El submarino nuclear estadounidense USS Cheyenne atraca en la ciudad portuaria de Busan, en Corea del Sur, para reabastecerse.
Antes de esta parada técnica, dicho sumergible de ataque, de 110,3 metros y capaz de ejecutar combates antisubmarinos y antisuperficie, participó en simulacros con la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón, aunque una fuente militar estadounidense, citada por la agencia surcoreana Yonhap, ha comentado que no está programado que intervenga en nuevos ejercicios militares.
El USS Cheyenne (SSN-773) puede llevar a bordo a alrededor de 130 personas y está equipado con misiles de crucero Tomahawk —con una autonomía de vuelo que ronda los 3100 kilómetros— y con un sistema de misiles antibuque Harpoon, que posee una autonomía próxima a los 130 kilómetros.
A finales de abril, el submarino USS Michigan, dotado de misiles, también atracó en territorio surcoreano.
Las amenazas de Pyongyang contra Washington cada vez adquieren un cariz más real y tétrico, pues el país asiático no cesa de realizar pruebas misilísticas, que, conforme a los expertos, tienen como objetivo mostrar músculo a EE.UU.
Pyongyang insiste en que su escalada militar es una respuesta a las amenazas de Washington, ya que cree que EE.UU. pretende como último paso forzar un cambio de Gobierno en Corea del Norte.
