Petro: TLC con Estados Unidos está «suspendido de facto»

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El presidente colombiano convocó a no temer a la libertad y prometió una respuesta inteligente y coordinada para defender el trabajo nacional y la vida humana. Convocó a Consejo de Ministros para la tarde de hoy lunes.

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«La verdad os hará libres, decía Martí y hoy se sinceran las relaciones con EE.UU.», finaliza el posteo de Petro publicado en medio de una escalada entre Bogotá y Washington. Foto:. Presidencia Colombia

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, declaró este 20 de octubre de 2025 que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos se encuentra “suspendido de facto” por una “decisión unilateral del gobierno estadounidense”.

El pronunciamiento, realizado a través de la red social X (antes Twitter), manifiesta que la imposición de aranceles del 10% por parte de la administración de Donald Trump viola las cláusulas del acuerdo y deja nulas las preferencias arancelarias que regían la relación bilateral.

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“Están rotas unilateralmente por EEUU, no por nosotros y nos dejan libres, que no nos asuste ser libres, tenemos todo el mundo por delante, trabajemos por recorrerlo, entenderlo y seducirlo. Los colombianos y colombianas sabemos cómo hacerlo”, proclamó el mandatario, en un mensaje que puede ser interpretada como un anticipo de medidas tendientes a profundizar la ruptura del tratado.

Las expresiones de Petro llegan en medio una escalada de tensiones que incluyó el llamado a consultas del embajador colombiano en Washington, Daniel García-Peña, tras una serie de insultos y amenazas públicas de Trump contra Petro. El presidente estadounidense llegó a acusar, sin presentar pruebas, al líder colombiano de estar vinculado al narcotráfico y amenazó con usar la fuerza para erradicar cultivos ilícitos, suspendiendo además la ayuda antidrogas a Colombia.

Petro, por su parte, ha repudiado enérgicamente las operaciones militares estadounidenses en el Caribe que resultaron en la muerte de decenas de personas, entre ellos pescadores colombianos. “Explíqueme por qué ayudó a asesinar un humilde pescador colombiano”, le espetó en una réplica anterior, cargando contra lo que describe como la hipocresía de una política que, bajo el pretexto antidrogas, busca controlar los recursos de la región.

Consejo de Ministros

En su comunicado, Petro no se limitó a informar sobre una medida comercial. Construyó un relato de emancipación. Al citar la frase de Trump de que Colombia está “fuera de control”, el presidente respondió con ironía y firmeza: “Es cierto. El único control real sobre una democracia, no lo ejercen extranjeros que odian migrantes y odian a los latinoamericanos; lo ejerce el propio pueblo. Trump no controla a Colombia, obedece solo al pueblo colombiano y latinoamericano, si quiere”.

En ese sentido, Petro señaló que en la jornada de este lunes repasará «las medidas que tomaremos, con la canciller, la vicepresidenta, el embajador nuestro en EE.UU., la ministra de Comercio y de Agricultura, la encargada del Programa de Sustitución de Cultivos Ilícitos, el ministro de Defensa, la respuesta colombiana más inteligente a la amenaza irracional».

El mandatario reveló que el Ministerio de Comercio ya tiene preparados decretos que defienden “el trabajo nacional y de la vida de la humanidad”, los cuales aún no ha firmado. Según su posteo, “Consejo de Ministros televisado por canales públicos”, haciendo un llamado explícito a los medios a evitar las “burbujas desinformativas en las regiones”.

El TLC, una promesa fracturada

El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, vigente desde 2012, nació bajo el signo de la controversia y se consolidó como un acuerdo estructuralmente asimétrico. Su implementación, forzada tras una prolongada resistencia del Congreso estadounidense por las violaciones de derechos humanos en Colombia, privilegió desde el inicio los intereses comerciales sobre los derechos laborales.

Lejos de ser un motor de desarrollo equilibrado, el TLC profundizó un modelo extractivista, haciendo que la economía colombiana se hiciera más dependiente de la exportación de commodities como el petróleo y el carbón, cuyos precios volátiles en los mercados internacionales determinaban la suerte de la balanza comercial. Esta dependencia quedó en evidencia cuando el superávit inicial se esfumó, dando paso a un déficit crónico que revelaba la vulnerabilidad del modelo.

Internamente, el tratado actuó como un divisor agudo entre ganadores y perdedores. Mientras conglomerados de agroexportación y algunos sectores industriales accedían al mercado norteamericano, vastos segmentos de la agricultura nacional —como los productores de maíz, arroz, lácteos y avicultura— se vieron expuestos a una competencia desleal con los altamente subsidiados productos estadounidenses.

Esta dinámica no solo generó un grave impacto socioeconómico en el campo colombiano, sino que reforzó una distribución desigual de los beneficios, concentrando las ganancias y socializando las pérdidas. La promesa de un «desarrollo» integral se quebró ante la realidad de una economía más primarizada y desindustrializada.

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