Hace 70 años en Moramanga, Madagascar, el ejército colonial francés disparó contra tres vagones de transporte de ganado de un tren en el que viajaban 166 presos del Movimiento Democrático de Renovación Malgache. Los cadáveres fueron cargados en varios camiones y enterrados en una fosa común.

Moramanga es una localidad a unos cien kilómetros de Tananarive, la capital malgache y el crimen sigue vivo en la conciencia de la población porque fue la primera de una serie de carnicerías en las que fueron asesinados decenas de miles de africanos. Literalmente, decenas de miles.

Eran las tres de la madrugada del 5 de mayo de 1947 y los presos llevaban tres días detenidos en mazmoras sombrías después de que el gobierno impusiera el estado de sitio para tratar de sofocar el levantamiento popular contra el colonialismo.

Las tropas habían sido reforzadas hasta completar un contingente de 18.000 soldados, principalmente fusileros senegaleses a las órdenes del general Pellet. Mientras, en París, el gobierno acusa al Partido Comunista de promover la insurrección anticolonial

Madagascar era una colonia francesa desde 1896 pero la población había quedado exluida de cualquier derecho, ya que se les impuso la condición de “indígenas” y se la sometió a trabajos forzosos. Mientras los europeos vivían de manera opulenta, la inmensa mayoría pasaba hambre.

Hasta que en la noche del 29 de marzo de 1947 los pescadores y campesinos más pobres se levantaron armados con machetes, y atacaron el campamento militar de Moramanga, comisarías de policía, edificios públicos y plantaciones agrarias.

El colonialismo impuso el estado de sitio y ordenó la disolución del Movimiento Democrático de Renovación Malgache. Las detenciones fueron masivas, pero el levantamiento tardó 15 años en ser sofocado a sangre y fuego.

Un mes después del levantamiento, las tropas quisieron castigar de manera ejemplar al movimiento en Moramanga, el mismo lugar en el que tuvo su origen. Los criminales actuaron bajo las órdenes del comandante Joubert de manera cobarde e impune, pretextando que la población iba a tratar de liberar a los detenidos.

El fusilamiento se prolongó durante una hora; hasta que nadie quedó vivo. Con las primeras luces de la mañana, las tropas empezaron a abrir las puertas de los vagones. Algunos aún agonizaban entre gemidos, rodeados de sangre por todas partes. Los 71 supervivientes fueron conducidos a la cárcel de Moramanga, donde a los tres días acabaron murieron del hambre y las turturas.

La matanza se conoce al detalle porque sobrevivió uno, Rakotoniaima, al que dieron por muerto y logró escapar. Relató que las tropas esperaron la llegada de más presos para que cavaran fosas comunes en las que enterraron a los presos. Otros detalles se conocen gracias a las narraciones de los soldados senegaleses que participaron en la matanza.

El número de muertos que costó la liberación de Madagascar es objeto de una enconada polémica entre los historiadores. Las cifras oscilan entre 10.000 y 100.000 asesinatos, aunque el gobierno francés ha admitido 89.000 como balance oficial, la mayor parte de ellos tiroteados impunemente en las calles y en los campos.

Pueblos enteros fueron arrasados literalmente y desaparecieron de los mapas para siempre, lo que estuvo acompañado de las lacras de toda guerra colonial, como violaciones, torturas y humillaciones. Era un anticipo de los métodos brutales que Francia iba a poner en práctica en Argelia y los fascistas en Chile desde 1973. Una de ellas consistía en lanzar vivos a los detenidos desde los aviones militares.

A Madagascar la llaman “la isla roja” seguramente porque desde 1947 está bañada por un océano de sangre. Desde entonces las manifestaciones de masas son una constante.

Los malgaches celebran con manifestaciones en la calle el inicio de la lucha anticolonialista

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