Definiendo posiciones

«¿Cómo está, presidente?». Con estas palabras se ha dirigido este jueves el actual vicepresidente de Brasil, Michel Temer, que tras la suspensión de Dilma Rousseff asumirá la jefatura del Estado, al periodista de Radio El Mundo, al que ha confundido con el presidente argentino, Mauricio Macri.

El locutor, por su parte, no ha advertido a Temer de su confusión.

El insólito incidente se ha producido la mañana de este jueves, pocas horas después de que el Senado de Brasil aprobara el inicio del ‘impeachment’ de Dilma Rousseff.

Durante el diálogo, Temer conversó en español con el periodista Jorge García de la emisora El Mundo de Buenos Aires convencido de que estaba hablando con Macri.

De hecho, ha asegurado a su ‘homólogo’ que «quiere visitarlo» a Argentina y que, de ser invitado, lo hará «con mucho gusto».

Asimismo, el vicepresidente brasileño ha informado a su interlocutor que se dirigiría a la nación a las cuatro de la tarde, y que durante su discurso anunciaría a su gabinete.(RT)

Que Michel Temer fuera vicepresidente con Rousseff demuestra que existen alianzas perversas y anti-natura que no deben consentirse. No todo vale para acceder al Gobierno.

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Lluvia de empleos en España

… de una semana. Por eso, entre otras razones, España sigue en deflación ¿Cómo va a haber consumo interno trabajando una semana y después hasta sabe Dios cuándo? Hoy el índice de precios de consumo bajó hasta el -1,1%; sin embargo España sigue «siendo» la «locomotora» que «tira» del carro europeo. ¿Locomotora o Cafetera?

El mercado laboral gallego sigue enfermo. Se duele de, además de una elevada tasa de paro (la encuesta de población activa del primer trimestre la situó en el 18,2 %, lo que se traduce en 227.900 personas desempleadas en la comunidad, 5.200 más que en el trimestre previo), de una evidente precarización en el empleo. Ejemplo de ello es que en Galicia se firman al día una media de más de 100 contratos con una duración inferior a una semana, según las estadísticas oficiales del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), antiguo Inem.

En los primeros cuatro meses del año, de los 87.988 contratos de obra y servicio, es decir, temporales, que se rubricaron en la comunidad, 12.396 tuvieron una duración menor a siete días. Es decir, que se firmaron 102 al día. Además, comparando el período con la misma etapa del año anterior, el número de contratos de duración mínima ha crecido un 5 %, o lo que es lo mismo, se han formalizado entre enero y abril de este año 593 más.

De hecho, desde que estrenamos el 2016 el número de relaciones laborales de escasa duración en Galicia no ha dejado de crecer, al registrarse 2.251 contratos de menos de una semana en enero, más de 3.000 (concretamente 3.094) en febrero, casi 3.500 en marzo y frisando los 3.600 en abril.

Estacionalidad

A las puertas del verano, el momento de mayor intensidad en la creación de empleo, cabe esperar que se incremente el volumen de esta tipología contractual, que se concentra en sectores como la hostelería o la sanidad, al calor de la estacionalidad, como ocurrió el pasado año.

En el 2015, hasta junio se firmaron en la comunidad casi 173.000 contratos de obra y servicio, de los que 26.755 fueron por espacio igual o inferior a siete días. Además, comparados con el 2014, en el que se formalizaron menos de 23.000 con esas características, los de menor duración subieron un 14,3 %.

Los expertos coinciden al señalar que España siempre ha salido de las crisis disparando las contrataciones temporales y de corta duración, algo que explican factores como la reforma laboral, la escasa fiscalización de los abusos por parte de la inspección o los propios sectores en los que se crea empleo, marcados por la estacionalidad y la consecuente rotación.

La evolución de las estadísticas muestra, además, que desde el estallido de la crisis los minicontratos no han dejado de crecer, hasta el punto de registrarse más del doble al cierre del 2015 respecto de los del 2008. Y es que si en el 2008 se firmaron en Galicia 20.635 de menos de una semana, en el 2015 esta modalidad registró más de 46.000.

2012: el impacto de la reforma

Aunque en.tre el 2008 y el 2009 prácticamente no hubo variación, en los años sucesivos el ascenso fue tomando fuerza: 668 más en el 2010 y 833 más interanuales en el 2011. Pero el 2012, el año de la reforma laboral y del rescate al sector financiero, fue el que marcó un salto diferencial al incrementarse en 7.008 los minicontratos respecto al año previo, y pasar de los 22.126 firmados en el 2011 a los cerca de 30.000. Los aumentos interanuales se moderaron en los ejercicios siguientes, con la excepción del 2014, que volvió a batir récords con un aumento de 9.620, que hizo saltar la cifra global de los 33.209 a los casi 43.000 casos.

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El Brexit y la implosión de la Unión Europea

Europa atraviesa un período muy convulso pues la crisis financiera está poniendo todavía más difícil el proceso de construcción europea (imprescindible para que pueda competir como potencia mundial) y el colapso económico que se está haciendo visible en los países periféricos y emergentes, previsiblemente acabará generando la desmembración de la actual Unión Europea y el retorno a escenarios ya olvidados de compartimentos estancos y proteccionismo económico.

Origen de la crisis

Factores exógenos: La política suicida de las principales entidades bancarias mundiales en la concesión de créditos e hipotecas de alto riesgo aparece como detonante de la crisis de las subprime de EEUU, seguida de la aparición de los activos tóxicos, un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras, lo que ha originado la desestabilización económica global y la entrada en recesión de las principales potencias económicas mundiales, dibujándose un escenario a cinco años en el que se podría regresar al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial y posterior finiquito a la globalización económica.

Factores endógenos: Estallido de la burbuja inmobiliaria que ha provocado el hundimiento del castillo de naipes económicos de los países PIIGS (despectiva abreviatura anglosajona que englobaría a España, Portugal, Italia, Irlanda y Grecia). La economía de dichos países se ha basado en el último decenio en la conocida “dieta mediterránea” cuyos ingredientes principales eran el “boom” urbanístico, el turismo y el consumo interno y que creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva y precio desorbitado pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa (2008).

El Brexit y la implosión de la Unión Europea

Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza : “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con diversos colores. Por caos (Khaos o «vacío que ocupa un hueco en la nada») entendemos algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos, con lo que inevitablemente recurrimos al término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que deberán configurar el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando , de lo que sería paradigma la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit) tras el próximo referéndum del mes de Junio.

Así, los conservadores liderados por David Cameron fieles a su política euroescéptica (nula voluntad británica de embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), incluyeron en su programa electoral del 2.015 la convocatoria de un referéndum sobre la salida de la UE con lo que Cameron tranquilizó a las bases más radicales de su partido al tiempo que arrebató la bandera al partido en alza de los euro-escépticos( UKIP) que consideran que el Reino Unido no necesita de Europa ya que podría convertirse en la Singapur de Occidente desde su atalaya financiera de la City londinense al tiempo que metrópolis del comercio de Ultramar al pilotar la nave capitana de una renacida Commonwealt. En consecuencia y en cumplimiento de su promesa electoral, asistiremos el próximo Junio a la celebración del referéndum sobre la posible salida del Reino Unido de la UE (Brexit), no siendo descartable que tras la aparición de Cameron en los “Panama Papers” , Gran Bretaña decida por mayoría simple abandonar las estructuras europeas aunque manteniendo convenios bilaterales, siguiendo la filosofía de Winston Churchill : “Estamos en Europa, pero no en ella”. Cameron asumirá pues un enfoque «activista» en asuntos internacionales forzado por el ninguneo al que es sometido por el Eje Berlín-París en el escenario europeo y al papel de comparsa de EEUU que debe asumir en los conflictos internacionales y con el objetivo inequívoco de que la política exterior sirva de catalizador de los valores de la Gran Bretaña y su pasado imperial, con lo que podríamos asistir al renacimiento de la Commonwealt y a un nuevo conflicto de las Malvinas.

El khaos griego

Según señala Joel Kotkin en la revista Forbes, durante décadas, los países del Norte (Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda , Finlandia y Reino Unido), han compensado las muy bajas tasas de fecundidad y la disminución de la demanda interna con la llegada de inmigrantes y la creación de economías de orientación exportadora altamente productivas y por el contrario, los países periféricos europeos no han desarrollado unas fuertes economías que compensen su desvanecimiento demográfico al basar su economía en la llamada “dieta mediterránea”. Sus ingredientes principales eran el “boom” urbanístico, el turismo y el consumo interno que creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva y precio desorbitado pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa (2008), provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria y el hundimiento del castillo de naipes económicos de los países PIIGS ( despectiva abreviatura anglosajona que englobaría a España, Portugal, Italia, Irlanda, y Grecia) y por mimetismo de Chipre, Malta y Eslovenia.

Las reformas estructurales y fiscales que ha impuesto la Troika a países como Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, Chipre, Malta y Eslovenia para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias son principios genéricos que se han traducido en sucesivas subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes salariales y máxima flexibilidad en el mercado laboral aunado con una sensible pérdida de jirones del primigenio Carta Social Europea (CSE) o Carta de Turín de 1.961. Así,en la cadena Fox News, Peter Morici, economista y profesor de la Universidad de Maryland, dijo que “ la necesidad de una unión fiscal en la zona euro y de que el BCE adopte un papel similar al llevado a cabo por la Reserva Federal de EEUU, no llegarán a tiempo para salvar a los países periféricos y consideró la posibilidad de que “dichos países abandonen el euro para poder así imprimir su propio dinero y resolver sus problemas como lo hizo Estados Unidos a raíz de la crisis financiera».

En el caso griego, la troika que comprenden la UE, el FMI y el BCE llevan tiempo presionando a Grecia con un riguroso programa de privatizaciones debido a su desorbitante Deuda Pública (de 320.000 millones de euros) y ha obligado a implementar reformas estructurales y fiscales para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias (rebajar el IVA situado en la actualidad en el 23%,) se han traducido en subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes de salarios y pensiones de jubilación, flexibilidad en el mercado laboral y brutal pérdida de puestos de trabajo (más de un millón desde el inicio de la crisis). Además, se estima que la deuda pública del país heleno ascenderá hasta el 200 % del producto interior bruto (PIB) en el 2016, existiendo el temor de que podría pasar del default (incumplir sus pagos) a la salida de la Eurozona (medida drástica que contaría con las bendiciones de su principal acreedor, Alemania) , por lo que “cada vez más empresas europeas y estadounidenses se preparan para lo que antes era impensable”, según The New York Times.

¿Finiquito a la actual Unión Europea?

La hipotética exclusión de Grecia de la Eurozona supondría el finiquito de la Eurozona pues el resto de países periféricos (Portugal, España, Irlanda, Malta y Chipre), seguirá inexorablemente el movimiento centrífugo de Grecia y deberán retornar a sus monedas nacionales, sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas y la regresión a niveles de renta propias de la década de los 70 , con el consiguiente efecto demoledor en los mercados bursátiles.

Así, asistiremos a la reconversión de la actual Eurozona en la Europa de los Nueve ( Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia, Dinamarca, Suecia, Luxemburgo y Austria), quedando el resto de países europeos periféricos (Portugal, España, Irlanda, Grecia, Eslovenia, Malta y Chipre), gravitando en sus anillos orbitales y viéndose obligados a retornar a sus monedas nacionales , sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas, regresión a niveles de renta propias de la década de los 70 e inicio del éxodo al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales y rejuvenecimiento de su población.

Por otra parte, el severo retroceso de las exportaciones debido la contracción del consumo interno de la UE por la recesión económica, (los intercambios comerciales entre los Estados miembros de la UE alcanzan el 60% del volumen total de su comercio) y la severa contracción del comercio mundial debido a la crisis de los países emergentes y al estancamiento económico de China, tendrá especial influencia en países tradicionalmente exportadores como Finlandia. Así, Finlandia habría pasado de la utopía del Estado de Bienestar a la entrada en recesión, lastrada por el hundimiento de Nokia y de la industria papelera,(los dos motores del milagro económico finlandés), por lo que se plantea seriamente abandonar el euro y en el 2016 realizará una consulta para abandonar la Eurozona, no siendo descartable que tras su salida proceda a la constitución de una Federación Escandinava integrada por Dinamarca, Noruega, Suecia ,Finlandia y Países Bálticos.

El resto de países del centro y este de Europa, (integrantes de la llamada Europa emergente), sufrirán con especial crudeza los efectos de la tormenta económica al no contar con el paraguas protector del euro y se verán obligados a depreciar sucesivamente sus monedas , aumentar espectacularmente su Deudas externa y sufrir alarmantes problemas de liquidez y asimismo, deberán retornar a economías autárquicas tras sufrir masivas migraciones interiores, al descartar la CE la modificación de las reglas para la adopción del euro en la Unión Europea y así poder acelerar la adhesión de los Estados miembros del centro y este de Europa y deberán proceder a la reapertura de abandonadas minas de carbón y obsoletas centrales nucleares para evitar depender energéticamente de Rusia.

GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista

El «socialismo de mercado» según los revisionistas yugoslavos

«El concepto de «socialismo de mercado», en su forma más completa, fue desarrollado y aplicado en los países donde los revisionistas modernos tomaron el poder para el momento de las pretendidas reformas económicas. Este concepto a servido y continua sirviendo de base a la instauración completa del capitalismo y el progreso regresivo de integración de la Unión Soviética y de los otros países revisionistas en el sistema de la economía capitalista mundial.

Los revisionistas yugoslavos reconocen abiertamente que el rol del mercado en su economía es extremadamente importante, porque, según ellos, este papel en la economía socialista va aumentando. Para ellos en el socialismo:

«El plan es un elemento del mercado, un elemento de la ley del valor». (Voir Economica, n°1, p.8, Prishtina, 1977)

Con el resultado del cual, afirman que en la economía de la autogestión yugoslava que promueven como una economía socialista es una producción de mercancías, una economía de mercado. Y por supuesto, es bien entendido que el mecanismo del mercado en su economía:

«Es utilizado sobre todo como un método de realización de los objetivos del plan». (Voir Economica, n°2, p.179, Prishtina, 1979)

Es por esta razón que admiten que en la economía yugoslava:

«Las organizaciones de trabajadores como productores libres de mercancías desarrollan una actividad económica que produce de manera independiente y en diferentes cantidades, mientras se procede a un libre comercio y libre distribución de bienes y rentas realizadas». (Voir R. Rudovic, A. Angelié, D. Cankovic: L’Economie de la Yougoslavie. Le système économique, p. 6, Prishtina, 1977)

En Yugoslavia el sistema de planificación:

«Une las orientaciones del plan a la iniciativa de los trabajadores, permite realizar conscientemente la división equitativa del fondo social del trabajo mismo en presencia del mecanismo espontáneo del mercado, y esto sobre las bases de la autogestión social como componente esencial de las relaciones de producción en desarrollo». (Voir R. Rudovic, A. Angelié, D. Cankovic: L’Economie de la Yougoslavie. Le système économique, p. 43, Prishtina, 1977)

Estas aserciones y declaraciones sobre el papel y lugar del mercado y de su mecanismo en la economía autogestionada yugoslava son exactas. Esta economía no es de ninguna manera una economía socialista, sino una economía típicamente capitalista bajo un velo de socialismo:

«En Yugoslavia cualquier empresa «autogestionaria» es una organización encerrada en su propia actividad económica, mientras que la política de administración se encuentra en manos de su grupo dirigente que, igual que en cualquier otro país capitalista, manipula los fondos de acumulación, decide respecto a las inversiones, los salarios, los precios y la distribución de la producción». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981) (Priamo Bollano; Crítica a ciertas teorías burguesas y revisionistas sobre el lugar y el papel de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, 1986)

Anotación de Bitácora (M-L):

La descripción de la economía capitalista-revisionista yugoslava demuestra que se cumple la máxima en todos los sistemas económicos capitalistas de países revisionistas. Donde se:

«Da una imagen de una gestión planificada de la economía, mientras que en la práctica las leyes y categorías económicas del capitalismo tienen un campo de acción libre en la producción». (Hysen Xhaja; La descentralización anarquista y la supuesta planificación socialista en la economía capitalista soviética actual, 1989)

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Gobierno de Venezuela se reunió con PNUD para recibir asesoría técnica ante situación eléctrica

La actividad se llevó a cabo en la sede del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMEH), donde el representante salvadoreño del PNUD, Salvador Rivas, sugirió una serie de recomendaciones que podrían contribuir en el desarrollo de próximas reuniones a fin de planificar una estrategia a corto, mediano y largo plazo para abordar el tema de la crisis eléctrica que afecta al país.

Durante la disertación expresó Rivas que Venezuela no es el único Estado que ha experimentado déficit de energía eléctrica, naciones como Brasil y Canadá, también han padecido esa situación.

Al tiempo recordó, que la tierra carioca ha tenido mayor experiencia en solucionar este tipo de problema, ya que ha sido la “nación que ha tenido mayor efectividad al tomar medidas de ahorro energético; si se quiere desarrollar un tipo de cooperación y de trabajo a largo plazo Brasil podría ser un gran aliado”, refirió el representante del PNUD.

Ante la presencia de representantes del Gobierno Bolivariano, el experto hizo mención a algunas campañas de concientización que se han venido implementando en diversos países de América Latina, las cuales han contribuido a la reducción de consumo de electricidad y agua por parte de la población.

La nación caribeña en el 2013 puso en marcha una campaña de concienciación para promover el uso eficiente y racional de la energía eléctrica, con el objetivo de estabilizar el suministro del servicio, hacer frente a la creciente demanda, reducir los niveles de contaminación e impacto ambiental y, principalmente, lograr una nueva visión cultural en torno al uso de la energía.

Sin embargo, a pesar de ello el Gobierno Bolivariano implementó una serie de medidas como reducir el horario laboral de siete a cinco horas en la Administración Pública, a través de un decreto presidencial estableció por cuatro semanas trabajar sólo los días lunes y martes, instituyó a nivel nacional y por cuarenta días un racionamiento eléctrico, producto de la escasez por la que atraviesa los 18 embalses que surten a los más de 30 millones de habitantes.

Cabe destacar, que el evento contó con las intervenciones del presidente del INAMEH, José Gregorio Sottolano, el director general de Conservación de Cuencas Hidrográficas del Ministerio para Ecosocialismo y Aguas, Adrián León, adicionalmente participaron servidores públicos de la Corporación Eléctrica Nacional (CORPOELEC), así como de las carteras para Relaciones Exteriores, Relaciones Interiores, Justicia y Paz.

Finalmente, la ocasión fue propicia para que la máxima autoridad del INAMEH realizara un recorrido junto con la delegación del PNUD, y los representantes del Ejecutivo Nacional, por las instalaciones del instituto, donde mostró la tecnología de punta y el trabajo que a lo largo de siete años vienen realizando el talento humano del ente hidrometeorológico creado en revolución.

No me llames Dolores. Llámame Pepe

Hace apenas una semana dejamos atrás el primero de Mayo y ya está completamente olvidado. Quizá sean las prisas de un mundo condicionado por la inmediatez, sometido a la dictadura de la constante información que se quema antes de siquiera leerla y mucho menos entenderla; o simplemente el devenir de los tiempos.

Una época en la que el día de trabajador deja de ser en exclusiva la festividad del primero de Mayo para dar paso a otras celebraciones más voceadas por los medios, como el muy variable en el calendario día de la madre, la pascua ortodoxa ,o día elegido por grandes superficies para abrir en domingo y festivo. Todo sea para que palidezca la verdadera razón y el motivo por el cual se festeja una fecha imprescindible como únicamente puede ser un día dedicado al trabajador. Las reivindicaciones laborales, el esfuerzo de la clase obrera, la jornada de ocho horas, los derechos obtenidos  que hay que salvaguardar y mejorar, y el recuerdo de la heroica revuelta del Hay Market en Chicago en 1886 , deben primar y ser los protagonistas absolutos de una jornada para la reflexión , la solidaridad y el reconocimiento de la clase trabajadora.

Desgraciadamente no es así, y la política, o en su defecto el frentismo de baja estofa ocupa su lugar. Lo vivimos en Barcelona, con una explotación de la celebración por parte de  los partidos que sólo se explica por estar en período electoral. Como si no podríamos  ver desfilar a Ciudadanos y a ERC desfilar por las calles, con demandas en favor de la clase trabajadora. Dos fuerzas derechistas de intereses encontrados en cuanto a la legalidad y derechos, pero muy alejadas en el ámbito económico de lo que significa  el 1 de Mayo. ERC para ser justos, ha acudido durante esta última década a menos días del trabajador que C’s. Pese a que inexplicablemente es considerada por una gran parte de la sociedad catalana como una fuerza de izquierdas pese a que se sitúa claramente  a la derecha del PSC.ERC es un partido xenófobo de orígenes masónicos, que nunca ha renunciado ni denunciado la violencia dirigida contra la legalidad ni contra los no –nacionalistas. Oriol Junqueras un hombre tan hipocrita como intelectualmente  mediocre y a la postre mezquino encabezó la marcha, nunca mejor dicho dado su privilegiado físico galo-europeo.Una manifestación que año a año va perdiendo capacidad de movilización, y cuyas reivindicaciones tendrían que ser patrimonio de la humanidad, se van apagando. En Cataluña ya han caído usurpados y corrompidos por el etno-separatismo. El mismo que domina a los sindicatos, gracias a generosas y corruptas dádivas que no han dejado de fluir desde el erario público en consonancia con el aumento de banderas cuatribarradas primero y esteladas después, el himno del segadors y la catalanización de nombres de dirigentes. La adscripción al régimen catalanista por parte de los sindicatos de clase mayoritarios es una realidad irrefutable. La vergonzosa dejación de la defensa de los intereses de la clase trabajadora, en su mayor parte castellanohablante en aras del proceso de ingeniería social emprendido por el separatismo, confluye con otros espurios intereses.

Y nadie más indicado para ejemplificar este proceso que el hoy flamante Secretario General de UGT. Cuyo nombre es ahora Pepe Álvarez ,tras asumir el poder del Sindicato después de  una reñida votación, en la que cosechó un mínimo histórico en cuanto a participación. Hasta ese momento el cual coincide con la llegada a Madrid, se ha adueñado de él  un espíritu de campechanía y bonhomía que le ha hecho renunciar de su nombre oficial en la provincia, Josep María Álvarez.  La Cataluña del “seu cor” sólo ha sido un escalón más en su ascenso al poder, en una carrera arribista que más que de libro, es de parodia, dadas las nulas capacidades del personaje al cual nadie jamás ha visto trabajar, ni en su hipotética labor profesional, ni mucho menos en un despacho. Méritos más que el puro medrar y el bailar el agua a quienes pusieran el talonario y las consecuentes directrices sobre la mesa. Es decir la Generalitat y el entramado nacionalista catalanista que domina prácticamente todos los ámbitos de poder y de financiación de la región.

Josep María, perdón, Pepe dejó Asturias a mediados de los setenta. El trabajo y la vida sindical de mineros y marinos, no le pareció, por supuesto plato de su gusto. Ni tampoco  lo periférico ni las costumbres y usos sociales de su tierra, por lo que cogió las maletas, y corto y perezoso como es, vino a Barcelona. La ciudad que en aquellos años era vista o como tal se nos presenta, como un hervidero de actividad desbordante, más abierta y con una vida cultural y económica por delante del resto del país. Los intelectuales izquierdosos del resto del país ayudaron a que se extendiera esa idea, que por los demás se pretextaba en algunos fundamentos reales. La Maquinista le ofreció un puesto de trabajo, en el le vieron menos que al cometa Halley, pero le permitió ir escalando posiciones dentro del sindicato. Sin duda la leyenda de los sindicalistas del cinturón rojo, su organización y movilización le atrajeron junto a otras apetencias a elegir Cataluña. Con el signo de los tiempos y la recuperación de las autonomías, vio cual era la tendencia de  la tribu vencedora en la taifa catalana, y se subió al tren. De su secretaria general, dio el salto a la nacional, tras unos descarados coqueteos con el secesionismo catalán.Para los anales queda la fotografía de apoyo a la autodeterminación de Cataluña  junto con  la otra criatura bastarda  de CCOO; la indeseable enemiga de la educación vial y finada líder supremacista etnicista de Ómnium.

Entidad supuestamente independientemente pero generosamente financiada por la Generalitat. Otro de los escándalos más de corrupción  moral y económica que no existen, porque se dan en la Cataluña del clan superior, en la que la autocritica sincera es tan escasa como en el 1984 de Orwell, año emblemático por cierto del pujolismo con su gran política de “estado” ejemplificada en Banca Catalana.

Pero no perdamos el hilo, Josep María, vio como un maná monetario caía en manos del régimen, primero con ocasión de los Juegos Olímpicos y posteriormente con los fondos de cohesión de la Unión Europea. Y ni él, ni UGT querían perder comba. Vinieron los cursos de formación y largas colas se formaban en los centros de enseñanza del sindicato, por los que Josep María se dejaba caer con frecuencia, tanto por su buena situación, sobretodo los cercanos a las Ramblas, como por el buen comer de conocidos restaurantes aledaños. Donde no pocas veces se le pudo observar con otros “camaradas trabajadores” fumando puros y haciendo eses en las calles hablando a voz en grito. Después sus caminos se separaban y o bien se acercaba a un centro de formación de adultos, dónde se concentraban fornidos jóvenes búlgaros y rumanos contratados en la construcción o acudía directamente a bares más conocidos por la prostitución masculina que por sus especialidades culinarias. Otra muestra más de la catadura moral del personaje y del intolerable cinismo con el que el discurso imperante de la izquierda trata la sexualidad. Se enmascaran tras el feminismo amparando la  monstruosidad de la prostitución femenina, y poco menos que celebrando la masculina, o incluso promocionando en cadenas como tv3 los “paraísos africanos” de reputados artistas, hoy adscritos al sindicato vertical del  separatismo subvencionado.

Igualmente aberrante es la excusa dada, la catalanofobia, ya olvidada por el señor Álvarez, para justificar su pírrica victoria, las fuertes críticas recibidas por altos cargos de UGT y su continuo apoyo al movimiento secesionista catalán. Recurrió al victimismo que tan buen resultado da por estos pagos, pero que a ojos del resto del mundo resulta ridículo. Incluso en un sindicato tan desnaturalizado como UGT.  Poco a poco ha ido matizando,es decir retractándose, de su campaña de apoyo a la independencia y justificándose como que él está a favor del derecho a decidir como si fuera algo diferente.

Obviamente Álvarez, nunca ha tenido vergüenza charnega, ya que nada le liga a Cataluña. Una vez  ya se ha aprovechado de propios y extraños, y las prebendas ofrecidas por la Generalitat y sus distintos tentáculos corporativos han dejado de serle suficientes, es mejor desmarcarse, por la factura que pudiesen acarrear. Pues es seguro que este “proceso” acabará mal.

Y  UGT como CCOO en su día, tras las fracasadas tentativas del gobierno de Zapatero para crear una  estructura parasindical, terminaron  por ser “instruidos” por Ángela Merkel, con quien si se reunieron  a diferencia de con Rajoy, para seguir el modelo instaurado por el socialdemócrata Schroeder, liquidador de los sindicatos de clase y de los derechos de los trabajadores públicos en Alemania. La Canciller les instruyó de cómo funcionaban las cosas ahora, de lo muy europeos que serían tras adoptar estas medidas, del apoyo que le brindaría Alemania, como motor de Europa y como nación, ya que tanto conservadores como socialdemócratas lo comparten, y del beneficio que obtendrían.

Cataluña ha sido una vez más, el laboratorio avanzado para la prueba de  medidas neoliberales y es ya un hecho, la inclusión de UGT como sindicato vertical del régimen catalanista.  No obstante, s e me antoja un modelo más propio del tercer mundo que de una economía europea.

Pero en Cataluña  suceden tantas cosas incompresibles e intolerables  que el nacionalismo dominante impone e induce a pensar como única lógica, que la capacidad de sorpresa se va reduciendo a la mínimo expresión, pese a que sea una notoria, continua e intencionada forma de anular al otro.

El ahora más sonriente  y populachero  Pepe Álvarez parece que no deberá abandonar el cargo de asesor de Endesa, que ostenta desde  la dirección de UGT-Cataluña.

El fortalecimiento de los partidos comunistas y la lucha por la unidad política del proletariado; Georgi Dimitrov, 1935

«¡Camaradas! En la lucha por establecer el frente único aumenta de un modo extraordinario el papel dirigente de los partidos comunistas. Sólo el partido comunista es en realidad el iniciador, el organizador, la fuerza motriz del frente único de la clase obrera.

Los partidos comunistas sólo pueden asegurar la movilización de las amplias masas trabajadoras para luchar unidas contra el fascismo y la ofensiva del capital, si fortalecen sus propias filas en todos los aspectos, si despliegan su iniciativa, si llevan a cabo una política marxista-leninista y una táctica justa y flexible, que tenga en cuenta la situación concreta y la distribución de las fuerzas de clase.

El fortalecimiento de los partidos comunistas

En el período entre el VIº congreso de la Komintern de 1928 y de este VIIº congreso presente de 1935, nuestros partidos de los países capitalistas han crecido sin duda alguna y se han templado considerablemente. Pero sería un error sumamente peligroso darse por satisfecho con esto. Cuanto más se extienda el frente único de la clase obrera, más tareas nuevas y complicadas se nos plantearán, más tendremos que trabajar por el fortalecimiento político y orgánico de nuestros partidos. El frente único del proletariado hace brotar un ejército de obreros, que sólo puede cumplir su misión, si tiene a su cabeza un guía que le señale sus objetivos y sus caminos. Sólo un fuerte partido revolucionario puede ser este guía.

Cuando nosotros, los comunistas, hacemos todos los esfuerzos por establecer el frente único, no lo hacemos desde el punto de vista mezquino de reclutamiento de nuevos afiliados para los partidos comunistas. Pero precisamente porque queremos fortalecer seriamente el frente único, debemos fortalecer también en todos los aspectos los partidos comunistas y aumentar sus efectivos. El fortalecimiento de los partidos comunistas no representa un interés cerrado del partido, sino un interés de toda la clase obrera.

La unidad, la cohesión revolucionaria y la presteza combativa de los partidos comunistas son el más precioso capital, que no nos pertenece solamente a nosotros, sino a toda la clase obrera. Hemos asociado y seguiremos asociando la disposiciones para lanzarnos a la lucha contra el fascismo a los partidos y organizaciones socialdemócratas, sin que eso suponga evitar la lucha irreconciliable contra el socialdemocratismo como ideología y como práctica de la conciliación con la burguesía, y también, por consiguiente, sin levantar el veto contra toda penetración de esta ideología en nuestras propias filas.

En la realización decidida y audaz de la política del frente único, encontramos en nuestras propias filas obstáculos, que tenemos que vencer, cueste lo que cueste, en el menor espacio posible de tiempo.

Después del VIº Congreso de la Komintern de 1928 se llevó a cabo, en todos los partidos comunistas de los países capitalistas, una lucha victoriosa contra la tendencia a la adaptación oportunista a las condiciones de la estabilización capitalista y contra el contagio con las ilusiones reformistas y legalistas. Nuestros partidos limpiaron sus filas de toda clase de oportunistas de derecha y con ello afianzaron su unidad bolchevique y su capacidad combativa. Con menos éxito se libró y, a veces, no se libró de ningún modo la lucha contra el sectarismo. El sectarismo no se manifestaba ya en formas primitivas y descaradas, como en los primeros años de existencia de la Komintern, sino que, disfrazándose con el reconocimiento formal de las tesis bolcheviques, frenaba el despliegue de la política bolchevique de masas. En nuestros tiempos, ya no es con frecuencia una «enfermedad infantil», como lo calificó Lenin, sino un vicio muy arraigado, y sin curarnos de él, no podremos resolver el problema de crear un frente único proletario y llevar a las masas de las posiciones reformistas hacia la revolución.

En la situación actual, el sectarismo, ese sectarismo engreído, como lo calificamos en nuestro proyecto de resolución, entorpece ante todo nuestra lucha por la realización del frente único; ese sectarismo, satisfecho de su estrechez doctrinaria y de su alejamiento de la vida real de las masas; satisfecho de sus métodos simplistas, para resolver los problemas más complicados del movimiento obrero sobre la base de esquemas cortados por un patrón; ese sectarismo, que pretende saberlo todo y no cree necesario aprender de las masas, de las enseñanzas del movimiento obrero; en una palabra, el sectarismo, para el cual todo es una pequeñez; ese sectarismo engreído no quiere, ni puede comprender que situar a la clase obrera bajo la dirección del partido comunista no se consigue espontáneamente.

El papel dirigente del partido comunista en las luchas de la clase obrera hay que conquistarlo. Para esto, no hace falta declamar acerca del papel dirigente de los comunistas, sino que hay que merecer, ganar, conquistar la confianza de las masas obreras con una labor cotidiana de masas y una política justa. Esto sólo se logrará si nosotros, los comunistas, en nuestra labor política tenemos seriamente en cuenta el verdadero nivel de conciencia de clase de las masas, su grado de revolucionarización, si apreciamos seriamente la situación concreta, no a través de nuestros de deseos, sino a través de la realidad. Tenemos que facilitar a las extensas masas, pacientemente, paso a paso, el tránsito a las posiciones del comunismo. No debemos olvidar jamás las palabras de Lenin, quien nos advirtió con toda energía que:

«Se trata precisamente de no creer que lo que ha caducado para nosotros haya caducado para la clase, para la masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

¿Acaso ahora, camaradas, hay todavía en nuestras filas pocos doctrinarios que en la política del frente único sólo perciben, siempre y en todas partes, los peligros? Para esos camaradas, todo el frente único constituye un peligro rotundo. Pero esta «firmeza de principios» sectaria no es otra cosa que el desamparo político ante las dificultades de la dirección inmediata de la lucha de masas.

El sectarismo se manifiesta especialmente en la apreciación exagerada de la revolucionización de las masas, en la apreciación exagerada del ritmo, con que se apartan de las posiciones del reformismo, en el intento de saltar las etapas difíciles y los problemas complicados del movimiento. Los métodos de dirección de las masas se sustituían frecuentemente en la práctica por los métodos de dirección de un grupo cerrado de partido. A consecuencia de esto no se apreciaba debidamente la fuerza de los lazos tradicionales entre las masas y sus organizaciones y direcciones y, cuando las masas no rompían estos lazos de golpe y porrazo, se adoptaba frente a ellas una actitud tan brusca, como frente a sus dirigentes reaccionarios. La táctica y las consignas se convertían en un «patrón», válido para todos los países, y no se tenían en cuenta las particularidades de la situación concreta en cada país dado. Se pasaba por alto la necesidad de desplegar, en el seno de las propias masas, una lucha tenaz para ganar su confianza, se descuidaba la lucha por las reivindicaciones parciales de los obreros y la labor dentro de los sindicatos reformistas y de las organizaciones fascistas de masas. La política del frente único se suplantaba frecuentemente por meros llamamientos y por la propaganda abstracta.

Las actitudes sectarias entorpecían en no menor grado la selección acertada de los hombres, la educación y formación de cuadros relacionados con las masas, que gocen de la confianza de éstas, de cuadros con consecuencia revolucionaria y probados en las luchas de clases, que sepan asociar a la experiencia práctica del trabajo de masas la firmeza de principios del bolchevique.

De este modo, el sectarismo retrasó considerablemente el crecimiento de los partidos comunistas, dificultó la aplicación de una auténtica política de masas, entorpeció la explotación de las dificultades del enemigo de clase que debía fortificar las posiciones del movimiento revolucionario, impidió la conquista de las extensas masas proletarias para los partidos comunistas.

Luchando del modo más resuelto por extirpar y superar los últimos resabios del sectarismo engreído, tenemos que fortalecer por todos los medios nuestra atención vigilante y nuestra lucha contra el oportunismo de derecha y contra todas sus manifestaciones concretas, teniendo en cuenta que el peligro de este oportunismo crecerá, a medida que se vaya desplegando un amplio frente único. Ya existen tendencias a rebajar el papel del partido comunista en las filas del frente único y a reconciliarse con la ideología socialdemócrata. No se debe perder de vista que la táctica del frente único es un método para persuadir palpablemente a los obreros socialdemócratas de la justeza de la política comunista y de la falsedad de la política reformista, y no una reconciliación con la ideología y la práctica socialdemócratas. La lucha eficaz por establecer el frente único exige de nosotros ineludiblemente una lucha constante, dentro de nuestras propias filas, contra la tendencia a rebajar el papel del partido, contra las ilusiones legalistas, contra la orientación hacia la espontaneidad y el automatismo, tanto en lo que respecta a la liquidación del fascismo como en lo que se refiere a la consecución del frente único, no hay que dejar duda y cortar las más mínimas vacilaciones, llegado el momento de la actuación decisiva. Nos enseña el camarada Stalin que:

«Es necesario que el partido sepa conjugar en su labor la máxima fidelidad a los principios –¡no confundir eso con el sectarismo!– con la máxima ligazón y el máximo contacto con las masas –¡no confundir eso con el seguidismo!–, sin lo cual al partido le será imposible, no sólo instruir a las masas, sino también aprender de ellas, no sólo guiar a las masas y elevarlas hasta el nivel del partido, sino también prestar oído a la voz de las masas y adivinar sus necesidades apremiantes». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y sobre su bolchevización, 3 de febrero de 1925)

La unidad política de la clase obrera

¡Camaradas! El desarrollo del frente único de lucha conjunta de los obreros comunistas y socialdemócratas contra el fascismo y la ofensiva del capital plantea también el problema de la unidad política, del partido político único de masas de la clase obrera. Los obreros socialdemócratas se van convenciendo cada vez más, por experiencia, de que la lucha contra el enemigo de clase exige una dirección política única, pues la dualidad de dirección dificulta el seguir desarrollando y fortaleciendo la lucha en común de la clase obrera.

Los intereses de la lucha de clase del proletariado y el éxito de la revolución proletaria imponen la necesidad de que exista en cada país un partido único del proletariado. El conseguirlo no es naturalmente tan fácil y sencillo. Exige una labor y una lucha tenaces y será necesariamente un proceso más o menos largo. Los partidos comunistas, apoyándose en la creciente gravitación de los obreros hacia la unificación de los partidos socialdemócratas, de algunas de sus organizaciones con los partidos comunistas, deben tomar en sus manos con seguridad y firmeza la iniciativa de esta unificación. La causa de la unificación de las fuerzas de la clase obrera en un partido proletario revolucionario único, en estos momentos, en que el movimiento obrero internacional entra en el período de liquidar la escisión, es nuestra causa, es la causa de la Komintern.

Pero, si para establecer el frente único de los partidos comunista y partidos socialdemócratas basta con llegar a un acuerdo sobre la lucha contra el fascismo, contra la ofensiva del capital y contra la guerra, la creación de la unidad política sólo es posible sobre la base de una serie de condiciones concretas que tienen un carácter de principio.

Esta unificación sólo será posible:

Primero, a condición de independizarse completamente de la burguesía y romper completamente el bloque de la socialdemocracia con la burguesía;

Segundo, a condición de que se realice previamente la unidad de acción;

Tercero, a condición de que se reconozca la necesidad del derrocamiento revolucionario de la dominación de la burguesía y de la instauración de la dictadura del proletariado en forma de soviets;

Cuarto, a condición de que se renuncie a apoyar a la propia burguesía en una guerra imperialista;

Quinto, a condición de que se erija el partido sobre la base del centralismo democrático, que asegura la unidad de voluntad y de acción y que ha sido constatado ya por la experiencia de los bolcheviques rusos.

Tenemos que aclarar a los obreros socialdemócratas, con paciencia y camaradería, por qué la unidad política de la clase obrera es irrealizable sin estas condiciones. Con ellos debemos enjuiciar el sentido y la importancia de estas condiciones.

¿Por qué, para la realización de la unidad política del proletariado, es necesario independizarse de la burguesía y romper el bloque de la socialdemocracia con la burguesía?

Porque toda la experiencia del movimiento obrero y, en particular, la experiencia de los quince años de política de coalición en Alemania han puesto de relieve que la política de la colaboración de clases, la política de dependencia de la burguesía lleva a la derrota de la clase obrera y a la victoria del fascismo. Y la senda de la lucha irreconciliable de clases contra la burguesía, la senda de los bolcheviques es la única senda segura hacia el triunfo.

¿Por qué el establecer previamente la unidad de acción ha de ser premisa de la unidad política?

Porque como es lógico, la unidad de acción para rechazar la ofensiva del capital y del fascismo puede y debe lograrse aún antes de que la mayoría de los obreros se unifiquen sobre la plataforma política común del derrocamiento del capitalismo; para llegar a la unidad de ideas acerca de los caminos y los objetivos fundamentales de la lucha del proletariado, sin la cual no se podría unificar a los partidos, hace falta, en cambio, un plazo de tiempo más o menos largo. Y lo mejor para llegar a la unidad de ideas, es crearla ya, hoy mismo, en la lucha conjunta contra el enemigo común. Proponer, en vez del frente único, la inmediata unificación, equivale a colocar el carro delante de los bueyes y a creer que de este modo el carro andará (Risas). Precisamente porque el problema de la unidad política no es para nosotros una maniobra, como lo es para muchos jefes socialdemócratas, insistimos en que se realice la unidad de acción, como una de las etapas más importantes en la lucha por la unidad política bajo las condiciones comentadas anteriormente.

¿Por qué es necesario reconocer el derrocamiento revolucionario de la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado bajo la forma del poder soviético?

Porque la experiencia del triunfo de la gran revolución socialista de octubre de 1917, de una parte, y de otra, las amargas enseñanzas de Alemania, Austria y España, durante todo el período de posguerra, han corroborado una vez más que el triunfo del proletariado sólo es posible mediante el derrocamiento revolucionario de la burguesía, y que la burguesía, antes de permitir que el proletariado instaure el socialismo por la vía pacífica, ahogará el movimiento obrero en un mar de sangre. La experiencia de la revolución de octubre de 1917 ha demostrado, con toda evidencia, que el contenido básico de la revolución proletaria es el problema de la dictadura del proletariado, cuya misión es aplastar la resistencia de los explotadores derribados, armar a la revolución para la lucha contra el imperialismo y llevar a la revolución hasta el triunfo completo del socialismo. Para llevar a cabo la dictadura del proletariado, como dictadura de la aplastante mayoría sobre una minoría insignificante, sobre los explotadores –y únicamente así puede ser llevada a cabo– son necesarios los soviets que abarquen a todas las capas de la clase obrera, a las masas principales del campesinado y demás trabajadores, ya que sin despertarlos e incorporarlos a estos al frente de la lucha revolucionaria, será imposible afianzar el triunfo del proletariado.

¿Por qué el negarse a apoyar a la burguesía en una guerra imperialista es condición para establecer la unidad política?

Porque la burguesía hace la guerra imperialista para alcanzar sus objetivos rapaces en contra de los intereses de la mayoría aplastante de los pueblos, cualquiera que sea el disfraz, bajo el cual se haga la guerra. Porque todos los imperialistas, al mismo tiempo que se arman febrilmente para la guerra, refuerzan hasta el último límite la explotación y la opresión de los trabajadores dentro del propio país. Apoyar a la burguesía en semejante guerra, significaría traicionar los intereses del país y de la clase obrera internacional.

Finalmente, ¿por qué el erigir el partido sobre la base del centralismo democrático es condición para la unidad?

Porque solamente un partido erigido sobre la base del centralismo democrático puede asegurar la unidad de voluntad y de acción, puede llevar al proletariado al triunfo sobre la burguesía, que dispone de un arma tan potente como el aparato centralizado del Estado. La aplicación del principio del centralismo democrático ha pasado una brillante prueba histórica con la experiencia del partido bolchevique ruso, el partido de Lenin y Stalin.

Sí, nosotros, camaradas, somos partidarios de un único partido político de masas de la clase obrera. Pero de aquí se desprende como dice Stalin, la necesidad de:

«Un partido combativo, de un partido revolucionario, lo bastante intrépido para conducir a los proletarios a la lucha por el poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situación revolucionaria y lo bastante flexible para sortear todos y cada uno de los escollos, que se interponen en el camino hacia sus fines». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)

He aquí por qué es necesario esforzarse para conseguir la unidad política sobre la base de las condiciones apuntadas.

¡Somos partidarios de la unidad política de la clase obrera! Por eso, estamos dispuestos a colaborar del modo más estrecho con todos los socialdemócratas que sean partidarios del frente único y que apoyan sinceramente la unificación de acuerdo con los principios mencionados. Pero precisamente por eso, porque somos partidarios de la unificación, lucharemos decididamente contra todos los demagogos de «izquierda», que intenten explotar el desengaño de los obreros socialdemócratas, para crear nuevos partidos o internacionales socialistas, dirigidos contra el movimiento comunista y que ahondan por tanto la escisión de la clase obrera.

Saludamos la tendencia creciente de los obreros socialdemócratas hacia el frente único con los comunistas. Vemos en este hecho el incremento de su conciencia revolucionaria y un signo de que se comienza a superar la escisión de la clase obrera. Considerando que la unidad de acción es una necesidad urgente y también el camino más seguro hacia la creación de la unidad política del proletariado, declaramos que la Komintern y sus secciones están dispuestas a entrar en negociaciones con la II Internacional y sus secciones respectivas para la creación de la unidad de la clase obrera en la lucha contra la ofensiva del capital, contra el fascismo y contra la amenaza de una guerra imperialista (Aplausos)». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

Los fundamentos del leninismo; Stalin, 1924

«El partido no es sólo el destacamento de vanguardia de la clase obrera. Si quiere dirigir realmente la lucha de su clase, tiene que ser, al mismo tiempo, un destacamento organizado de la misma. Las tareas del partido en el capitalismo son extraordinariamente grandes y diversas. El partido debe dirigir la lucha del proletariado en condiciones extraordinariamente difíciles de desarrollo interior y exterior; debe llevar al proletariado a la ofensiva cuando la situación exija la ofensiva; debe sustraer al proletariado de los golpes de un enemigo fuerte cuando la situación exija la retirada; debe inculcar en las masas de millones y millones de obreros sin-partido e inorganizados el espíritu de disciplina y el método en la lucha, el espíritu de organización y la firmeza. Pero el partido no puede cumplir estas tareas si el mismo no es la personificación de la disciplina y de la organización, si el mismo no es un destacamento organizado del proletariado. Sin estas condiciones, ni hablar se puede de que el partido dirija verdaderamente a masas de millones y millones de proletarios». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los fundamentos del leninismo, 1924)

Introducción de «Bitácora (M-L)»

Se trata de un documento en el que se hace una radiografía del marxismo-leninismo desde sus fundamentos, su teoría y praxis, su estrategia y táctica.

En él se podrá apreciar una síntesis del leninismo, una descripción en líneas generales de lo que se ha de considerar la teoría más avanzada de emancipación proletaria, se recogen los fundamentos básicos del leninismo, que es el marxismo en la época imperialista del capitalismo, por tanto se tiene aquí los fundamentos básicos de la doctrina más avanzada, de la única doctrina que puede dar lugar a la emancipación social del proletariado, la clase social más avanzada de nuestra época.

En esta obra se hace especial énfasis en búsqueda de las raíces históricas del leninismo, en plasmarlas para darle al lector una explicación sencilla de temas tan precisos como: el concepto de partido marxista-leninista; que es el partido del proletariado; qué trabajo se debe desarrollar en el; las alianzas con los diferentes extractos del campesinado en las diferentes etapas; la estrategia y táctica para llegar al poder; la necesidad de la dominación teórica de la doctrina marxista-leninista; el estilo de trabajo de un comunista; el internacionalismo proletario; la cuestión nacional. Igualmente se explica que el leninismo no es un producto del marxismo en Rusia, sino que es la evolución del marxismo, su adaptación a los nuevos tiempos, un fenómeno no meramente nacional, sino que sus axiomas descubiertos son de carácter internacional, su teoría como dice Stalin, es la experiencia victoriosa del movimiento obrero condensada en su aspecto general.

Todo esto constituye la columna vertebral de la doctrina marxista-leninista, verdades científicas y por tanto axiomas que siguen teniendo validez en nuestra época, por lo que destapa lo vacuo de la intención de aquellas llamadas «vías específicas», pretendidos procesos al socialismo que exageran o simplemente solo enfocan las particularidades nacionales, la especificidad, pero que olvidan u ocultan adrede los aspectos generales del capitalismo y los axiomas descubiertos por la doctrina marxista-leninista para superarlo, cayendo en desviaciones, en una revisión del marxismo-leninismo que tira al traste el «proceso al socialismo» incluso antes de empezar dicho «proceso». Este mal tan en boga desde la incursión del revisionismo moderno en los partidos tanto de los países imperialistas desarrollados como en los países dependientes debe de ser exterminado. Esta obra es por tanto una de las mejores armas contra los distorsionadores del marxismo-leninismo, frente a los que «juran fidelidad» a la obra de Lenin para luego pisotearla, la mejor herramienta para identificar ideológicamente quién es revolucionario y quién lo es sólo de «pose».

Hay que recordar que multitud de años, esta obra de Stalin estuvo considerada como un libro de obligatoria lectura para la formación de los cuadros, para llegar a la comprensión y asimilación del marxismo-leninismo. Era una obra que no faltaba en una biblioteca revolucionaria. Tras el ascenso al poder de la camarilla revisionista de Jruschov en 1953, esta obra, como todas las de Stalin, fue condenadas al ostracismo, y paulatinamente quedó en el olvido, fuera de la Unión Soviética, solo los partidos marxista-leninistas siguieron manteniendo la difusión de esta obra, mientras que los viejos partidos comunistas corrompidos por el revisionismo, decidieron sustituir este tipo de obras de Stalin por las nuevas obras de moda de sus jefes revisionistas de partido –véase el caso de Carrillo en España, Togliatti en Italia, Thorez en Francia, y así un largo etc.–.

Dados los hechos, se entiende obligatorio recuperar para los marxista-leninistas de nuestro tiempo una de las obras cumbre de Stalin.

Notas

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El plan estadounidense para la subyugación de Europa; Andréi Zhdánov, 1947

«El curso agresivo y abiertamente expansionista en el que se ha comprometido el imperialismo estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se manifiesta en la política exterior y la política interna de los Estados Unidos. El apoyo activo a las fuerzas reaccionarias y antidemocráticas de todo el mundo, el sabotaje a los acuerdos de Potsdam que llaman a la reconstrucción democrática de Alemania, la protección que se brinda a los reaccionarios japoneses, los amplios preparativos de guerra y la acumulación de bombas atómicas: todo esto va de la mano de la ofensiva contra los derechos democráticos elementales de los trabajadores en el propio Estados Unidos.

Aunque los Estados Unidos sufrió relativamente poco en la guerra, la gran mayoría de los estadounidenses no quiere otra guerra, con los sacrificios y limitaciones que la acompañan. Esto ha conducido a que el capital monopolista y sus servidores en los círculos gobernantes de los Estados Unidos recurran a medios extraordinarios con el fin de aplastar la oposición interna a la orientación expansionista agresiva y así tener las manos libres para la aplicación de esa peligrosa política.

Pero la cruzada contra el comunismo, proclamada por los círculos gobernantes de Estados Unidos con el respaldo de los monopolios capitalistas, conduce como consecuencia lógica a ataques contra los derechos e intereses fundamentales de los trabajadores estadounidenses, a la fascistización de la vida política de Estados Unidos y a la difusión de las «teorías» y puntos de vista más salvajes y misántropos. Soñando con la preparación de una nueva guerra, una tercera guerra mundial, los círculos expansionistas estadounidenses tienen un interés vital en sofocar toda resistencia interna posible a sus aventuras en el extranjero, en envenenar las mentes de las masas estadounidenses políticamente atrasadas con el virus del chauvinismo y el militarismo, y en embrutecer al estadounidense promedio con la ayuda de los diversos medios de propaganda antisoviética y anticomunista –en el cine, la radio, la iglesia y la prensa–. La política exterior expansionista, inspirada y dirigida por los reaccionarios estadounidenses, prevé una acción simultánea en todas las líneas:

1) medidas estratégicas militares,

2) expansión económica, y

3) lucha ideológica.

La elaboración de planes estratégicos para una futura agresión está relacionada con el deseo de utilizar al máximo las instalaciones de producción bélica de los Estados Unidos, que crecieron en proporciones enormes hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. El imperialismo estadounidense se empeña en seguir una política de militarización del país. El gasto en el ejército y la marina supera los 11,000 millones de dólares al año. En 1947-48, el 35 por ciento del presupuesto de Estados Unidos fue apropiado por las fuerzas armadas, esto es, once veces más que en 1937-1938.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense era el décimo séptimo más grande del mundo capitalista. Hoy en día, es el más grande. Los Estados Unidos no sólo están acumulando bombas atómicas, se están preparando para las armas bacteriológicas, según lo proclaman abiertamente sus estrategas. Los planes estratégicos de los Estados Unidos incluyen la creación de numerosas bases y puestos de avanzada situados a gran distancia del continente americano, diseñados para ser utilizados con fines agresivos contra la Unión Soviética y los países de nueva democracia. Estados Unidos ha construido o está construyendo bases aéreas y navales en Alaska, Japón, Italia, Corea del Sur, China, Egipto, Irán, Turquía, Grecia, Austria y Alemania Occidental. Hay misiones militares estadounidenses en Afganistán e incluso en Nepal. Y se están haciendo febriles preparativos para utilizar el Ártico con fines de agresión militar.

Aunque la guerra terminó hace mucho tiempo, sigue existiendo la alianza militar entre Gran Bretaña y Estados Unidos, e incluso tienen un staff militar mixto, anglo-estadounidense. Bajo la apariencia de un acuerdo para la normalización de las armas, Estados Unidos ha establecido su control sobre las fuerzas armadas y los planes militares de otros países, especialmente de Gran Bretaña y Canadá. Los países de América Latina están siendo incorporados a la órbita de los planes de expansión militar de Estados Unidos, con el pretexto de la defensa conjunta del Hemisferio Occidental. El gobierno estadounidense ha declarado oficialmente que está comprometido en ayudar a la modernización del ejército turco. El ejército del Kuomintang reaccionario está siendo entrenado por instructores estadounidenses y está siendo armado con material estadounidense. Los círculos militares se están convirtiendo en una fuerza política activa en Estados Unidos, aportando un gran número de funcionarios gubernamentales y diplomáticos que están dirigiendo toda la política del país hacia un curso militar agresivo.

La expansión económica es un complemento importante para la realización del plan estratégico de Estados Unidos. El imperialismo estadounidense está intentando, como buen usurero, tomar ventaja de las dificultades de posguerra de los países europeos –en particular de la escasez de materias primas, combustibles y alimentos en los países aliados que sufrieron la mayor parte de la guerra–, para imponerles condiciones abusivas en la ayuda que les da. Ante la inminente crisis económica, Estados Unidos tiene prisa por encontrar nuevos ámbitos monopólicos para las inversiones de capital y nuevos mercados para sus productos. La «asistencia» económica estadounidense persigue el objetivo general de incorporar a Europa al dominio del capital estadounidense. Mientras más difícil es la situación económica de un país, más duras son las condiciones que los monopolios estadounidenses tratan de imponerle. Pero el control económico conduce lógicamente a la subyugación política al imperialismo estadounidense.

De acuerdo con eso, Estados Unidos combina la ampliación de los mercados monopólicos para sus productos con la adquisición de nuevas cabezas de puente para su lucha contra las nuevas fuerzas democráticas de Europa. Al «salvar» a un país de la hambruna y el colapso, los monopolios estadounidenses tratan de robarle, al mismo tiempo, todo vestigio de independencia. La «asistencia» estadounidense involucra automáticamente el cambio en la política del país al que se otorga: los partidos y las personas llegan al poder –que está dispuesto según las directivas de Washington–, para llevar a cabo un programa de política interna y exterior adecuada a los Estados Unidos –los casos de Francia, Italia, etc.–.

Por último, la aspiración a la supremacía mundial y la política antidemocrática de los Estados Unidos incluyen la lucha ideológica. El objetivo principal de la parte ideológica del plan estratégico estadounidense es engañar a la opinión pública mediante la acusación calumniosa a la Unión Soviética y las nuevas democracias de intenciones agresivas, para presentar al bloque anglo-sajón en un papel defensivo que lo exima de cualquier responsabilidad por preparar una nueva guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, la popularidad de la Unión Soviética en el extranjero creció enormemente. Su dedicada y heroica lucha contra el imperialismo le ganó el cariño y respeto de los trabajadores de todos los países. El mundo pudo apreciar la demostración del poderío militar y económico del Estado socialista y la fuerza invencible de la unidad moral y política de la sociedad soviética. Por esa razón, los círculos reaccionarios de Estados Unidos y Gran Bretaña están ansiosos por borrar la impresión causada por el sistema socialista en los trabajadores del mundo. Los belicistas comprenden perfectamente que es necesaria una larga preparación ideológica antes de lograr que sus soldados combatan contra la Unión Soviética.

En su lucha ideológica contra la Unión Soviética, los imperialistas estadounidenses, que no tienen una gran comprensión de las cuestiones políticas, demuestran su ignorancia al poner énfasis principal en la alegación de que la Unión Soviética es antidemocrática y totalitaria, mientras que Estados Unidos, Gran Bretaña y todo el mundo capitalista son democráticos. En torno a esta plataforma de lucha ideológica –en esta defensa de la pseudodemocracia burguesa y la condena del comunismo como totalitario– se unen todos los enemigos de la clase obrera, sin excepción, desde los magnates del capital hasta los líderes socialistas de derecha, que se aferran con el mayor entusiasmo a cualquier imputación calumniosa contra la Unión Soviética, sugerida por sus amos imperialistas.

La médula y la sustancia de esta propaganda fraudulenta es la afirmación de que la característica de una verdadera democracia es la existencia de una pluralidad de partidos y una minoría opositora organizada. Por esta razón, los laboristas británicos, que no escatiman esfuerzos en su lucha contra el comunismo, quieren descubrir clases antagónicas y la correspondiente lucha de partidos en la Unión Soviética. Ignorantes políticos que son, no pueden entender que los capitalistas y los terratenientes, las clases antagónicas, y por lo tanto la pluralidad de partidos, dejaron de existir desde hace mucho tiempo en la Unión Soviética. A ellos les gustaría ver en la Unión Soviética a los partidos burgueses que son tan caros a sus corazones –incluyendo los partidos pseudosocialistas–, como agencias del imperialismo. Pero para su amargo pesar, estos partidos de la burguesía explotadora han sido condenados por la historia a desaparecer de la escena.

Los laboristas y otros defensores de la democracia burguesa llegan a todos los extremos para calumniar al régimen soviético, pero consideran perfectamente normal la sangrienta dictadura de la minoría fascista sobre los pueblos de Grecia y Turquía; cierran los ojos ante las clamorosas violaciones –incluso de la democracia formal– en los países burgueses; y no dicen nada acerca de la opresión nacional y racial, la corrupción y la abrogación brusca de los derechos democráticos en Estados Unidos de América.

Una de las líneas seguidas por la «campaña» ideológica, que va de la mano con los planes de avasallamiento de Europa, es el ataque contra el principio de la soberanía nacional, el ataque a todo lo que se opone a la idea de un «gobierno mundial», apelando a la renuncia a los derechos soberanos de las naciones. El propósito de esta campaña es ocultar la expansión desenfrenada del imperialismo estadounidense, que está violando despiadadamente los derechos soberanos de las naciones, y presentar a Estados Unidos como el campeón de las leyes internacionales, a la vez que se tilda de creyentes en un nacionalismo obsoleto y «egoísta», a todos los que se resisten a la penetración estadounidense.

La idea de un «gobierno mundial» fue promovida por maniáticos intelectuales y pacifistas burgueses. Y está siendo explotada no sólo como un medio de presión que busca desarmar ideológicamente a las naciones que defienden su independencia frente al avance del imperialismo estadounidense, sino también como una consigna dirigida especialmente contra la Unión Soviética, que defiende infatigable y permanentemente el principio de la verdadera igualdad y la protección de los derechos soberanos de todas las naciones, grandes y pequeñas. En las actuales condiciones, los países imperialistas como EEUU, Gran Bretaña y los países estrechamente relacionados con ellos, son enemigos peligrosos de la independencia nacional y la autodeterminación de las naciones, mientras que la Unión Soviética y las nuevas democracias son baluartes seguros contra las violaciones de la igualdad y la autodeterminación de las naciones.

Es un hecho notable que los agentes estadounidenses de la inteligencia político-militar del tipo Bullitt, los dirigentes sindicales amarillos de la clase de Green, los socialistas franceses encabezados por ese inveterado apologista del capitalismo, Blum, el socialdemócrata alemán Schumacher y los líderes laboristas del tipo Bevin, estén unidos en estrecha comunión en la ejecución del plan ideológico del imperialismo estadounidense.

En la actual coyuntura, las ambiciones expansionistas de los Estados Unidos tienen su expresión concreta en la «Doctrina Truman» y el «Plan Marshall». Aunque difieren en la forma de presentación, ambos son la expresión de una política única, son la materialización del plan estadounidense para avasallar Europa.

Las principales características de la «Doctrina Truman», tal como se aplica en Europa, son las siguientes:

1) Creación de bases estadounidenses en el Mediterráneo oriental, con el propósito de establecer la supremacía estadounidense en esa zona.

2) Apoyo demostrativo a los regímenes reaccionarios en Grecia y Turquía, bastiones del imperialismo estadounidense contra las nuevas democracias de los Balcanes –asistencia técnica y militar a Grecia y Turquía, concesión de préstamos–.

3) Presión permanente sobre los países de nueva democracia, expresada en las falsas acusaciones de totalitarismo y ambiciones expansionistas, en los ataques contra los cimientos del nuevo régimen democrático, en la interferencia permanente en sus asuntos internos, en el apoyo a los elementos antinacionales y antidemocráticos de estos países, y en la demostrativa ruptura de relaciones económicas con estos países con la idea de crearles dificultades económicas, retrasar su desarrollo económico, impedir su industrialización, etc.

La «Doctrina Truman», que incluye la prestación de la asistencia estadounidense a todos los regímenes reaccionarios que se oponen activamente a los pueblos democráticos, tiene un carácter francamente agresivo. Su anuncio causó cierta consternación, incluso entre los círculos capitalistas estadounidenses que están acostumbrados a todo. Los elementos progresistas de Estados Unidos y otros países protestaron enérgicamente contra el carácter provocador y abiertamente imperialista de la proclama de Truman.

La desfavorable recepción que tuvo la «Doctrina Truman», planteó la necesidad de la elaboración del «Plan Marshall», un intento mejor disimulado para llevar a cabo la misma política expansionista.

Las formulaciones vagas y deliberadamente veladas del «Plan Marshall» equivalen en esencia a un plan para crear un bloque de Estados vinculados por obligaciones a Estados Unidos, y conceder créditos estadounidenses a los países europeos como recompensa por su renuncia a la independencia económica y política. Más aún, la piedra angular del «Plan Marshall» es la restauración de las zonas industriales de Alemania Occidental bajo el control de los monopolios estadounidenses.

El «Plan Marshall», como se puede concluir de las conversaciones y las declaraciones de los líderes estadounidenses, está diseñado para prestar ayuda, en primer lugar, no a los empobrecidos países vencedores –aliados de Estados Unidos en la lucha contra Alemania– sino a los capitalistas alemanes, con la idea de poner bajo control estadounidense las principales fuentes de carbón y hierro que Europa y Alemania necesitan, y hacer que los países que tienen necesidad de carbón y hierro dependan del restablecido poderío económico de Alemania.

A pesar del hecho de que el «Plan Marshall» contempla la reducción definitiva de Gran Bretaña y Francia a la condición de potencias de segundo orden, el gobierno laborista de Attlee en Gran Bretaña y el gobierno socialista de Ramadier en Francia se aferraron el «Plan Marshall», como su tabla de salvación. Gran Bretaña, como se sabe, ya ha agotado prácticamente el préstamo estadounidense de 3.750.000.000 de dólares que se le otorgó en 1946. Como también se sabe, las condiciones de ese préstamo fueron tan onerosas que ataron de pies y manos a Gran Bretaña. Incluso ahora cuando ya está atrapada en el lazo de la dependencia financiera de los Estados Unidos, el gobierno laborista británico no puede concebir otra alternativa que no sea recibir nuevos préstamos. Por eso, elogia al «Plan Marshall» como una forma de salir del estancamiento económico, como una oportunidad de obtener nuevos créditos. Por otro lado, los políticos británicos esperan sacar provecho de la creación del bloque de países europeos occidentales deudores de Estados Unidos, desempeñando el papel de principal agente de Estados Unidos, con el fin de beneficiarse a expensas de los países más débiles. Con el uso del «Plan Marshall», con la prestación de servicios a los monopolios estadounidenses y su sometimiento al control de éstos, la burguesía británica espera recuperar sus posiciones perdidas en una serie de países, en particular en los países de la zona de los Balcanes-Danubio.

Con el fin de darle un brillo engañoso de «imparcialidad» a las propuestas estadounidenses, decidieron incorporar a Francia como uno de los patrocinadores de la ejecución del «Plan Marshall». Francia también ha sacrificado la mitad de su soberanía ante Estados Unidos, dado que el crédito que recibió de este país en mayo de 1947 fue concedido con la condición de que los comunistas fueran eliminados del Gobierno francés.

Siguiendo instrucciones de Washington, los gobiernos británico y francés invitaron a la Unión Soviética a participar en una discusión de las propuestas de Marshall. Esta medida se adoptó con el fin de ocultar la naturaleza hostil de esas propuestas con respecto a la Unión Soviética. Como sabían de antemano que la Unión Soviética se negaría a la ayuda estadounidense en los términos propuestos por Marshall, calculaban que era factible trasladarle la responsabilidad a la Unión Soviética por «negarse a colaborar con la restauración económica de Europa», y con ese pretexto incitar contra la Unión Soviética, a los países europeos que están en necesidad de ayuda real. Si, por el contrario, la Unión Soviética aceptaba participar en las conversaciones, sería más fácil atraer a los países del este y sudeste de Europa a la trampa de la «restauración económica de Europa con ayuda estadounidense».

Mientras que la Doctrina Truman fue diseñada para aterrorizar e intimidar a estos países, el «Plan Marshall» fue diseñado para poner a prueba su firmeza económica, para atraerlos a una trampa y encadenarlos con los dólares de «ayuda». En ese sentido, el «Plan Marshall» facilitaría uno de los objetivos más importantes del programa general estadounidense, esto es, restaurar el poder del imperialismo en los países de nueva democracia y obligarlos a renunciar a la estrecha cooperación económica y política con la Unión Soviética.

Los representantes de la Unión Soviética –después de haber aceptado discutir las propuestas de Marshall en París con los gobiernos de Gran Bretaña y Francia– expusieron en la Conferencia de París de 1946, la falta de solidez del intento de desarrollar un programa económico para toda Europa, y demostraron que la pretensión de crear una nueva organización europea bajo la égida de Francia y Gran Bretaña amenazaba con interferir en los asuntos internos de los países europeos y violar su soberanía. Los representantes de la Unión Soviética demostraron que el «Plan Marshall» estaba en contradicción con los principios normales de cooperación internacional; que albergaba el peligro de la división de Europa y la amenaza de someter a una serie de países europeos a los intereses capitalistas estadounidenses; que fue diseñado para dar prioridad a la asistencia a los intereses monopólicos de Alemania sobre los intereses de los aliados; y que la restauración de esos intereses alemanes fue incluido en el «Plan Marshall», obviamente, para desempeñar un papel especial en Europa.

Esta clara posición de la Unión Soviética desenmascaró el plan de los imperialistas estadounidenses y sus coadjutores británicos y franceses.

La Conferencia Europea fue un rotundo fracaso. Nueve países europeos se negaron a tomar parte en ella. Incluso los países que accedieron a participar en la discusión del «Plan Marshall» y en la elaboración de medidas concretas para su realización, no lo recibieron con especial entusiasmo, sobre todo, cuando quedó claro que la Unión Soviética estaba plenamente justificada en su suposición de que el plan estaba lejos de ser una ayuda real. Se supo que, en general, el gobierno de los Estados Unidos no tenía ninguna prisa para llevar a cabo las promesas de Marshall. Los líderes del Congreso estadounidense admitieron que el Congreso no examinaría la cuestión de la concesión de nuevos créditos a los países europeos antes de 1948.

Así, se hizo evidente que, al aceptar el esquema de París para la aplicación del «Plan Marshall», Gran Bretaña, Francia y otros países europeos fueron engañados por la argucia estadounidense.

Sin embargo, continuaron los esfuerzos para construir un bloque occidental bajo la égida de los Estados Unidos.

Cabe resaltar que la variante estadounidense del bloque occidental encontrará una seria resistencia, incluso entre los países que ya dependen de Estados Unidos, como Gran Bretaña y Francia. La perspectiva de la restauración del imperialismo alemán, como una fuerza efectiva capaz de oponerse a la democracia y el comunismo en Europa, no puede ser muy atractiva para Gran Bretaña o Francia. Aquí tenemos una de las grandes contradicciones dentro del bloque anglo-francés-estadounidense. Evidentemente, los monopolios estadounidenses y los reaccionarios internacionales en general, no consideran a Francia y los fascistas griegos baluartes confiables de Estados Unidos contra la Unión Soviética y las nuevas democracias de Europa. Por esa razón, ponen sus esperanzas principales en la restauración de la Alemania capitalista, que consideran será una mayor garantía de éxito en la lucha contra las fuerzas democráticas de Europa. No confían ni en los laboristas británicos ni en los socialistas franceses, a quienes –a pesar de su manifiesta complacencia– consideran «semicomunistas», no dignos de suficiente confianza.

Es por esta razón que la cuestión de Alemania y, en particular, de la cuenca del Ruhr como una potencial base industrial-bélica de un bloque hostil a la Unión Soviética, está jugando un papel tan importante en la política internacional y es una manzana de discordia entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.

El apetito de los imperialistas estadounidenses provoca serias inquietudes en Gran Bretaña y Francia. Estados Unidos ha dado a entender inequívocamente que quiere tomar la cuenca del Ruhr de las manos de los británicos. Los imperialistas estadounidenses también están exigiendo que las tres zonas de ocupación se fusionen, y que se proceda abiertamente a la separación política de Alemania Occidental bajo control estadounidense. Estados Unidos insiste en que se debe incrementar el nivel de producción de acero en el Ruhr, con las empresas capitalistas bajo la égida estadounidense. La promesa de Marshall, de créditos para la recuperación europea, se interpreta en Washington como una promesa de asistencia prioritaria a los capitalistas alemanes.

Vemos, así, que Estados Unidos está tratando de construir un «bloque occidental», no según el plan de los «Estados Unidos de Europa» de Churchill –que fue concebido como un instrumento de la política británica–, sino como un protectorado estadounidense en el que a los Estados soberanos de Europa, sin excluir la propia Gran Bretaña, se le asigna un papel parecido a la de «Estado número 49 de Estados Unidos». El imperialismo estadounidense es cada vez más arrogante y sin ceremonias en su trato con Gran Bretaña y Francia. Las conversaciones bilaterales y trilaterales con respecto al nivel de la producción industrial de Alemania occidental –Gran Bretaña-Estados Unidos, Estados Unidos-Francia–, además de constituir una violación arbitraria de los acuerdos de Potsdam, son una demostración de la completa indiferencia de Estados Unidos ante los intereses vitales de sus socios en las negociaciones. Gran Bretaña y especialmente Francia se ven obligadas a escuchar los dictados de Estados Unidos y a obedecer sin chistar. El comportamiento de los diplomáticos estadounidenses en Londres y París ha llegado a ser muy reminiscente de su comportamiento en Grecia, donde consideraban absolutamente innecesario observar la decencia elemental al nombrar y destituir a los ministros griegos a voluntad, conduciéndose como conquistadores. Así, el nuevo plan para la Dawesización de Europa atenta fundamentalmente contra los intereses vitales de los pueblos europeos y representa un plan para la subyugación y esclavización de Europa por Estados Unidos.

El «Plan Marshall» atenta contra la industrialización de los países democráticos de Europa, y por lo tanto contra las bases de su integridad e independencia. Y si el plan para la Dawesización de Europa estaba condenado al fracaso, pese a que las fuerzas de resistencia al Plan Dawes eran mucho más débiles, hoy, en la Europa de posguerra, hay fuerzas más que suficientes, incluso si hacemos a un lado a la Unión Soviética, que si muestran voluntad y determinación pueden vencer este plan de sometimiento. Todo lo que se necesita es la determinación y la voluntad de los pueblos de Europa para resistir. En cuanto a la Unión Soviética, ella hará todo lo posible para que este plan esté condenado al fracaso.

La evaluación del «Plan Marshall», efectuada por los países del campo antiimperialista, ha sido totalmente confirmada por el curso de los acontecimientos. En relación con el «Plan Marshall», el campo de los países democráticos ha demostrado que es una poderosa fuerza por la defensa de la independencia y la soberanía de todas las naciones europeas, que se niega a retroceder ante el maltrato y la intimidación, y se rehúsa a dejarse engañar por las maniobras hipócritas de la diplomacia del dólar.

El gobierno soviético nunca se ha opuesto al uso de créditos extranjeros, y en particular los créditos estadounidenses, como un medio capaz de acelerar el proceso de recuperación económica. Sin embargo, la Unión Soviética siempre ha tomado la postura de que las condiciones de los créditos no deben ser abusivas y no deben dar lugar a la subyugación económica y política del país deudor con respecto al acreedor.

A partir de esta posición política, la Unión Soviética siempre ha sostenido que los créditos externos no deben ser el principal medio para restaurar la economía de un país. La condición principal y primordial de la recuperación económica de un país debe ser la utilización de sus propias fuerzas y recursos internos y la creación de su propia industria. Sólo de esta forma puede garantizarse la independencia frente a las arremetidas del capital extranjero, que demuestra constantemente una tendencia a utilizar los créditos como instrumentos de subyugación política y económica. Esto es precisamente el «Plan Marshall», que amenaza la industrialización de los países europeos y está diseñado para socavar su independencia.

La Unión Soviética invariablemente defiende la posición de que las relaciones políticas y económicas entre los Estados deben ser construidas exclusivamente sobre la base de la igualdad de las partes y el respeto mutuo de sus derechos soberanos. La política exterior soviética y, en particular, las relaciones económicas de la Unión Soviética con países extranjeros se basan en el principio de igualdad, en el principio de que los acuerdos deben ser ventajosos para ambas partes. Los tratados con la Unión Soviética son acuerdos de beneficio mutuo para ambas partes y no contienen nada que afecte la independencia nacional y la soberanía de las partes contratantes. Esta característica fundamental de los acuerdos de la Unión Soviética con otros Estados se destaca nítidamente en este momento, a la luz de los tratados injustos y desiguales que son celebrados o previstos por Estados Unidos. Los acuerdos desiguales son ajenos a la política soviética de comercio exterior. Además, el desarrollo de las relaciones económicas de la Unión Soviética con todos los países interesados en establecer esas relaciones, demuestra sobre qué principios deben construirse las relaciones normales entre los Estados. Basta con recordar los tratados concluidos por la Unión Soviética con Polonia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Finlandia.

De esta manera, la Unión Soviética ha puesto de manifiesto sobre qué líneas Europa puede encontrar la forma de salir de su difícil situación económica actual. Gran Bretaña pudo tener un tratado similar, si el gobierno laborista no hubiera –bajo presión externa– frustrado el acuerdo con la Unión Soviética, acuerdo que estaba en camino de concluirse.

El desenmascaramiento del plan estadounidense para la subyugación económica de los países europeos es un servicio indiscutible prestado por la política exterior de la Unión Soviética y las nuevas democracias.

Debe tenerse en cuenta que Estados Unidos mismo está amenazado por una crisis económica. Hay razones de peso para la generosidad oficial de Marshall. Si los países europeos no reciben créditos de Estados Unidos, la demanda de productos estadounidenses disminuirá y esto tenderá a acelerar e intensificar la crisis económica que se avecina en Estados Unidos.

Por consiguiente, si los países europeos demuestran el vigor necesario y la voluntad de resistirse a los términos subyugantes del crédito estadounidense, Estados Unidos puede verse obligado a batirse en retirada». (Andréi ZhdánovSobre la situación internacional;Informe en la Iº Conferencia de la Kominform, 1947)

Cuando las nebulosas todavía eran polvo cósmico

 

Como una especie de milagro, Manuel Monzón Rodríguez, se quedó colgando por el cuello de la chaqueta del abuelo Julio en la afilada piedra. El sabía en el momento de ser arrojado al vacío que de la Sima de Jinámar no escapaba nadie. Se acurrucó como pudo en la minúscula repisa, tenía el brazo partido, mientras veía caer al abismo volcánico a sus compañeros y amigos, más de cien jornaleros del Frente Popular, sindicalistas de la CNT y la Federación Obrera.

Escuchaba las risas y chascarrillos de los falangistas y Guardias Civiles, que borrachos se divertían asesinando hombres y mujeres inocentes. El joven de Tamaraceite era consciente, intuía, que sería muy complicado escalar, subir sin cuerdas más de cincuenta metros de acantilado.

Tras varias horas de gritos, lamentos, llantos, risas y la caída al fondo del agujero de las botellas de ron de caña de los fascistas se hizo el silencio, estaba casi amaneciendo y del fondo llegaba un fuerte olor a sangre y vísceras, se escuchaban gemidos de dolor, gente agonizando, un sonido que se amplificaba por la forma de la chimenea de lava ancestral, Manuel no sabía qué hacer, si se movía podía caer, solo le quedaba la opción de estar inmóvil, el brazo le dolía demasiado, los dedos estaban hinchados, le latían como si fueran corazones con uñas rotas, astilladas, destrozadas por las brutales torturas en el centro de detención ilegal de la calle Luis Antúnez de Las Palmas.

Cuando ya había perdido la esperanza y no se escuchaba nada en el fondo, ya parecía que todos habían muerto desangrados, cuando ya le pasaba por la mente soltarse y dejarse llevar por la oscuridad hasta la inevitable muerte se oyeron voces arriba, no eran tan estridentes como las de los asesinos, eran palabras emitidas por bocas nobles, algunas niñas, voces femeninas, de varios jóvenes y un señor mayor que decía algo sobre la terrible crueldad de aquellos seres infernales.

Manuel gritó:

-¡Auxilio, estoy aquí, estoy vivo, ayuda por favor!

-Trae la soga de la alforja del burrito, -dijo Soledad Cabrera Alcántara-

La mujer de San Gregorio, Telde. tenía sus cabritas a varios kilómetros de Caserones, al otro extremo de la Sima.

En un instante, en menos de una hora, llegó hasta Manuel una cuerda gruesa.

-Amárrate la cintura mi niño, nosotros te sacamos parriba.

El joven se ató lentamente, no podía mover el brazo derecho, afortunadamente era surdo, al momento se vio con las piernas sobre el risco oscuro, subiendo hasta que se quedó colgado, no había pared, solo oscuridad, creyó por un momento que no lo conseguiría, pero desde arriba había fuerza, voces, respiraciones aceleradas, hasta algunas risas, lo subían, lo elevaban hacia la vida, hacia aquel sol intenso de agosto del 36.

Salió lleno de polvo, la cara ensangrentada, la ropa destrozada, al momento lo acogieron, el grupito de gente buena, varias niñas, Soledad, el abuelo Ignacio Tejera.

-Mi cielo tienes que salir de aquí cuanto antes, vamos hasta la Higuera Canaria, allí te esconderemos, debemos tener mucho cuidado, haya varios vecinos chivatos, ponte estas ropas, te llamas Carlos Cabrera, eres mi hijo si alguien nos para y nos pregunta, -dijo la pobre Soledad mientras le limpiaba las heridas con su enaguas-

La comitiva solidaria partió montaña arriba, las cabras les seguían, un perro lanudo, grande, con los ojos dulces, parecía saberlo todo, cómplice directo de la evasión del muchacho de La Montañeta en el municipio de San Lorenzo.

Lo escondieron en la casa de Isabel Martel, la viuda de Antonio González, asesinado el 22 de julio del mismo año en los pozos de la finca de los Ascanio, allí quedó Manuel casi cuatro años escondido, solo salía de noche al patio bajo la parra cargada de uvas blancas, el superviviente, el único que logró salir del agujero pasaba su noches de amor con la triste Isa, su pareja entre aquel inmenso dolor, el miedo a los ladridos de los perros que anunciaban la llegada de la “brigada”.

Un amor añejo sembró de flores aquel lecho de flores, de un olor como de amapolas, incienso moruno y naranjas, mientras al otro lado de la montaña el abismo seguía cada noche siendo el lugar del crimen impune, cientos de hombres de mujeres arrojados a la oscuridad por aquellos asesinos sanguinarios, Manuel besaba a Isabel, metidos en el fondo del alpendre en la cama de paja y pinocha, supervivientes del íntimo pasaje del terror en los sueños invisibles.

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