Un alto miembro del Consejo Revolucionario de Al-Fatah equiparó al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, con el terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
En una entrevista concedida a la cadena británica BBC en árabe, Mohamad Alham denunció la brutal represión del régimen israelí contra los palestinos y equiparó a Netanyahu con la banda ultraviolenta Daesh.
Advirtió sobre los intentos del régimen israelí para convertir la lucha “política” del pueblo palestino por su derecho legítimo a tener un Estado propio en una “batalla religiosa”, según recoge este domingo la cadena iraní en lengua árabe Al-Alam.
“Tanto Daesh como Netanyahu aspiran a formar un gobierno religioso. El primer ministro israelí preside un gabinete terrorista”, dijo el funcionario palestino, quien integra el Consejo Revolucionario del Movimiento Palestino de Liberación Nacional (Al-Fatah).
Pidió unidad entre todos los grupos políticos palestinos para poder acabar con décadas de la ocupación israelí en la ciudad de Al-Quds (Jerusalén), y en la sagrada Mezquita Al-Aqsa.
No demandamos solamente el cese del arco electrónico de seguridad (instalado por Israel en algunos de los accesos de la Mezquita Al-Aqsa), sino el fin de la ocupación israelí. Tenemos un derecho histórico por Al-Quds y este será la capital del futuro Estado palestino, subrayó el oficial palestino.
Cisjordania y Al-Quds viven varias jornadas de protesta desde que el régimen de Israel impuso nuevas medidas de seguridad y restringió el acceso de palestinos a la Explanada de las Mezquitas. Las cruentas represiones del régimen israelí contra los manifestantes palestinos han dejado varios muertos y un gran número de heridos.
Los palestinos protestan contra los detectores de metales colocados por Israel en algunos de los accesos de la Mezquita Al-Aqsa y rechazan someterse a los controles de seguridad israelíes, ya que para los palestinos no es sólo un arco electrónico de seguridad, sino un símbolo “humillante” del control israelí iniciado con la ocupación de Cisjordania y Al-Quds desde 1967 y una violación del sensible statu quo en el tercer lugar más sagrado para el Islam.