La Comisión de Resistencia al Muro y a los Asentamientos de Palestina informó que durante octubre se registraron 2.350 ataques israelíes en Cisjordania, perpetrados por fuerzas de ocupación y colonos armados en una escalada sistemática de violaciones.
El presidente del organismo, Moayyad Shaaban, afirmó que estas agresiones reflejan una política deliberada contra el pueblo palestino, sus tierras y propiedades. Según el informe oficial, las fuerzas de ocupación cometieron 1.584 ataques, mientras los colonos ejecutaron 766 agresiones adicionales.
De acuerdo con la Comisión de Resistencia al Muro y a los Asentamientos de Palestina, estas acciones han tenido un grave impacto en la cosecha de olivo y la economía local. En tal sentido, denuncian que más de 15.000 árboles fueron destruidos desde octubre de 2024 en distintas zonas de la Cisjordania ocupada, un hecho que representa un golpe directo a la producción agrícola y al sustento de cientos de familias campesinas.
El informe presentado por el organismo precisa que la tala, quema y arranque de olivos algunos con más de 70 años forma parte de una estrategia sistemática de los colonos israelíes para desalojar comunidades palestinas y apropiarse de sus tierras, especialmente durante la temporada de recolección de aceitunas, una actividad que constituye la principal fuente de ingresos para miles de familias rurales.
Ataques durante la cosecha
Funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) confirmaron el incremento de agresiones físicas y sabotajes durante la actual temporada de cosecha. Según reportes del Oficio de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), los ataques incluyen golpizas, incendios intencionales, destrucción de cultivos, robo de aceitunas y bloqueo de caminos rurales, acciones que en muchos casos se realizan bajo protección del ejército israelí.
En las últimas semanas, agricultores palestinos de las localidades de Nablus, Hebrón y Ramala denunciaron la presencia de grupos armados de colonos que impiden el acceso a los olivares y asedian a las comunidades rurales, en una dinámica que coincide con la expansión de asentamientos ilegales en zonas estratégicas del territorio ocupado.
Las organizaciones locales alertan que el ejército israelí mantiene amplias zonas de Cisjordania bajo cierre militar, restringiendo la movilidad de personas, mercancías y asistencia humanitaria.
En algunos sectores, como el valle del Jordán y las colinas del sur de Hebrón, las fuerzas de ocupación impiden la entrada de maquinaria agrícola y combustible, paralizando las cosechas y agravando la crisis alimentaria.
Bajo esta cobertura militar, los colonos han intensificado la ocupación de tierras palestinas, instalando nuevas infraestructuras y promoviendo expulsiones forzadas de campesinos y pastores, especialmente en las comunidades beduinas que resisten al despojo territorial.
La tala masiva de olivos símbolo cultural y económico del pueblo palestino busca romper el vínculo histórico entre la población y su tierra, al tiempo que favorece la expansión de los asentamientos israelíes declarados ilegales por el derecho internacional.
Para la activista ambiental Mariam Darwish, del Centro Palestino de Estudios Agrarios, “no se trata solo de ataques a los árboles, sino de un ecocidio planificado. Destruir los olivos es destruir la memoria, la identidad y la independencia económica de las comunidades campesinas palestinas”.
La Autoridad Palestina y diversas ONG humanitarias reiteraron su llamado a la ONU y a la Corte Penal Internacional para que investiguen estos crímenes ambientales y las agresiones contra civiles, señalando que constituyen violaciones sistemáticas del derecho internacional humanitario.
Mientras tanto, el gobierno israelí continúa promoviendo proyectos de expansión territorial en Cisjordania, amparado por el silencio de gran parte de la comunidad internacional.
