europea para permitir que el sector privado invierta en un negocio seguro. Hay que poner el acento en la financiación privada de la guerra y el rearme.

La propuesta es eliminar los obstáculos de la Directiva de Contratación Pública de Defensa de 2009. Bastaría con una interpretación creativa: cambiar lo que se entiende por “defensa”, por subvención o por adjudicación pública.

También hay que cambiar los “criterios de Maastricht”, que han lastrado los presupuestos públicos durante años. Se han “suspendido“ durante cuatro años para poder gastar a manos llenas. El siguiente paso es la eliminación total, con el consiguiente enfado de los países del norte de Europa, a quienes no les gustan los déficits, porque al final son ellos los que tienen que rescatar a los deudores.

Hasta ahora los países europeos, especialmente España, falsificaban los presupuestos para esconder los gastos militares en otras partidas para que el derroche no pareciera tan abundantes. Pero ahora el freno se ha roto y hay que alcanzar el 5 por cien, por lo que el truco contable cambia: tienen que hacer pasar gastos civiles, como las infraestructuras, por gastos militares para que los jefes de la OTAN no se enfaden.

La otra propuesta es acabar con el localismo en beneficio de la centralización en Bruselas. Es el caso del programa Edip (European Defence Industrial Program), aprobado en setiembre de 2022, para lograr que el 65 por cien de los sistemas europeos estén integrados por componentes europeos. Son normas absurdas, de cara a la galería, porque las empresas militares europeas, como la alemana Rheinmetall, no lo son o fabrican en cooperación con grupos estadounidenses.

Dinero, dinero y más dinero

De los 800.000 millones anunciados para el plan RearmEurope, 650.000 millones deben proceder de los gobiernos. Además, Europa está lanzando el programa SAFE, con un presupuesto de 150.000 millones de euros entre 2025 y 2030.

Las políticas verdes se han acabado y las de apoyo a las regiones europeas más deprimidas también. Todo para la guerra. La preparación del próximo marco financiero europeo, posterior a 2028, va a reforzar este principio en beneficio de la industria de guerra.

También hay otros fondos europeos que contribuyen a la financiación del armamento, como el Fondo Europeo de Defensa (FED) o el Programa Horizon (I+D civil), que acabará fagocitado por la industria de guerra para transferir tecnologías civiles a equipos de defensa.

El Banco Europeo de Inversiones también participa. Ya han liberado un tramo inicial de 3.000 millones de euros y han firmado el primer acuerdo de colaboración con bancos europeos, como Deutsche Bank, para redistribuir los préstamos por un importe de 500 millones de euros destinados a financiar a empresas europeas. Se espera que el holding BPCE reciba una primera dotación de 300 millones de euros.

Estados Unidos controla todo el proceso. Los programas europeos son auditados a un alto coste por empresas estadounidenses, sujetas a la legislación estadounidense. Estas mismas empresas también asesoran a la burocracia europea, en particular, a la DG DeFi de la Comisión Europea (Directorio General para la Industria Defensa y el Espacio).

Otro programa es el Fondo Europeo de Paz, creado con el pretexto de modernizar a los ejércitos europeos que han donado sus armanentos obsoletos a Ucrania, donde la guerra ha vaciado de chatarra los viejos arsenales. Las armas suministradas se están reemplazando por equivalentes más modernas. Por ejemplo, los europeos pagaron por tanques coreanos y aviones estadounidenses de Polonia, lo que resultó en unas pérdidas de aproximadamente 3.000 millones de euros para la industria europea.

En materia de armas Estados Unidos siempre sale ganando.

Un banco para la guerra: DSR

A pesar de su cuantía, el derroche de dinero no va a ser suficiente y los fondos privados afilan sus guadañas para engullir el gran bocado del rearme. La creación del Banco de Defensa, Seguridad y Resiliencia (DSR) es un instrumento financiero estratégico.

Los países europeos tienen dificultades para mantener un gasto de defensa -siquiera mínimo- debido al endeudamiento, los elevados costes de financiación y las limitaciones presupuestarias. El Banco DSR pretende aliviar la presión proporcionando un mecanismo de financiación sostenible y cooperativo que facilite las inversiones a largo plazo en armamento.

Al mismo tiempo, este pintoresco banco, que esta misma semana ha fichado a otros dos directivos con experiencia en chanchullos, favorecerá la presentación de unas cuentas públicas más aseadas, despejadas de ingentes deudas.

Por lo demás, los 27 Estados de la Unión Europea sólo asumen responsabilidades; las elecciones se toman en Bruselas y la ruta es hacia el sector privado. Se acabaron los arsenales y dentro de poco se acabarán también los ejércitos tal y como los hemos conocido hasta ahora. Las guerras ya no se ganan ni se pierden; lo que se gana o se pierde es el dinero que generan.

Fuente: mpr21.info

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