Julio Díaz (Unidad y Lucha).— Llevamos semanas en la que no paran de sucederse las voces que, desde las más diversas opciones políticas y sociales, sitúan su propuesta para la superación del genocidio en Gaza, este hecho hace necesario ir colocando negro sobre blanco también la que definimos desde el campo comunista.
Una posición que, más allá de marcar la que entendemos como la única opción viable para la superación definitiva del conflicto, debe orientar también la actuación de masas de la militancia comunista a dos años del 7 de octubre de 2023.
Es un genocidio.
En tiempos en los que, además de desentrañar la apariencia de todas las circunstancias socialmente determinantes, muchas veces también es necesario explicar lo evidente, al menos en relación al genocidio que perpetra la entidad colonial sionista en Palestina, pareciera que se abre paso lo que , más allá de diversas valoraciones, es una realidad inapelable; un hecho objetivo e incuestionable. Las cifras, los hechos y las declaraciones de sus autores y cómplices hacen de la evidencia una realidad incontestable. A las cosas por su nombre, excepto el Borbón jefe que habla de “crisis humanitaria”, es genocidio tal y como lo definen desde 1948 las normas de derecho (maltrecho) internacional.
Ya no es solo la opinión pública mundial, sino la consideración y la posición política que expresan diversos representantes políticos en cada vez más países, con una repercusión mediática y política que está suponiendo un paso cuantitativo y cualitativo en cuanto a las movilizaciones populares de solidaridad con el pueblo palestino. Ya no pueden negar ni ocultar con propaganda que se está produciendo un genocidio. Ni aunque los sionistas financien a Meta, Google&cia con millones de dólares para enmascarar la realidad y vendernos que las imágenes de hambruna y limpieza étnica no suceden.
¿Un avance? Sin duda, pues respecto a la posición mantenida hasta ahora por muchos de ellos –especialmente del campo de la socialdemocracia y el reformismo- que tenían vetada la palabra genocidio y se limitaban a “exhortar a las partes a detener la violencia”, la sola mención del término genocidio marca un antes y un después, ético y político, respecto a las víctimas y los verdugos.
¿Suficiente? No.
¿Por qué? Un genocidio no se detiene con declaraciones y propuestas de sanciones que, además, nunca llegan a la ruptura total de relaciones diplomáticas, comerciales, militares, académicas, científicas…con el régimen de ocupación denominado “estado de Israel” y se limitan a aspectos menores de los vínculos consolidados entre los diversos estados y la criminal entidad sionista.
La urgencia de parar lo que, sin duda, es el mayor genocidio desde los campos de concentración nazis, exige un apoyo explicito a las víctimas en su legítimo derecho a la defensa. Sin ese reconocimiento se sostiene la equidistancia entre las partes y, consecuentemente, se condena al exterminio al pueblo que padece la violencia de la criminal maquinaria de guerra imperialista. El único derecho vigente y amparado hasta por la ineficaz carta de derechos humanos es el del pueblo palestino a la resistencia frente al ocupante y colonizador. Resistencia en todas sus formas y por todos los medios mientras persista la ocupación.
Sin una consideración del pueblo palestino como el único actor capaz de enfrentar y detener el genocidio, todas las proclamas en el sentido de condenar la evidencia de un genocidio que es innegable, se limita al vano intento de limpiar la conciencia de quienes, a pesar de todo, defienden la legitimidad y el derecho a existir de la entidad genocida
¿Hubiera sido defendible la condena del levantamiento del Gueto de Varsovia? ¿y la legitimación del III Reich condenando solo al Führer y su gobierno?
Esa es la limitación inaceptable de la posición de quienes, al margen de la condena puntual del genocidio en Gaza, no solo no muestran su apoyo a la Resistencia; al derecho de los pueblos a defenderse con todos los recursos a su alcance, sino que se proclaman como los principales actores para la superación del conflicto, negándoselo al pueblo palestino.
¡Todas sus proclamas, supuran por los cuatro costados un insoportable hedor de supremacismo colonial y eurocéntrico!
Concluyendo: es necesario valorar en su justa medida todas las declaraciones que en el sentido de condenar el genocidio se realizan, pero, además de vigilar la literalidad de lo que se legisla para sancionar a la entidad colonial sionista[1] y no dejarse engañar con la palabrería hueca de la politiquería burguesa, no se puede caer en el error de considerar este hecho como la meta de la lucha de los pueblos y subsumirse a su discurso en pro de una falsa unidad para detener las matanzas de “civiles”.
Sin duda la prioridad es parar el genocidio, pero la responsabilidad que corresponde desarrollar desde posiciones internacionalistas consecuentes, es transmitir a las grandes masas del pueblo que se movilizan por Palestina, es que solo con la Victoria final del pueblo palestino, con el apoyo del Eje de la Resistencia, sobre la entidad colonial sionista, es posible detener el genocidio.
No hay medias tintas por dos razones que es imposible ocultar:
– La realidad demostrará que no hay espacio para la convivencia entre un pueblo sometido y los colonos que les niegan su derecho a existir. ¿Acaso se le ofreció una parte de Argelia a los colonos franceses para formar su estado?
– La entidad sionista no limita sus aspiraciones territoriales a las fronteras de la Palestina histórica. Como vanguardia de un imperialismo que lucha por superar la crisis general del capitalismo y el cuestionamiento de su hegemonía global, mediante la guerra y el control total de los recursos energéticos y sus vías de transporte, la reivindicación del Gran Israel no es más que una justificación para generalizar la guerra en toda Asía Occidental para conseguir sus objetivos.
Por tanto, rechacemos una vez más situarnos a la cola de la socialdemocracia y abramos las vías para que, mediante una práctica consecuente del internacionalismo proletario, avancen las posiciones políticas de las masas populares que hoy se movilizan a favor de Palestina y no queden constreñidas a las limitadas y contradictorias propuestas que se ofrecen desde los diferentes gobiernos capitalistas.[2]
¡Siempre con la Resistencia!
¡Desde el Río hasta el Mar, Palestina vencerá!
¡Por el Frente Mundial Antiimperialista!
¡Viva el Internacionalismo Proletario!
[1] Carlos Cuerpo, ministro de economía de España, ha aclarado que la prohibición de comerciar armamento con”Israel”, contempla la salvedad del interés para la defensa nacional.
[2] Por el apoyo explicito de la OTAN a la ofensiva militar israelí, resulta una contradicción insalvable pertenecer a esta organización militar y reclamar el fin del genocidio en Palestina.