Una encuesta divulgada hace unas horas por el instituto DataPoder360 revela que en las últimas semanas, el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha ganado seis puntos porcentuales en la intención de voto rumbo a las elecciones presidenciales de 2018.
De acuerdo con el sondeo, luego de la condena a nueve años y medio de prisión, en medio del contexto de la operación Lava Jato, el apoyo electoral a Lula creció del 26 al 32.
En los dos escenarios diseñados con la participación de Lula, el ex dignatario resulta vencedor, en ambos casos frente a Jair Bolsonaro, del Partido Social Cristiano (PSC), quien también en ese lapso aumentó en cuatro por ciento la intención de voto.
Si además de Lula y Bolsonaro en la contienda participaran el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckim (Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB), Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT por sus siglas en portugués) y Marina Silva (Red), los por cientos de votación serían de 32, 25, 4, 4 y 3, en ese mismo orden.
En caso que la alternativa del PSDB fuera el alcalde de Sao Laulo, Joao Doria, entonces Lula vencería con el 31 por ciento de los votos, seguido por Bolsonaro (18), Doria (12), Gomes (6) y Marina (3).
De no figurar en las boletas el ex mandatario brasileño, y en su lugar el candidato del PT fuera el ex alcalde paulista Fernando Haddad, en los dos escenarios diseñados el triunfo sería para Bolsonaro, con 27 y 25 por ciento de respaldo, respectivamente.
Una de las explicaciones para el crecimiento de Lula -dijo el diario digital Brasil 247- es la percepción, por gran parte del electorado, de que él viene sufriendo persecuciones judiciales, mientras políticos de otros partidos, en especial el PSDB y el gobernante Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), son blindados por ese Poder.
La propia publicación difundió hoy una entrevista con el gobernador petista del estado de Minas Gerais, Fernando Pimentel, quien sostuvo que ‘si por algún motivo Lula fuera impedido de ser candidato, podrán estar empujando al país hacia una convulsión social nunca vista’.
Pimentel insistió en que, a diferencia del 2002, la candidatura de Lula dejó de ser una esperanza para transformarse en la única certeza del pueblo de que es posible superar la degradación económica y política traída por el gobierno (de Michel) Temer y esperar por días mejores.