Todo tipo de energúmenos defienden y justifican el maltrato animal, celebran financiados con el presupuesto del estado todo tipo de aberrantes espectáculos-tortura, donde la sangre es el premio para mentes psicópatas, ansiosas de ver sufrir hasta la muerte animales inocentes, elegidos para ser masacrados con dardos, lanzas, palos, rejones o ser lanzados al mar, sus cuernos quemados con yesca en plena noche hasta volverse locos de tanto terror, mientras los mozos se corren de gusto disfrutando con la mortificación, con el dolor de seres nobles, que han venido a la tierra para vivir con dignidad, para ser felices, pasar los escasos años que dura la vida disfrutando de la magia de haber nacido.
Los sucesivos gobiernos españoles han respaldado cien por cien esta vergüenza nacional, han sufragado con el dinero de nuestros impuestos unas aberraciones que la gente de bien del planeta contempla asombrada, asqueada de que puedan existir personas con tanta maldad, capaces de disfrutar con el padecimiento ajeno, con la sanguinaria costumbre del enaltecimiento patrio y la diversión colectiva a costa del tormento, de un sufrimiento tan fuerte que no se puede definir ni por la ciencia su verdadera magnitud, que hacen llorar unos ojos asustados, seres que jamás imaginarían que podrían morir de esta forma, para que cerebros con encefalograma plano, coeficiente 0.1, genes malignos como cerebro, trozos de carne con ojos, satisfagan cada verano lo que serían capaces de hacer si los dejaran con sus propios semejantes.