Juan Luis Corbacho (Unidad y Lucha).— La sobreexplotación en trabajos vacacionales es el culmen de la explotación capitalista y no está lejos de todo lo que es sobreexplotación de los trabajos temporales (en el sector agrícola se conoce bien). Pero la sobreexplotación en trabajos vacacionales se lleva la palma en todos los sectores donde se produce, siendo la hostelería la que al estar absolutamente ligada a las vacaciones, el sector más afectado. Solo la hostelería, NO, porque la hostelería tiene muchas vertientes y muchas actividades auxiliares: repartidores a domicilio, catering, alquileres de vehículos, actividades deportivas o pseudo deportivas, lúdicas (espectáculos miles, donde la mano de obra auxiliar trabaja a destajo, muchas veces sin contrato, sin ninguna garantía y hasta sin tener papeles), etc. Todas, sufren esa sobreexplotación vacacional.
Y no entraremos en quienes sin pertenecer a estos sectores “cubren” con contratos de sustitución, interinidad o temporales por circunstancias de la producción a las y los trabajadores que disfrutan vacaciones. Cuando no, no se cubre la plaza, cargando de trabajo extra a los compañeros que no salen de vacaciones. “Todo sea por el sacrosanto beneficio de la empresa”, que al fin y al cabo “las vacaciones están sobrevaloradas” (Feijoo dixit)
Las consecuencias para los trabajadores son terribles: Precariedad extrema con salarios bajos (a menudo en negro para horas extras), salarios robados en forma de descuentos ilegales por «alojamiento» (ej.: California, donde temporeros agrícolas pagan $300/mes por barracones insalubres). Aunque, la pequeña burguesía y los fondos buitres han convertido el alquiler en un artículo de lujo imposible, así que la recompensa del trabajo, el salario, vuelve a las mismas manos. Sin derecho a paro (muchos no acumulan suficiente cotización), dificultad para sindicalizarse (miedo a no ser recontratados), accidentes laborales no registrados (construcción) o acoso sexual normalizado (camareras); contratos «en fraude de ley» donde los “pobres empresarios” fingen estacionalidad para no dar fijos (ej.: bares que abren todo el año pero contratan como temporada).
¿Por qué no se elimina esta precariedad?
Porque el estado capitalista legisla para la clase dominante. Como dijera Marx, “el gobierno es el consejo de administración de la clase dominante”. Ya no se trata solo que los lobbies que representan a las hoteleras o a las asociaciones agrícolas, presionen al gobierno, es que el gobierno legisla para ellos.
Alternativas posibles
Con independencia de las medidas que dentro del sistema capitalista consiga la clase obrera, directamente o por medio de sindicatos, no hay otra alternativa que el cambio de sistema. El capitalismo vive de la explotación obrera, de la apropiación de la plusvalía, y, a medida que la tasa tendencial de ganancias disminuye, aumenta la explotación. En la situación actual de imperialismo, donde se manifiestan las contradicciones del capitalismo como sistema, no hay parches para salvar el sistema, la única alternativa es acabar con el sistema.
A nivel sindical y dentro del sistema se podrían conseguir mejoras, mejoras que con el tiempo desaparecerán o serán absorbidas, apropiándose de nuevo el capital de la plusvalía del trabajo, así, los contratos fijos discontinuos, que venían aplicándose desde hace bastantes años, se plantean ahora como salvación, cuando ni antes ni ahora las empresas lo van a cumplir, dado que las Inspecciones sólo alcanzan al 1% de las empresas hosteleras anualmente.
Conclusión
Estos empleos son el espejo de la desigualdad global del imperialismo como fase final del capitalismo, donde las élites financieras han repartido las funciones de los distintos países, “desindustrializando a los del Sur y convirtiéndolos en los servidores de los del norte”: migrantes (que aquí sí hay muchos, tanto internos, como externos) sirviendo cócteles a ricos mientras duermen en habitaciones compartidas.
La solución la tiene el pueblo, porque solo el pueblo organizado salva al pueblo.