La alianza espacial con China abre la puerta a Venezuela para avanzar hacia la soberanía tecnológica, según un experto

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Recientemente, Venezuela fue sede del primer Congreso Internacional Espacial 'Un Futuro Compartido', evento donde se anunció su participación formal en uno de los planes más complejos de la exploración interplanetaria: la misión china Tianwen-3, que pretende traer a la Tierra las primeras muestras del suelo marciano alrededor de 2030

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© Foto : Ministerio para la Ciencia y Tecnología de Venezuela

José Negrón Valera (Sputnik).— Este compromiso se enmarca en una cooperación bilateral, cuyos frutos ya son cuantificables. De acuerdo con la Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE), en los últimos 18 años, la alianza con China ha permitido el lanzamiento de tres satélites venezolanos: el VENESAT-1 (2008), el VRSS-1 Miranda (2012) y el VRSS-2 Sucre (2017).

Esta colaboración internacional se ha traducido en palabras de la ministra para la Ciencia y Tecnología de Venezuela, Gabriela Jiménez, en la formación de más de «2.000 científicos en el área aeroespacial», señalando además que el país cuenta con «un registro de 65.000 investigadores activos» en diversas áreas tecnológicas.

Para comprender el impacto concreto de esta colaboración, Sputnik conversó con John Beens, profesor universitario y coordinador del Centro Venezolano de Estudios sobre China, quien analizó los beneficios científicos, la formación de talento y las implicaciones geopolíticas de esta incursión venezolana en la frontera espacial.

Repercusiones más allá del simbolismo

Acerca de los beneficios concretos que reporta para Venezuela su participación en la misión Tianwen-3, Beens señaló que el principal aporte es «el fortalecimiento del espacio para la investigación, así como lo relacionado con la innovación y el desarrollo científico».

Según el experto, este es un «pilar fundamental de la transformación de la ciencia y la tecnología en aras de la transformación de la sociedad venezolana».

Más allá de lo abstracto, Beens destacó un aporte tecnológico específico y tangible: un detector de rayos cósmicos

Este instrumento científico, cuyo desarrollo ya fue declarado, tiene un objetivo preciso dentro de la misión: medir los niveles de radiación en el planeta rojo.

«Con ello entenderemos cómo preservar a esas futuras tripulaciones, o esas misiones tripuladas, que podrían intentar amartizar allá», detalló.

Transferencia de conocimiento

Uno de los ejes centrales de esta cooperación es la capacitación del talento local. Beens despejó cualquier duda sobre la existencia de programas específicos para la formación de especialistas venezolanos.

«En lo que va a ser nuestra participación en la misión Tianwen-3, se habla de aproximadamente 11 científicos que ya están en China, culminando su formación para el desarrollo de este detector de rayos cósmicos», afirmó.

Esta inmersión directa en los centros de desarrollo chinos es parte de una estrategia más amplia. «Adicionalmente, a eso, en la ABAE y el Estado venezolano está enviando personal científico para culminar su formación (…) o actualizarse en referencia a todo lo que tiene que ver con el ecosistema científico, tecnológico e innovación», agregó.

Se trata de una transferencia de conocimiento sur-sur que busca internalizar capacidades de alto nivel.

Para Beens, el concepto de soberanía tecnológica es indisociable de estos proyectos aeroespaciales. «Mientras dependamos del uso de patentes, de desarrollo tecnológico, de lo que se denomina el Occidente o la anglósfera, estaremos atados a esa [relación]», argumentó. La clave para romper ese ciclo, según el experto, radica en el desarrollo de programas propios.

En este camino, señaló al programa espacial chino como la referencia más inspiradora para Venezuela. «Surgido en los años 50 del siglo XX (…) es un proyecto que se desarrolló sin el apoyo (…) EEUU, desde lo endógeno».

Beens recalcó que esta es «la referencia más importante que podría tener Venezuela en el desarrollo no solo de su programa espacial, sino de todo su programa científico y tecnológico».

El objetivo último, subrayó, es que estos avances se traduzcan en soluciones para la sociedad, que repercutan positivamente en su calidad de vida.

El factor geopolítico

Beens no duda que el contexto geopolítico influye en las labores de Venezuela para alcanzar la soberanía tecnológica.

«El poder desarrollar un sistema científico y tecnológico propio sin la interferencia de las patentes (…) es un problema para un país como EEUU», afirmó.

«En nuestro caso, como país petrolero, que nuestra ciencia y nuestra tecnología pueda fomentar el uso de tecnología propia para la explotación del [crudo], significa que ya no se le tendría que pagar más nunca ni un centavo más a ninguna de estas grandes petroleras anglosajonas».

Esta dinámica, lejos de aislar a Venezuela, la empuja hacia alianzas alternativas, según el especialista. La colaboración espacial con China, por lo tanto, es un componente clave en una estrategia de soberanía más amplia.

«Ese fortalecimiento, que podamos desarrollar esas cooperaciones estratégicas y laterales con China, serían un factor que nos ayudaría en lo económico y, sobre todo, en la soberanía tecnocientífica, que nos permita dar un gran salto cuántico».

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