Eliminar la brecha salarial: una reivindicación imprescindible para la clase obrera

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María Murcia (Unidad y Lucha).— La cuestión de la brecha salarial es una de las principales problemáticas que enfrenta la mujer trabajadora, y por ende, toda la clase obrera; no es posible la emancipación del proletariado si queda fuera cualquiera de los sectores que forman parte de él, y no es posible la liberación del individuo si no viene de la de todos y todas.

La eliminación de la brecha salarial es reivindicación fundamental del feminismo de clase, ese que siempre ha existido y que ahora algunos niegan, aunque haya combatido las nociones del feminismo burgués, como la del “techo de cristal”, que pretendían neutralizar las voces de las obreras.

Además de los intentos por parte de las burguesas de no sacar a relucir la verdad del capitalismo, ha habido hasta ahora discursos reaccionarios, a izquierda y derecha del espectro político, que han negado la existencia de una brecha salarial: “Es falso que hombres y mujeres cobren distinto por ejercer el mismo trabajo”, como si no existiera una división sexual del trabajo y como si, además, los cuidados y tareas que históricamente ha asumido la mujer no fueran trabajo.

Como ya apuntó Kollontai a principios del siglo XX, el capitalismo introdujo a la mujer en el mercado laboral sin descargarla del trabajo doméstico, y esta circunstancia es la que desde entonces ha sido una de las principales causas de la brecha salarial.

Uno de los sectores más precarios y peor remunerados es el de la limpieza. No hacen falta datos, solo mirar a nuestro alrededor, pero alrededor del 78% de las personas que trabajan en este sector son mujeres. La misma fuente, CCOO, nos desvela que, pese a ello, la mitad de las limpiadoras tienen un contrato a tiempo parcial, mientras que el 80% de los limpiadores están a tiempo completo. Los motivos los dan ellas mismas: necesitan cuidar a niños o a personas dependientes, ningún hombre de los que trabajan a media jornada expresa esta motivación.

En el sector de la limpieza hay varias responsabilidades. Las relacionadas con maquinaria solo las desempeñan hombres. Estos puestos gozan de pluses, como el de peligrosidad, que no se incluyen en las nóminas de ellas.

Con todos estos datos ya tenemos distintos salarios entre compañeros y compañeras de la misma empresa, probablemente también del mismo centro.

El caso de la limpieza resulta paradigmático para ejemplificar cómo el capital y la superestructura patriarcal mantienen en condiciones de mayor precariedad a las mujeres. A menor salario, menor independencia económica, mayor necesidad de contar con una pareja masculina que aporte mayores ingresos y menor pensión por jubilación en el futuro. El trabajo de los cuidados, fundamental para la sociedad, por supuesto, queda totalmente invisibilizado (lo contrario no sería rentable para el capital).

Y ya que hablamos de pensiones y trabajo no remunerado: el 77% de las pensiones no contributivas en España están destinadas a mujeres. Una pensión no contributiva supone una cuantía máxima de 564,70€ mensuales, lo que implica vivir por debajo del umbral de la pobreza. Estas mujeres nunca han cotizado porque han sido amas de casa, han trabajado dentro del hogar, y en muchas ocasiones, también fuera, a veces en trabajos estacionales, pero siempre sin contrato. La situación de dependencia económica respecto al marido ha marcado todas sus vidas, y al llegar a la jubilación se perpetúa.

Estos ingresos, muy por debajo de la media salarial de los hombres, no solo redundan en una peor calidad de vida (salud, transporte, descanso, etc.) de las mujeres, sino de las personas que están a su cargo. Según el Instituto de las Mujeres, la tasa de riesgo de pobreza de los hogares monoparentales encabezados por mujeres alcanza el 52 %, frente al 25 % de los encabezados por varones.

La socialdemocracia promete liberarnos mientras decide sostener un sistema que nos quiere aplastadas. El capitalismo se nutre de las distintas desigualdades que genera seguir manteniendo sus beneficios, y necesita al patriarcado para evitar una emancipación de la mujer trabajadora, que no sucederá sin una emancipación económica y vital, algo que pasaría, irremediablemente, por la socialización del trabajo doméstico y de los cuidados.

Nada de esto es nuevo, como comunistas, lo tenemos claro; ahora es importante no dejar de nombrarlo, y sobre todo, de lucharlo.

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