Los que pensaban que la caída del muro iba a significar, entre otras cosas, el fin de las campañas anticomunistas más agresivas y soeces, estaban en un error.
Se ha pasado en unos años de responsabilizar a la Unión Soviética de todos los males que podían afectar a los trabajadores de los países capitalistas, a focalizar en Venezuela, Cuba o Corea del Norte las plagas que nos azotan (y vendrán) si tenemos la osadía de no votar a la derecha.
Con gran habilidad, pero sobre todo con el inmenso poder mediático que acumulan, transmiten a las gentes que crisis, desahucios, desempleo, corrupción, sueldos-miseria, exilio, leyes represivas… son cosas poco importantes y ya muy manidas (amortizadas, dicen ellos en su lenguaje de marketing), y que por tanto no merece la pena que aparezcan en la agenda diaria de los señores candidatos y las señoras candidatas.
El comunismo en general sí y Maduro también porque hay presos políicos, y el que ose decir que son golpistas, tal y como demostró la justicia venezolana, es un antisistema peligroso. Es lógico que en un período de lucha de clases como el que vivimos – y el que se avecina tras los recortes que exige la Troika para el 2017- los altavoces mediáticos del régimen acudan al anticomunismo de siempre.
No importa que ninguno de los candidatos a Presidente de Gobierno defienda abiertamente el socialismo. Es por si acaso en un futuro muy próximo los afectados por la crisis, los desahucios, el desempleo, la corrupción, los sueldos-miseria, el exilio, las leyes represivas deciden agruparse en torno a la rebeldía.
Nota: Desconocemos al autor del escrito.