El Gobierno venezolano es nuevamente blanco de difamación por medios nacionales y extranjeros por la muerte de Luis Manuel Díaz, un dirigente político de oposición, y cuya responsabilidad se le atribuye – sin presentar pruebas que lo sustenten- al Partido Socialista Unido de Venezuela, a solo dos semanas de que se realicen las elecciones parlamentarias.
El jefe de Estado, Nicolás Maduro, dijo que las primeras versiones de la investigación apuntan a que el crimen fue resultado de un sicariato entre bandas rivales y que la acusación del secretario general del partido de oposición Acción Democrática, Henry Ramos Allup, es falsa y temeraria. «Ellos andan buscando algo. Andan buscando llenar el país de violencia».
Maduro alertó que maneja información de inteligencia sobre planes de desestabilización que prepara la oposición como parte de su campaña electoral para las venideras elecciones del 6 de diciembre.
De acuerdo a cómo sucedieron los hechos y las acusaciones, se trata del escenario más esperado y probable de quienes calculan la violencia política necesaria para forzar el calentamiento de las calles, tal como ha pasado en otras oportunidades (golpe de Estado a Hugo Chávez en 2002, la descarga de la “arrechera” que pidió Henrique Capriles en 2013 y guarimbas de 2014).
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