¡Que se calle Fidel!, expresan a coro como movidos por un resorte automático que exige unanimidad de aplausos a las palabras del presidente norteamericano en la capital cubana, un discurso que si bien contiene palabras almibaradas muy altruistas encaminadas aparentemente a dejar atrás las diferencias con el gobierno y el pueblo cubano, llevaba también en su contenido un mensaje injerencista- y esa es la lectura real del discurso de Obama- de respaldo y aliento a quienes intentan ahora por otros medios, desde el exterior y dentro de Cuba, sustituir la Revolución por el sistema político-económico que se conoce como “Democracia representativa capitalista norteamericana”.
Lo único que ha hecho Fidel Castro con su artículo “Hermano Obama” del lunes en el diario Granma, es dar su opinión y abrir a debate ante el pueblo de Cuba y el mundo el verdadero contenido e intenciones de la visita y discurso del presidente norteamericano en La Habana.
Todo el mundo y su tía ha opinado de las “maravillas” de lo que dijo Obama con entera libertad de expresión en el Gran Teatro de La Habana, palabras que fueran además trasmitidas en vivo y en directo al pueblo de Cuba y al mundo por la televisión nacional cubana.
Pero cuando Fidel Castro sale a la palestra para expresar una opinión discrepante del coro, si bien moderada y respetuosa para el mandatario norteamericano, allá van andanadas vociferantes que gritan enardecidas: ¡Que se calle Fidel! ¿Es esa la libertad de expresión que pregonan los cipayos del norte pagados por Washington?
Eso es lo que dicen: ¡Que se calle Fidel!
Si eso es democracia, a mi tía en silla de ruedas hay que llamarle bicicleta.
(El Duende de Max Lesnik)