
Yuris Nórido (CubaSí).— Bajo el mismo sol, en concurso del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, confirma a Ulises Porra como una voz singular dentro del cine hispano contemporáneo. El director asume en solitario un proyecto ambicioso que lo llevó a filmar casi íntegramente en la selva dominicana, enfrentándose a desafíos geográficos y climáticos que terminan convirtiéndose en parte esencial de la narrativa.
El resultado es un film inmersivo y de poderosa carga sensorial, que recupera la época colonial de 1819 para hablar, desde una intimidad vibrante, de tensiones culturales, desigualdades históricas y búsquedas personales que aún resuenan en el presente.
La fotografía y el diseño sonoro construyen un paisaje emocional tan real como la espesura que rodea a los personajes, reforzando la idea que subraya el título: bajo un mismo sol somos iguales, sin importar procedencia, tiempo o condición.
El mayor valor de la película reside en la compleja humanidad de sus tres protagonistas: un heredero español, una tejedora china y un desertor haitiano que, en la turbulencia del Caribe colonial, deben aprender a apoyarse mutuamente para sobrevivir y encontrar un lugar propio.
Porra teje esta convivencia forzada con la sutileza de quien comprende que los vínculos no nacen de la épica, sino de las fragilidades compartidas. Así emerge una familia atípica, unida por carencias afectivas, obligaciones impuestas y heridas que no distinguen etnias ni fronteras.
Bajo el mismo sol no solo reconstruye un momento histórico, sino que interpela al espectador desde la universalidad de sus personajes, recordando que las luchas por pertenecer, sanar y avanzar siguen siendo las mismas, en la colonia o en la contemporaneidad.
Título: Bajo el mismo sol
Países: República Dominicana / España
Dirección: Ulises Porra
Guion y montaje: Ulises Porra
Elenco principal: David Castillo, Valentina Shen Wu, Jean Jean
Género: Drama histórico / Época colonial
La ausencia y la memoria
El documental ecuatoriano Eco de luz irrumpe como una obra de profunda resonancia emocional y estética. Lejos de limitarse a reconstruir un álbum familiar, la película convierte ese gesto íntimo en una exploración mayor sobre los vacíos que deja la ausencia paterna y las formas en que la memoria —fluida, fragmentada, a veces dolorosa— puede abrir espacios de reparación.
Con la antigua cámara de su abuelo como herramienta y símbolo, Misha Vallejo Prut penetra en territorios antes prohibidos para su familia, iluminando secretos y violencias que habían permanecido en sombra. Esa búsqueda personal se vuelve, en pantalla, un espejo colectivo que interpela a la región: un llamado a entender cómo se heredan los silencios y cómo se pueden recomponer.
La trascendencia de Eco de luz radica también en la solidez creativa que sostiene su mirada. Vallejo Prut, fotógrafo documental con una trayectoria ampliamente reconocida en Europa y América, debuta en el largometraje con una propuesta que combina sensibilidad artística y rigor conceptual, mientras que la productora Mayfe Ortega Haboud aporta una perspectiva donde convergen el cine, la antropología visual y el trabajo comunitario.
Esa alianza da como resultado un filme que no solo se distingue por su fuerza estética —donde cada encuadre parece contener una revelación latente— sino también por su capacidad de activar preguntas sobre cómo habitamos la masculinidad hoy.
Al entrelazar memoria, arte y reparación, Eco de luz se afirma como uno de los documentales más significativos del presente latinoamericano, un testimonio que vibra —como las fotografías que lo inspiran— con la potencia de lo que vuelve a mirarse para renacer.
Título: Eco de luz
País: Ecuador
Género: Documental
Dirección: Misha Vallejo Prut
Producción: Mayfe Ortega Haboud


