El pasado 24 de agosto el pueblo moldavo celebró el 81 aniversario de la liberación moldava de la ocupación nazi por parte de la resistencia moldava que había luchado contra el régimen fascista rumano de Antonescu, resistencia antifascista moldava que junto al Ejército Rojo aniquilaron el fascismo e impulsaron la República Socialista Soviética de Moldavia. Homenajes a los soldados soviéticos y a la resistencia moldava se llevaron a cabo por todas las ciudades de la geografía moldava con banderas nacionales y banderas soviéticas como testimonio de la identidad moldava garantizada en la Unión Soviética.
Tras la disolución de la URSS por parte de la emergente oligarquía capitalista, Transnistria se separó de los plutócratas moldavos tras sufrir el acoso constante a la población que se vio sometida a un intento de limpieza étnica.
Los imperialistas yankis y de la UE se pusieron manos a la obra a la hora de su intervencionismo a través de ongs y millones y millones de dólares, teniendo un papel muy relevante la Open Society del magnate Soros y posteriormente el intervencionismo del capital expansionista europeísta francoalemán a través de millones y millones de euros. Sobornaron como auténticas mafias sorosianas a sectores académicos, se apoderaron de medios de comunicación, impusieron un colonialismo cultural por parte del imperialismo norteamericano, todo ello para garantizar el intervencionismo al servicio de las recetas del Fondo Monetario Internacional de recortes sociales y privatizaciones masivas. En realidad, el mismo guion que en Ucrania o en Rumanía cuando los convirtieron en países exportadores de mafias y mendigos por toda Europa. Ucrania ha sido víctima de los planes siniestros de Victoria Nuland, quien promovió el golpe de Estado de Maidan, la prohibición de las organizaciones obreras, sindicales, comunistas y demás consideradas de izquierdas y mientras fomentando a los ucranazis y la rusofobia, llevando al país a una guerra civil para culminar con el declive del régimen imperialista de Zelensky a manos de la lucha antifascista impulsada por los pueblos de Donetsk y Lugansk.
En Moldavia han intentado los imperialistas yankis y de la UE aplicar el plan siniestro que impusieron a Ucrania, esa Ucrania donde son secuestrados los jóvenes en las calles para forzarlos y enrolarlos al frente de guerra, de la guerra auspiciada por la OTAN y el régimen ucranazi que cometió un genocidio en Donbass. En Moldavia han fracasado. La razón se debe a que en Moldavia existe una muy potente resistencia patriótica en defensa de la soberanía y que tiene su explicación histórica como se ha mencionado anteriormente en que la nación moldava emerge a partir de su lucha contra el fascismo rumano y la ocupación nazi y la creación de la RSS de Moldavia. Los anexionistas a la dominación yankifrancoalemana añoran en su patetismo extremo el viejo sometimiento de los moldavos a Rumanía.
El actual régimen de la dominación imperialista yankieuropeista, de la títere Maia Sandu, adiestrada en Yankilandia y por el Banco Mundial experimenta un declive cada vez más acusado. Como botón de muestra: las pasadas elecciones presidenciales y referéndum pro-UE que supuso una debacle para los proimperialistas en el territorio moldavo, un varapalo sin paliativos, tuvieron que recurrir a maniobras fraudulentas de última hora, carente de transparencia y cualquier auditoría independiente, con la manipulación del voto cautivo de la diáspora domesticada para revertir los resultados por unas décimas.
En este contexto la polarización y quiebra política y social de la empobrecida y vapuleada Moldavia supone una crisis económica, política y social donde las luchas obreras y populares tendrán cada vez más relevancia. Recordemos las movilizaciones contra el coste de la vida y las políticas fondomonetaristas del Gobierno sátrapa en 2023 y las protestas posteriores de desobediencia civil. La región de Gagaúzia se declaró en rebeldía. Las elecciones parlamentarias en septiembre suponen una agudización de la crisis del régimen de Maia Sandu pues la plataforma de socialistas, comunistas y soberanistas de Moldavia constituyen un bloque que amenaza la frágil hegemonía imperialista en Moldavia. Solo la lucha de la clase obrera y el Socialismo acabarán con la crisis perenne del fracasado régimen capitalista en Moldavia.
ODENA