En respuesta, los askaris de Washington reiniciaron en la frontera sus emisiones de propaganda, mezcladas con música pop, con potentes altavoces. Por su parte EE.UU. anunció el envío a la península coreana de portaaviones, bombarderos estratégicos, submarinos nucleares y un sinfín de cosas más.
Pyongyang en cambio fue más modesto: comenzó a lanzar globos hacia el sur de los que colgaban bolsas que contenían propaganda criticando el servilismo de los dirigentes sureños, incluido el “presidente”, Park Geun-hye.
No fueron precisamente agradables los “regalos del Norte” que se encontraron la policía y el ejército askari desplazados a las zonas fronterizas para recoger los folletos por si había algo nocivo en el interior de ellas (de haber sido así, ellos morirían antes que el amo yanqui que dio la orden).
“Nos preocupa que puedan contener sustancias peligrosas para la salud como productos químicos” , dijo un portavoz policial askari.
Pero los temores suscitados por aquellas enigmáticas bolsas se disiparon por completo. Cuando las abrieron se encontraron con basura ordinaria, a veces mezclada con folletos, colillas de cigarrillos y papel higiénico… usado.
¿Por cierto no decían que en las sociedades comunistas escaseaba ese tipo de papel? Seúl muestra una prueba gráfica, y bien gráfica, de que parece ser que no.