
Juan Manuel Olarieta.— El 17 de noviembre la policía francesa detuvo a Anna Novikova, fundadora y vicepresidenta de la asociación SOS Donbas, y a otras tres personas más. Excepto uno de ellos, los detenidos han acabado en la cárcel.
Desde 2014 SOS Donbas denuncia los miles de crímenes cometidos por los nazis ucranianos contra la población civil, castigada por haberse opuesto al Golpe de Estado.
Novikova, de 40 años de edad, nació en Rusia, pero reside en Francia desde 2010. Desde 2022 organiza regularmente manifestaciones en diversas ciudades francesas en solidaridad con la población del Donbass y contra el envío de armas a Ucrania. La manifestación más reciente tuvo lugar en París el 17 de febrero y estuvo dedicada a la memoria de los niños fallecidos durante la guerra.
La asociación se registró legalmente en septiembre de 2022 y su cuenta de Facebook tiene 8.000 seguidores. “Nuestro apoyo va directamente a los pueblos y no a sus gobiernos corruptos y a las milicias nazis de la OTAN”, se lee en sus redes sociales, junto con la “prueba en imágenes” de la existencia de “nazis en Ucrania”.
Es una actividad que merecería ser galardonada, de no ser por la complicidad del gobierno francés con los nazis ucranianos. Las líneas del frente de la guerra entre Occidente y Rusia “se extienden mucho más allá de los campos de batalla de Ucrania”, comenta una web.
Ahora veamos un poco más de cerca la rocambolesca historia que cuentan la policía, los fiscales y los jueces para justificar la represión política.

Como la solidaridad y la lucha contra el fascismo se han convertido en un crimen muy grave en Europa, los sospechosos estaban bajo la vigilancia de la DGSI, el espionaje interior francés, que envió un informe a la fiscalía sobre Novikova a comienzos de este año.
El juez les acusa de “colaboración con una potencia extranjera”, de “obtener información sobre los intereses de la nación para una potencia extranjera”, así como de “asociación ilícita para delinquir”.
La fiscalía de París ha descubierto carteles “prorrusos” pegados en el Arco del Triunfo, lo cual es ya muy grave de por sí. Las imágenes de las cámaras de videovigilancia identificaron a Viacheslav Prudchenko, un ruso de 40 años, miembro de SOS Donbass, como el autor de la pegada de unos carteles que mostraban a un soldado ruso y la consigna “Den las gracias al victorioso soldado soviético”.
Le acusan de “degradación de bienes clasificados o inscritos en reunión para servir a los intereses de una potencia extranjera” y “participación en una asociación de malhechores para delinquir”. Le han metido en prisión preventiva y se enfrenta, al igual que Novikova, a quince años de reclusión por pegar carteles.
La libertad de expresión es un delito grave en Francia y si, además, va en apoyo de la población del Donbas los inquisidores lo reinterpretan como una forma de apoyo a Rusia y, en definitiva, de espionaje. Por eso interviene la DGSI y no la policía municipal, como debería ser el caso.
Ya ven: los espías rusos no se esconden y salen a la calle a pegar carteles como cualquier otro agitador de barrio.
También está implicado un miembro de la Asociación de Cosacos de Francia, Bernard F., acusado de “colaboración con una potencia extranjera” y “participación en una asociación ilícita para delinquir”, delitos castigados con diez años de prisión.
A diferencia de los otros tres, este hombre de 58 años ha evitado la prisión preventiva, pero ha tenido que entregar sus documentos de identidad y debe presentarse una vez a la semana en la comisaría. También le prohíbe cualquier actividad asociativa relacionada con “la política internacional de Francia, la política de Rusia o la ayuda a las personas afectadas por el conflicto armado entre Rusia y Ucrania”, ha comentado la fiscalía.
Pero hay muchas más ficciones entre los inquisidores franceses, típicas de picapleitos, como la de “prestar apoyo a grupos armados”, en referencia a la población del Donbas que se negó a someterse al Golpe de Estado fascista de 2014.

