Kike Parra (Unidad y Lucha).— La mayoría de analistas de los medios de comunicación, alternativos o tradicionales, coinciden en señalar que la debacle de la economía alemana está íntimamente relacionada con las sanciones impuestas a Rusia, que han impedido la llegada del gas barato ruso a eso que todos se han empeñado en llamar «la locomotora alemana» y que ahora se ha convertido en una “locomotora gripada”. El hecho cierto es que, si atendemos a los datos macroeconómicos de los últimos meses, el PIB de Alemania se contrajo en 2023 (-0,3%) y de nuevo en 2024 (-0,2%).
Algunas cuestiones a considerar que están en la base de esa contracción podrían ser:
- El volumen de comercio entre Alemania y Rusia se ha desplomado: desde 2021 hasta 2024, las importaciones alemanas procedentes de Rusia cayeron un 95 %, y las exportaciones a este mismo país, disminuyeron un 72 %.1
- Alemania detuvo por completo las importaciones de gas por oleoducto desde Rusia en 2022, y las importaciones de petróleo crudo también cayeron a cero en 2023.
- La subida de los precios de la energía afectó causando al menos 100.000 millones de euros en pérdidas, equivalentes al 2,5 – 4 % del PIB alemán.2
Estos datos verifican una ruptura con la dependencia histórica por la que Alemania obtenía el 55% de su gas, el 35% de su petróleo y el 50 % de su carbón de Rusia y coinciden con el aumento de la inflación que en 2022 llegó a superar el 10%.
Sin duda, todos estas cifras ayudan a entender la incidencia que la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania ha tenido en este proceso de pérdida de competitividad en toda Europa, pero con más intensidad en Alemania, sobre todo en sectores como la química, la metalúrgica y la fabricación de vidrio y cerámica.
Siendo todo eso cierto, es dialécticamente incompleto, en el sentido de que es el fenómeno más obvio, más visible y por tanto, más superficial el que se utiliza para explicar esta realidad; a saber, que las razones geopolíticas son las causantes del desastre alemán, cuando en esencia es al revés.
Detrás de esta relación, innegable, debemos entender que Alemania se ha caracterizado por tener una economía altamente industrializada y competitiva. Sobre la base del milagro económico alemán (Wirtschaftswunder) se encuentra el Plan Marshall y la necesidad de crear un estado con la suficiente fortaleza para confrontar con la URSS y servir de contención al comunismo. Tras la derrota del socialismo europeo, Alemania, sobre todo a raíz de la unificación, crece y se consolida como potencia económica europea. En el fondo de este crecimiento está el neoliberalismo que incrementa la tasa de ganancia y empobrece a los trabajadores.
Es tras la crisis de 2008 y la Gran Recesión cuando «Occidente» empieza a ser consciente del fin de su etapa. No solo está en crisis el papel hegemónico de Estados Unidos y por consiguiente del resto de lo que históricamente han formado el capitalismo central, sino la esencia misma de su sistema productivo. El capitalismo da síntomas de agotamiento crónico. La tasa de ganancia es incapaz de remontar, a pesar de la Cuarta Revolución Industrial, o precisamente por ella.
El modelo productivo de Alemania, a pesar de todo, salió rápidamente de esta «crisis», con un crecimiento del 4,1 % en 2010, pero fue una ilusión. La misma ilusión que escondía una realidad: el sistema productivo ha vivido de prestado desde el 2008 y solo el «atrezzo» de una política monetaria expansiva nos ha permitido llegar hasta aquí.
La superioridad de la economía china, planificada y socialista, ha manifestado la obsolescencia de un modo de organizar la producción que no puede competir con lo nuevo. Esta es la realidad que está forzando el fin del viejo orden y la violencia contra la nueva realidad multipolar.
«De aquellos polvos estos lodos» o «de aquellos lodos, estos barros»; cuestión de dialéctica.
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1 https://www.reuters.com/world/china/germanys-imports-russia-fall-by-95-since-start-ukraine-war-2025-06-11/
2 https://defense.info/global-dynamics/2025/08/russian-geopolitical-challenges-economic-relations-with-germany/


