Para una línea revolucionaria que se precie, en el actual contexto bélico internacional, es un objetivo político de primer orden contribuir a identificar a Rusia como diana/víctima (con China) del viejo campo imperialista occidental decadente, al tiempo que se nos impone poner en valor su resistencia como una esperanza para los pueblos. Una resistencia que proviene, sin duda, del poder militar heredado de la construcción socialista. Y una esperanza para los pueblos, en el sentido de que esa Rusia que se opone a la depredación otanista -que utiliza al régimen de Kiev surgido del golpe del Maidán y de los crímenes en el Donbás- es un dique contra la inevitable tendencia a la barbarie que desarrolla el Occidente colectivo imperialista provocador de tantas guerras y exterminios coloniales. Que es un dique, ya lo estamos viendo en los vaivenes de locura del bocazas de Washington y en cómo está afectando a su sagrada unidad con la Unión Europea. A ese campo de la barbarie imperioccidental, desde este lado del «jardincito europeo», pertenece nuestro gobierno, que llega a utilizar en gran medida sus postureos críticos a Israel para ganarnos en su miserable agresividad contra Rusia y el «amigo de ultraderechistas» de Putin. Pues bien, estos de Sumar se convierten en la quinta columna dentro de los marcos populares en los que nos movemos. No son objetivamente el peor problema, pero sí nuestro particular peor problema, dado que son con los que tenemos que compartir calle y «progresismo». Y dada también nuestra propia y persistente debilidad de inserción… y de organización.
https://www.infobae.com/america/agencias/2025/08/16/sumar-califica-de-fiasco-la-reunion-entre-estados-unidos-y-rusia-ni-de-putin-ni-de-trump-vendra-la-paz/
