Oni Acosta Llerena (Granma).— La música cubana, a pesar de los vaivenes del mercado y de la industria a nivel internacional, ha experimentado un año de mucha creatividad, aunque no exento de dificultades.
A pesar del cerco económico provocado por el bloqueo estadounidense, valiosas producciones discográficas salieron durante 2025, tanto en formato físico como en espacios digitales, formando parte del inagotable abanico de géneros cubanos.
Un disco homenaje al querido cantautor Angelito Quintero –quien falleció en 2024– editado por el sello Bis Music y conformado por diversos trovadores, matizó un periodo de robustez en nuestras disqueras, las cuales no dejaron de concretar proyectos.
Dicha casa discográfica pudo presentar, además, diversos fonogramas, como Jazzeando a lo cubano (Hermanos Abreu), Seductor (Juan C. Marín, El trombón de Santa Amalia), e Internacional (Roniel Alfonso y Son del XXI).
La Egrem, por su parte, y en colaboración con Colibrí y El Cerrito Records apostaba por Olokun, disco con música del pianista Roberto Fonseca y con la interpretación del quenista cubano-argentino Rodrigo Sosa, el cual obtuvo el Gran Premio Cubadisco de este año.
Por supuesto que la lista es mucho más extensa, pero ¿por qué hacer referencia al hecho discográfico en Cuba? Es muy significativo, toda vez que muestra una dirección inequívoca el que se potencie desde la industria, si no a todos, al menos a una gran variedad de proyectos que singularizan nuestro ecosistema musical, a pesar de la infinidad de obstáculos que rodean al hecho artístico cubano.
Por razones logísticas, así como la imposibilidad de acceder a mercados y plataformas en condiciones normales –y muy usadas en los predios actuales– tales como Tik Tok o Spotify, nuestros músicos no pueden percibir dinero por visualizaciones ni subir contenidos desde Cuba con una navegación que exponga su ubicación, por lo que deben recurrir a enrevesados mecanismos para tales fines.
Este 2025 despedimos físicamente a músicos como Julio Noroña, Edesio Alejandro, Eduardo Sosa, Paulito fg y Enrique Álvarez, quienes se hallaban en fértiles estados creativos y proyectos, y constituyen sensibles pérdidas para la cultura.
En el año que culmina, también se han consolidado festivales y espacios dedicados a diversos géneros, como Cubadisco, Jazz Plaza, Puchísimo Jazz, el MatamoroSon y Longina.
En el ámbito de la música de concierto, se celebró con mucho éxito la Semana de Música Sacra, así como el Encuentro Nacional de Orquestas Sinfónicas, con un resultado prometedor entre colegas de todo el país; y el nacimiento de la Red de Orquestas Sinfónicas y de Cámara de Cuba, un resultado nacido del anhelo de grandes maestros y de la necesidad de aglutinar a estos protagonistas.
En la música coral el país tuvo presencia internacional gracias al Coro de Cámara Entrevoces, Vocal Leo y Vocal Luna, quienes participaron en conciertos y festivales en Colombia y España con gran aceptación de público y crítica. En el ámbito nacional, el evento Santa Clara Canta se sigue consolidando como uno de los mas prestigiosos del país, gracias en gran medida al tesón del maestro Maykel Iglesias, el cual fue elegido recientemente como secretario general del Programa para el desarrollo coral cubano; y, además, coordinador ejecutivo del Festival Internacional Corhabana.
Otro acontecimiento importante para la música cubana fue el Premio Nacional de Enseñanza Artística otorgado al prestigioso compositor y pedagogo Juan Piñera, quien recibió también, junto a la trovadora Marta Campos, la condición Alma AHS, que por primera vez confiere la Asociación Hermanos Saíz.
A su vez, esa organización entregó el Premio Maestro de Juventudes a varios músicos, como el compositor Roberto Valera, el violinista Rafael Lay y el cantautor Amaury Pérez.
Y, sin duda, uno de los momentos más relevantes de este año fue el concierto ofrecido por Silvio Rodríguez en la escalinata de la Universidad de La Habana como preámbulo a su gira latinoamericana. Fue ese un evento de gran simbolismo y clamor por lo mejor de la obra de Silvio para quienes, aun hoy, seguimos creyendo en las utopías.
