En sus palabras ante el plenario en la reunión de cancilleres previa al 80 periodo de sesiones de la Asamblea General, el también viceprimer ministro italiano rechazó cualquier iniciativa que busque el desplazamiento de la población de su país.
Otros países como Francia fueron más claros y reconocieron a Palestina como Estado, un gesto calificado por expertos como insuficiente pero necesario.
Mientras eso ocurría en Naciones Unidas, decenas de miles de trabajadores italianos realizaron una huelga en protesta contra el genocidio sionista en la Franja de Gaza y exigieron a su gobierno reconocer a Palestina como Estado.
La movilización nació de una convocatoria de la Unión de Sindicatos de Base (USB) y fue multitudinaria.
Esa organización aseguró que hubo 100 mil manifestantes aquí y 50 mil en Milán, mientras el ministro de Transporte, Matteo Salvini, afirmó en una entrevista radial que solo el siete por ciento de los trabajadores adhirieron al paro.
La primer ministra, Giorgia Meloni, rechazó las protestas y compartió un video en el que se observaban aparentes disturbios durante las manifestaciones.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Tajani, declaró que no se puede ayudar a la población civil palestina con violencia, ataques a las fuerzas del orden ni bloqueos de carreteras, estaciones y puertos.
Lo cierto es que el ejecutivo italiano, alineado con la política del presidente de Estados Unidos, Donal Trump, rechazó el genocidio, pero no reconoció a Palestina como Estado; en tanto desestimó y rechazó las demandas de los manifestantes que en varios puntos del país exigieron lo mismo que el canciller Tajani en el plenario de la ONU.
Tal dicotomía convierte al tema palestino en un teatro retórico y a la ONU, tras décadas de resoluciones incumplidas, en una instancia incapaz de imponer la solución de dos Estados, como demanda la mayoría de la comunidad internacional.