
Oscar Sánchez Serra (Granma)
2 DE SEPTIEMBRE DE 1966
«Al pueblo de Vietnam estamos dispuestos a darle no ya nuestro azúcar, sino nuestra sangre, ¡que vale mucho más que el azúcar! Y eso lo sabe perfectamente bien el pueblo de Vietnam y la dirección del heroico Partido Comunista de Vietnam».
Esas palabras del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, iban a cimentar, hasta hoy y para siempre, la relación entre las dos naciones.
3 DE JUNIO DE 1969
Fidel, a propósito de la visita del compañero Tran Buu Kiem, representante del Frente Nacional de Liberación del Sur, profundizó en las razones de aquella frase: «¿Acaso hay algún otro pueblo en toda la historia del mundo que haya dado una prueba semejante de vocación de libertad?».
2 DE SEPTIEMBRE DE 2025
«Si el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz aseguró, en los difíciles momentos que vivía nuestro país, que por Vietnam Cuba estaba dispuesta a dar hasta su propia sangre, nosotros tenemos que decir hoy, en los momentos difíciles que atraviesa Cuba, que por Cuba estamos dispuestos a dar todo nuestro esfuerzo, toda nuestra solidaridad.
«Nuestras empresas tienen que tomar acciones; porque con todo su conocimiento, con toda su sabiduría, pueden ayudar a los cubanos en estos momentos difíciles. Tenemos que hacerlo, y, si lo hacemos, tenemos que tener resultados».
Así dijo el primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh, a representantes del empresariado de su país, en un encuentro incluido en la agenda de la última visita a la hermana tierra de Ho Chi Minh del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Allí Pham Minh Chinh pidió a los empresarios que asumieran la situación en que está la Isla hoy, como la misma que vivía Vietnam hace 40 años, antes del proceso de Renovación (Doi Moi).
«Cuba contribuyó mucho a que Vietnam fuera un país mejor, y eso siempre lo vamos a agradecer. Y es por eso que nuestros empresarios tienen que pensar y tomar acciones para ayudar a Cuba, como si lo estuvieran haciendo para ayudar a su propia patria», aseguró.
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Son esos sentimientos, la firmeza, el coraje, la sensibilidad y el altruismo de sus pueblos los que mantienen y fortalecen las relaciones entre Cuba y Vietnam, que hoy llegan a 65 años.
Ellas se levantan como el mismo sol que Ho Chi Minh le dijo al compañero Raúl que nunca se pone para la Revolución, y con la misma luz que prefirió José Martí para morir de cara a ella. Son, en medio de este convulso mundo de guerras y de injusticias, paradigma de cómo los pueblos de nuestro hostigado planeta pueden amarse y unirse por un futuro mejor.
En fecha tan temprana de la Revolución Cubana, como noviembre de 1960, Fidel le indicó al Comandante Ernesto Guevara, quien encabezaba una visita a la URSS, que el viceministro de Relaciones Exteriores, Héctor Rodríguez Llompart, viajara a Hanói para establecer las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
El 2 de diciembre de ese año, el Viceministro cubano y su homólogo vietnamita, Hoang Van Loi, rubricaron en la capital del país indochino el documento que las dejaba oficialmente establecidas. Esa firma convertía a Cuba en el primer país del hemisferio occidental que plasmaba su relación con ese heroico pueblo.
A la Mayor de las Antillas y a Vietnam las unen sus épicas historias, sus próceres y un caudal de mágicas coincidencias que hacen más bella su imperecedera amistad.
Están estrechamente enlazadas por sus luchas contra el colonialismo y luego frente el imperio estadounidense; por la bravura y la inteligencia de sus hijos en el campo de batalla; por su sólida convicción de victoria, por la entrega total al bienestar de sus hijos y por la construcción del socialismo, como base de justicia social.
Por eso el Jefe de la Revolución Cubana, cuando explicó el ejemplo que significaba Vietnam para los pueblos del mundo, dijo que «los vietnamitas nos recuerdan la historia de nuestro país. Los vietnamitas nos recuerdan a nuestros mambises luchando también solos durante diez años, durante casi 30 años por su independencia; combatiendo contra un ejército técnicamente bien armado en aquella época con machetes, con fusiles casi desprovistos de municiones. Los vietnamitas nos recuerdan lo más entrañable, lo más querido de este país: nos recuerdan a todos los que han luchado, a todos los que han caído, a todos los que se han sacrificado por nuestra patria».
Pasan esas convergencias por la raíz misma de lo que hoy son los valores patrios de las dos geografías. José Martí y el Tío Ho no coincidieron en el tiempo; cuando el cubano cayó en combate, hacía solo cinco años –justamente el mismo día– nacía el líder indochino. Pero son los referentes de la independencia de sus patrias, y guías en estos tiempos difíciles.
Son los ejes de esa sincronía que nos imanta, porque también fueron almas gemelas. Construyeron las bases de sus gestas independentistas con el mismo guion, lo hicieron desde el exilio primero, fundaron ambos un periódico, Juventud –el primero de orientación revolucionaria– el prócer asiático, y Patria el caribeño. Esos medios antecedieron y perfilaron la creación de los Partidos, el Comunista de Vietnam y el Revolucionario Cubano.
Sufrieron la cárcel, y desde sus encierros le regalaron a la literatura Presidio Político, Martí, y Diario de la Cárcel, Ho Chi Minh. Sus obras libertarias trascendieron las fronteras patrias, porque el Apóstol de la Independencia de Cuba advirtió que con ella se impediría a tiempo que se extendiera por las Antillas los Estados Unidos y cayeran, «con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América», y el arquitecto del Vietnam que conocemos hoy, siempre pensó y actuó por una Indochina libre de yugos.
Savia como esa nutre la hermosa amistad entre los dos países, y hace brotar gestos como la iniciativa vietnamita del programa 65 años de solidaridad Vietnam-Cuba que volcó a la sociedad de la entrañable tierra de los anamitas, como nos la enseñó Martí, a ayudar a Cuba.
En 65 días del proyecto, según informó a Vietnam+ el vicepresidente y secretario general de la Cruz Roja de esa nación, Nguyen Hai Anh, se recaudaron 22,3 millones para la isla antillana.
No es el monto lo realmente significativo, sino que, como dijo el embajador cubano en Hanói, Rogelio Polanco Fuentes, «algunos de los gestos más conmovedores provinieron de niños vietnamitas, que donaron sus pequeños ahorros y enviaron cartas y dibujos para sus amigos en Cuba, lo que ha tocado profundamente a los cubanos».
Tan excelsa prueba de amor, de desprendimiento, es la esencia de las relaciones entre Vietnam y Cuba, expresadas en lo más profundo de sus sentimientos.
Esa amistad también está signada por esos puntos convergentes que la historia guarda para las nobles causas. Hoy conmemoramos los 65 años de ese eterno abrazo, el mismo día que recordamos la llegada del yate Granma a las costas de la Patria de Martí, en 1956.
En la pequeña nave venía la gran obra que habían escrito los que cayeron por la independencia. Con Fidel al frente, desembarcaba la misión de ser libres o mártires, de darle a Cuba su verdadera independencia. Este otro paralelo hizo que, cuatro diciembres después, Vietnam y Cuba se encontraran para siempre.

FIDEL, EL ÚNICO LÍDER EXTRANJERO EN VIETNAM DEL SUR
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fue el primer y único líder extranjero que visitó la zona liberada en el sur de Vietnam, del 12 al 17 de septiembre de 1973.
Ante el intento de la dirección vietnamita de persuadirlo de su intención de visitar un área plagada de minas, bajo asedio del enemigo y con la amenaza de un ciclón, según narra el colega de nuestro diario, José Llamos Camejo en su libro, Un guerrillero antillano en el paralelo 17, Fidel respondió: «Si no voy al sur, mi visita no tiene sentido».
Raúl y Ho Chi Minh
El presidente Osvaldo Dorticós y Raúl Castro Ruz, entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, llegaron el 29 de octubre de 1966 a Vietnam. Allí el General de Ejército valoró como un momento significativo de aquella visita su encuentro con el legendario y excepcional revolucionario Ho Chi Minh.
Expresó, entonces, que el prócer vietnamita afirmó: «Solamente quiero decir que entre Cuba y Vietnam hay tanta distancia que cuando uno duerme el otro está despierto. Antiguamente se decía del imperio inglés que el Sol nunca se ponía para la bandera inglesa. Pero ahora hay que decir que el Sol nunca se pone para la bandera de la Revolución. Es decir, que nuestros países geográficamente son antípodas, pero hay una identificación completa en lo moral».






