
Julio Martínez Molina (Granma).— Al ver Nora (Roly Peña, 2025), pienso en las palabras del fallecido realizador cubano Rogelio París sobre su película Patty Candela, de 1976: «Nos planteamos (…) develar las motivaciones ideológicas y morales de ambas partes. Intentamos un acercamiento sicológico de los personajes, de manera que el espectador pueda comparar los rasgos diferentes que condicionan el comportamiento de la contrarrevolución y el de los combatientes de la Seguridad».
Aquel largometraje, cuyo título se formó a partir de la denominación de dos planes (Patty, el de la siniestra CIA) y Candela (el del inconmensurable G–2), articulaba su relato sobre la respuesta nacional a la operación montada por la agencia yanki para asesinar a Raúl Castro Ruz y practicar una autoagresión en la ilegal Base Naval de Guantánamo, denunciada por Ernesto Che Guevara en Punta del Este, Uruguay, en agosto de 1961.
Fue un filme que resaltó la gallardía y el alcance extraordinario de la labor de nuestros héroes del silencio, un tema que tuvo su momento de gloria en el audiovisual cubano para esas fechas.
Tres años más tarde, estrenaron la teleserie En silencio ha tenido que ser (obra cumbre en este apartado), seguida, en 1980, por Julito el pescador, ambas dirigidas por Jesús Cabrera. Se incorporarían luego la cinta Leyenda (Rogelio París, Jorge Fraga, 1981) y otros materiales. En realidad, escasos en términos cuantitativos, si se tiene en cuenta el trigo temático tan vasto para segar en las historias heroicas de la inteligencia cubana.
Cuando apareció La Red Avispa (Olivier Assayas, 2019), me preguntaba en mi reseña cómo una historia tan grande, con un altísimo significado para los cubanos como la de los Cinco Héroes, era parcialmente contada por un director
europeo, sin importar su renombre o buenas intenciones.
Por eso agradezco tanto la irrupción de Nora que, en primer lugar, constituye un acto de retribución moral de nuestro cine a los combatientes que se han infiltrado en las filas enemigas para proteger a su Patria de los malsanos objetivos del agresor.
Los rasgos de ese enemigo –para emplear las palabras de Rogelio París–, se manifiestan aquí mediante el proceder de sujetos sin escrúpulos, que emplean la industria del odio anticubano para hacer carrera o enriquecerse, muchas veces de forma corrupta, empleando a sicarios para el trabajo sucio. Por ejemplo: Rogelio y Canoso, los personajes defendidos –con su eficacia habitual–, por los actores Aramís Delgado y Héctor Noas; o el Pablo que interpreta Reytel Oro, de poderosa presencia escénica; ojalá a este joven le aparezcan pronto nuevos trabajos en la pantalla grande.
Y también se manifiestan, por supuesto, los de los agentes del Minint asignados a la misión mayor de introducirse en las entrañas del monstruo, y salvaguardar a Cuba desde allí: la Nora de Ingrid Lobaina (uno de los varios aciertos interpretativos del filme) o el coronel Francisco, asumido, con carácter, por Carlos Luis González.
Afincado a hechos reales, este drama de espionaje –a la vez thriller político y evocación histórica– no solo destaca por su valioso significado ideológico y por su deseo de afianzar el orgullo patrio, en un momento en el que entre las matrices desarrolladas contra Cuba está justamente despojarnos de este.
El filme –escrito por el todoterreno Amílcar Salatti– también destaca por la conjugación de un acertado rendimiento actoral general con una trama que nunca hace aguas, debido a la observancia de un ritmo muy bien manejado, algo esencial en este tipo de cine.
La música de Magda Rosa Galván y Juan Antonio Leyva supone un respaldo clave a las escenas de tensión, peleas, persecuciones…
Nora es una obra filmada con el 0,01 % de presupuesto del más barato drama de espionaje occidental, pero muy decorosa. Confirmante del talento de Roly Peña para desarrollar temas vinculados a nuestra historia, se guarda riquísima jugada de guion, en envoltorio de regalo envenenado para las huestes del odio: la identidad real del senador compuesto por Patricio Wood, y de su hija, encarnada por Clara García. A buen entendedor…

