Sin llamar mucho la atención, a comienzos de septiembre la Fundación Konrad Adenauer organizó un seminario estratégico confidencial titulado “El futuro de la OTAN”, acompañado de una mesa redonda sobre “Reequilibrio de la OTAN”.
Las conferencias se celebraron en Villa La Collina en Cadenabbia, a orillas del lago de Como, en Italia, que fue la residencia de Adenauer.
Los debates se centraron en el punto clave de todo: la financiación del rearme y la militarización de los miembros europeos de la OTAN y de los Estados miembros de la Unión Europea.
No saben de dónde van a sacar el dinero sin provocar un levantamiento popular de grann calado. Una vez más, se presentó la iniciativa de la City de Londres, el “Banco de la OTAN“ (Banco de Defensa, Seguridad y Resiliencia, DSRB), al que quieren convertir en el principal prestamista militar de los países europeos.
La mayoría de los debates se centraron en el desarrollo de nuevas propuestas para apoyar al ejército ucraniano y desarrollar formas de guerra indirecta contra Rusia, en particular mediante el uso de sistemas de drones.
También estudiaron la cooperación reforzada entre la OTAN y el pacto militar anglosajón (AUKUS) en la región del Indo-Pacífico (IPR). Los asistentes se convencieron a sí mismos de que desarrollar una política militar occidental colectiva en la región del Indopacífico es todavía más difícil que en el escenario europeo.
Los estadounidenses que estuvieron presentes en la reunión “compartieron una interpretación única de la estrategia de seguridad que se está desarrollando y del planteamiento del gobierno Trump hacia la seguridad transatlántica y mundial”.