El poder adquisitivo del salario mínimo en Argentina alcanzó en agosto su nivel más bajo en 24 años, equiparándose a la crisis de 2001, según el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La contracción real del poder de compra fue del 32 por ciento desde noviembre de 2023, acumulando esa caída durante la gestión del presidente Javier Milei.
Este desplome se inició tras la devaluación de diciembre de 2023, con una reducción del 15 por ciento en el salario mínimo real, seguida de una baja del 17 por ciento en enero de 2024, en un contexto donde la desocupación continúa en aumento. La contracción del mercado laboral formal también es notable. El reporte de EDIL señala que en junio de 2025 se perdieron 12.200 puestos en el sector asalariado privado, aunque el sector público sumó 7.800 nuevos empleos.
Considerando el conjunto de la ocupación formal (público, privado y casas particulares), la pérdida neta en junio fue de 4.100 puestos. Por su parte, un informe del Centro de Economía Política de Argentina en Salta reveló que esa provincia perdió más de 5.500 empleos registrados en 19 meses de la Administración Milei, lo que representa un descenso del 4.3 por ciento en el empleo privado formal.
En septiembre la subida del dólar, la pérdida de valor de los bonos y un riesgo país que alcanzó su máximo anual, reflejando una creciente desconfianza en el rumbo económico del Gobierno de Javier Milei. La situación obligó al Banco Central a intervenir por primera vez en meses, vendiendo reservas en un intento por contener la crisis. Sin embargo, esta intervención generó el efecto contrario: los inversores interpretaron la medida como una señal de reservas limitadas y optaron por vender sus activos argentinos, profundizando la inestabilidad.
Ver en DailymotionA esta presión económica se sumó la situación política, ya que el Congreso votó en contra de decisiones clave del presidente Milei, especialmente en áreas como salud y educación. Estos reveses legislativos proyectaron la imagen de un gobierno con un apoyo político debilitado, lo que complica significativamente la aprobación de sus planes a futuro y añade una capa de incertidumbre al ya volátil panorama financiero y social del país.