Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú; Enver Hoxha, 1960

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«Coexistencia pacífica entre dos sistemas opuestos no quiere decir, como pretenden los revisionistas contemporáneos, que tengamos que renunciar a la lucha de clases. Por el contrario, la lucha de clases ha de proseguir, y debe fortalecerse cada vez más en la lucha política e ideológica contra el imperialismo, contra la ideología burguesa y la revisionista. A la vez que se lucha consecuentemente para establecer la coexistencia pacífica leninista sin hacer ninguna concesión de principios al imperialismo, se ha de desarrollar en gran medida la lucha de clases en los países capitalistas, así como el movimiento de liberación nacional de los pueblos de los países coloniales y dependientes». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 1960)

Introducción de «Bitácora (M-L)»

El documento en sus manos es un registro de la lucha llevada a cabo por el Partido del Trabajo de Albania y su máximo dirigente, Enver Hoxha, frente al revisionismo moderno, y en concreto, contra la rama del revisionismo soviético encabezado por Nikita Jruschov. Sépase que la huella del jruschovismo no nace del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956, sino que hay que buscarla: sobre todo en la práctica en la reconciliación de Jruschov con el revisionismo yugoslavo de Tito en 1954 ó en las reformas económicas llevadas a cabo tanto en la Unión Soviética como en el resto de países, a partir de 1953.

En el propio XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en febrero de 1956, se produjeron las primeras reservas, entre los diferentes miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética y del resto de partidos asistentes, a aceptar la «actualización del marxismo», las «nuevas tesis» presentadas por Nikita Jruschov, y sobre todo la reticencia a aceptar el «informe secreto» respecto a la evaluación de Stalin, tanto por su contenido como por los medios mediante los cuales se había presentado –sin la aprobación de ningún órgano colectivo del partido y presentado inesperadamente a los delegados del congreso, mientras que las delegaciones extranjeras sólo pudieron leerlo–.

A sabiendas de estas reacciones adversas, el revisionismo jruschovista no había esperado a que los «stalinistas» se pusieran en acción tras este congreso, que por su ataque al marxismo-leninismo sabían que podía suponer su final, por ello previamente ya habían empezado a promocionar a diferentes «jruschovistas» en las más altas esferas de los partidos comunistas del mundo, al igual que lo había hecho en el Partido Comunista de la Unión Soviética. Muchos dirigentes marxista-leninistas bajo presiones, chantajes, amenazas y demás cartas de presentación del jruschovismo, fueron sustituidos a la fuerza antes de 1956 –Nikos Zachariadis en el Partido Comunista de Grecia, Vulko Chervenkov en Bulgaria, etc.– y otros fueron sustituidos o «perecieron» en extrañas circunstancias –como Bolesław Bierut del Partido Obrero Unificado Polaco–. Sin embargo, también hay varios ejemplos que demuestran la adhesión al revisionismo jruschovista de muchos partidos comunistas: 1) la rehabilitación de los viejos desviacionistas como János Kádár e Imre Nagy en Hungría, Marian Spychalski y Władysław Gomułka en Polonia; también los «nuevos rumbos» y las «nuevas tesis» de los diferentes congresos y plenos; 2) el VIº Congreso del Partido Comunista Búlgaro de 1954 donde Vulko Chervenkov pierde el poder ante Todor Zhivkov, el VIIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1956 donde Mao Zedong, Liu Shao-chi y Deng Xiaoping, en sus informes, saludan la nueva línea del congreso del partido soviético; el IIº Congreso del Partido Obrero Rumano de 1954, y el «cambio de chaqueta» de Gheorghiu-Dej criticando a los miembros purgados en 1952 como «stalinistas»; el Pleno del Comité Central del Partido Unificado Polaco de octubre de 1956 donde Edward Ochab replantea unas reformas económicas jruschovianas y rehabilita en el partido a Władysław Gomułka y cía., donde éste es nombrado Secretario General del partido. Por supuesto sobra decir, que todas estas nuevas dirigencias jruschovistas, o viejas dirigencias «stalinistas» ahora convertidas en fervientes jruschovistas, no tardaron en reconciliarse con Tito y rehabilitar a los titoistas de su partido.

A diferencia de todos estos indicios en estos partidos, el Partido del Trabajo de Albania, en su IIIº Congreso de 1956, no se adhirió a las nuevas tesis jruschovianas en ningún ámbito, ni en las tesis sobre la toma de poder, ni sobre la coexistencia entre sistemas, ni sobre la evaluación de Stalin, ni sobre el tema yugoslavo, ni sobre la naturaleza del imperialismo y el cambio del capitalismo, etc. De igual modo protestó por la supresión de las resoluciones de la Kominform primeramente, y posteriormente por la disolución de forma irregular y sin consulta de la Kominform que llevaron a cabo los jruschovistas en 1956 –actos que los nuevos revisionistas aplaudieron–. Otra muestra clave es que a diferencia del resto de países, en Albania, pese a las presiones de los soviéticos, jamás se rehabilitaron a los titoistas como Koçi Xoxe. Y precisamente durante 1956, y de nuevo a través de la influencia yugoslava y ahora soviética, algunos elementos –muchos de ellos en contacto con ambos revisionismos– intentaron de forma irregular que el partido se replanteara y aceptara las tesis del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, intento que fue rechazado.

Pese a la ofensiva revisionista: el Partido del Trabajo de Albania consiguió que en la Conferencia de Moscú de 1957 se mantuvieran unas tesis decentes y acordes con el marxismo-leninismo sobre varias cuestiones, en gran parte gracias al esfuerzo de este partido como decimos, en parte al correcto esfuerzo de otros, pero sobre todo también a que los revisionistas modernos se tomaron un descanso en su ofensiva derechista tras los sucesos acontecidos en Hungría y Polonia en 1956, ya que veían los desastres que estaban causando –los revisionismos yugoslavos declararon tal conferencia como un paso atrás respecto al XXº Congreso de la Unión Soviética de 1956–. No debemos cerrar los ojos, entonces, ante la evidencia de quién supo armar una defensa estoica en esos momentos de vacilación generalizada, por ello se debe subrayar el papel de Enver Hoxha a la cabeza de un gran partido proletario como el Partido del Trabajo de Albania en la lucha contra el jruschovismo en sus inicios. La defensa del marxismo-leninismo y de la figura de Stalin sin reservas, ni concesiones, de ningún tipo se puede observar como decíamos ya en el informe de Enver Hoxha presentado en el IIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, celebrado en mayo de 1956 en el cual desmontaba todas las teorías que querían revisar el marxismo-leninismo con la excusa de la «nueva situación internacional», del «desarrollo del marxismo», de «corregir los errores del pasado», etc. El informe en la Conferencia de Moscú de 1960, el presente documento, no es pues, más que la continuación de la pugna ideológica contra el revisionismo moderno iniciado cuatro años antes. Y sería el preludio de un amplio abanico de análisis sobre el revisionismo soviético y su degeneración en un partido burgués, y la degeneración de la Unión Soviética en un país socialimperialista debido precisamente a la desviación nacida en este partido que aquí empieza a denunciar Enver Hoxha.

Si bien muchos partidos como el Partido de los Trabajadores de Corea, el Partido de los Trabajadores Vietnamita, el Partido Comunista de China, ayudaron en parte a la exposición de las políticas antimarxistas de Jruschov y el Partido Comunista de la Unión Soviética, todos ellos, de una forma u otra, mostraron constantes vacilaciones, hasta que finalmente dejaron de exponer y denunciar al revisionismo soviético. En concreto estos tres partidos, acabarían aceptando al revisionismo soviético como marxismo-leninismo durante uno u otro periodo, tomemos como ejemplo el revisionismo chino:

«Mao Zedong se puso de parte de Jruschov, le defendió y elogió hasta que él pudo establecer y fortalecer su posición. Por lo tanto, en esa situación, con esas ideas, Mao Zedong y Liu Shao-chi estaban de acuerdo entre sí y ambos fueron derechistas. Este apoyo era evidente en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China en 1956. Era un congreso derechista, en efecto, uno en el que Jruschov había indicado la forma en la que debía actuar. (…) [Jruschov] Tenía la intención de matar dos pájaros de un tiro: internamente; remplazando el «culto a Stalin» con su propio culto, y también en el movimiento comunista internacional; para asegurar que él mismo y nadie más, fuera el mandamás, por lo tanto, tampoco Mao Zedong. Mientras tanto, Mao Zedong tenía la esperanza de que después de esto, los papeles cambiaran: Jruschov «sería el discípulo de Mao Zedong». (…) Así es como Mao Zedong comenzó a adoptar una casi posición «marxista-leninista». En la Conferencia de los 81 partidos en Moscú los chinos estuvieron obligados a realizar modificaciones en su forma de hablar y a adherir su línea con la nuestra. Decimos que comenzaron a adoptar una posición casi «marxista-leninista», porque después, en el XXIº, XXIIº y XXIIIº, Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, los maoístas estuvieron tratando de lograr la reconciliación [con los soviéticos]». (Enver Hoxha; La línea de los chinos es derechista; Reflexiones sobre China, Tomo II, 12 de junio, 1976)

En el caso del revisionismo coreano y vietnamita, muchas veces también se alinearían junto a los revisionistas soviéticos sobre muchas cuestiones, y como decimos, finalmente aceptarían como normales todas las desviaciones de los soviéticos y proclamarían que los dirigentes soviéticos eran grandes marxista-leninistas. El revisionismo chino sin embargo, tomaría un camino distinto como sabemos, y de las constantes vacilaciones y reconciliaciones con los revisionistas soviéticos, pasó a formular la «teoría de los tres mundos», donde según su visión el revisionismo soviético era el enemigo número uno del mundo, a diferencia del imperialismo estadounidense y otros imperialismos que se habían «debilitado», y que era necesario aliarse con los imperialismo «debilitados» y apoyar sus organismos como la OTAN o la Comunidad Económica Europea; estas tesis eran una recuperación de las tesis jruschovistas sobre los imperialismos y su naturaleza –he aquí porqué este documento resulta de tanta importancia para desenmascarar la demagogia de los distintos revisionismos y sus tesis sobre varias cuestiones–. Finalmente también el revisionismo chino, acabaría aceptando al revisionismo soviético como marxismo-leninismo.
***

Hemos creído necesario añadir las anotaciones del francés Gilbert Mury, quién en su libro de recopilación de textos de Enver Hoxha: «Contra el revisionismo» de 1972, añade unas notas bastante interesantes que al lector le permitirán una mejor comprensión del contexto del discurso.

Notas

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