«Ha quedado claro que las medidas coercitivas unilaterales están causando graves daños a quienes las inician. Tan solo las restricciones antirrusas costarán a la economía europea hasta 1.6 billones de euros en pérdidas entre 2022 y 2025», enfatizó el canciller Lavrov. Según el comunicado, Rusia ha resistido una presión económica sin precedentes y ha logrado mantener su resiliencia, asegurando un crecimiento continuo a pesar del cerco occidental.
La Cancillería rusa señaló en su sitio oficial que las sanciones obstaculizan la formación de un orden mundial justo y multipolar, al tiempo que actúan como herramienta de las políticas neocoloniales del «Occidente colectivo», cuyo objetivo es mantener su dominio global e impedir el desarrollo de los países del Sur Global.
El viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Alexánder Grushkó, precisó que las pérdidas acumuladas por la Unión Europea (UE) tras interrumpir su cooperación energética y comercial con Rusia superan el billón de euros —equivalentes a más de 1.1 billones de dólares—. Detalló que el comercio bilateral descendió de 417.000 millones de euros en 2013 a apenas 60.000 millones en 2023 y ahora «prácticamente tiende a cero».
Grushkó advirtió que esta ruptura ha deteriorado la competitividad europea: el gas natural en la UE se cotiza entre cuatro y cinco veces más caro que en Estados Unidos, mientras que la electricidad cuesta hasta tres veces más. «Este es el precio que Europa tiene que pagar por cortar todo tipo de contactos económicos con Rusia», afirmó.
Con anterioridad, el presidente ruso Vladímir Putin subrayó que la soberanía económica es clave para el desarrollo nacional y cuestionó la autonomía del bloque europeo: «La Unión Europea no tiene soberanía en lo absoluto». Medios como The National Interest destacaron que la economía alemana fue «destrozada» por las sanciones, mientras que el canciller húngaro, Péter Szijjártó, denunció que las restricciones a los hidrocarburos rusos socavan la estabilidad energética del continente.


