El teniente general Yasser al-Atta, miembro del Consejo de Soberanía de Sudán y número dos del Ejército nacional, acusó este martes a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de financiar una “guerra racial” en el país africano y de comprar el silencio de las naciones occidentales ante las masacres de civiles cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), grupo paramilitar respaldado por Abu Dabi.
Durante una reunión con periodistas en Omdurmán, al-Atta afirmó que el presidente emiratí Mohammed bin Zayed “ha lanzado una guerra racial contra el pueblo sudanés” al apoyar a las FAR, que desde abril de 2023 combaten contra las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS). “Han lanzado una gran guerra contra el pueblo sudanés. Entraron en las casas de la gente en Jartum y otras ciudades. Saquearon y destruyeron todo: hospitales, electricidad, suministro de agua, todo lo que mantiene viva a la gente”, declaró.
El general denunció que “el mundo ha guardado silencio respecto a todo lo que las FAR han hecho en Sudán”, a pesar de que las redes sociales han documentado sus crímenes. “Este silencio fue comprado con el poder del dinero de los Emiratos Árabes Unidos”, señaló.
Al-Atta criticó especialmente al Reino Unido, ex potencia colonial en Sudán, por su falta de respuesta. Recordó los lazos históricos entre ambos pueblos, pero concluyó que “cada país refleja sus propios intereses”. En 2024, el comercio bilateral entre el Reino Unido y los EAU alcanzó los 24.300 millones de libras, y Abu Dabi es propietario mayoritario del club de fútbol Manchester City.
El general afirmó que, como resultado de la indiferencia internacional, “se importaron mercenarios a nuestro país”, citando la llegada de combatientes colombianos, ucranianos y de Níger, Malí, Chad y Sudán del Sur, transportados por los EAU desde una base aérea en Somalia. También señaló que tras la desaparición del Grupo Wagner, las FAR han reclutado a militantes de Somalilandia.
Al-Atta alertó sobre la extensión de las masacres más allá de la reciente ofensiva en El Fasher (Darfur), donde estima que han muerto 32.000 civiles, en su mayoría por motivos étnicos y raciales. También denunció crímenes en el estado de Al Jazira, como el ataque a la aldea de al-Seriha en octubre de 2024, con 100 muertos, y otro en al-Tekeina, donde más de 50 personas fueron asesinadas.
Las FAR surgieron de las milicias Janjaweed, utilizadas durante el gobierno de Omar al-Bashir para reprimir a comunidades negras en Darfur, en un conflicto catalogado como el primer genocidio del siglo XXI. Actualmente, Estados Unidos y organizaciones de derechos humanos acusan a las FAR de cometer genocidio.
Previo a su encuentro con periodistas, el ejército sudanés los condujo a una base militar transformada en cementerio de vehículos blindados destruidos pertenecientes a las Fuerzas de Defensa de Sudán (FDS), algunos de los cuales, según oficiales, fueron suministrados por los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Estos equipos, afirmaron, llegaron por vía aérea desde Chad o Somalia, o por tierra a través de Libia, y frecuentemente se ocultaban en mezquitas o edificios públicos para evadir ataques aéreos.
El teniente general Yasser al-Atta, alto mando del ejército y miembro del Consejo de Soberanía, señaló que los EAU no buscan únicamente oro, tierras agrícolas o mineras, sino imponer una visión racial excluyente. “El Sudán que ellos ven es un país árabe sin no árabes”, afirmó, y añadió: “Las FDS son solo una herramienta en manos de los Emiratos”.
Al-Atta acusó a Abu Dabi de ser “un enemigo” que ha “dañado o destruido el mundo árabe y toda la región”, citando su injerencia en Siria, Irak, Líbano, Yemen y ahora Sudán. Indicó que varios de esos países intercambian información con el ejército sudanés sobre actividades emiratíes.
El conflicto estalló en abril de 2023 tras el fracaso en la integración de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) —antes Janjaweed— al ejército regular, lo que habría debilitado al líder paramilitar Hemedti y al influjo de los EAU. Al-Atta rechazó la narrativa de que las FAR luchan contra un supuesto “gobierno islamista”, recordando que “acordamos crear un ejército independiente unido, sin ideologías”.
“Fui, miembro del comité directivo superior que identificó y purgó a 132 oficiales islamistas”, declaró, aclarando que también se eliminaron elementos comunistas, baazistas y otros ideológicos tras la caída de Omar al-Bashir en 2019. Denunció que Hemedti ha reclutado a algunos de esos oficiales expulsados, otorgándoles contratos en las FAR.
Con ironía, al-Atta se refirió a las contradicciones de la propaganda enemiga: “Les dicen a los turcos que somos comunistas y a los cataríes que somos extremistas. No sabemos quiénes somos en este momento: comunistas o Hermandad Musulmana”.
Al-Atta estimó que los combatientes de las FAR se redujeron de 100.000 a 23.000, pero advirtió que “cuentan con el apoyo directo de los Emiratos Árabes Unidos”. Aunque el ejército no logró romper el asedio de 550 días a El Fasher, predijo su recuperación en tres meses.
Rechazó cualquier acuerdo de paz que “dé cabida a los Emiratos Árabes Unidos” y descartó la mediación del asesor estadounidense Massad Boulos, cuyas negociaciones en Washington fracasaron antes de la caída de El Fasher. Criticó que los EAU, como parte del grupo Quad, obstaculizaron el debate sobre la ofensiva en esa ciudad.
Para futuras negociaciones, exigió: entrega de armas de las FAR, su reclusión en campamentos fuera de ciudades, corredores humanitarios seguros, el retiro inmediato de mercenarios mediante aviones emiratíes y justicia para todos los responsables de crímenes de guerra, incluidos miembros del propio ejército sudanés.


