Lo que Fidel le dijo a Lula en enero de 2008

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Tú eres productor de alimentos, le añadí, y además acabas de encontrar importantes reservas de crudo ligero. Brasil posee 8 millones 534 mil kilómetros cuadrados y dispone del 30 por ciento de las reservas de agua del mundo. La población del planeta necesita cada vez más alimentos, de los cuales ustedes son grandes exportadores. Si se dispone de granos ricos en proteínas, aceites y carbohidratos ―que pueden ser frutos, como la semilla del marañón, la almendra, el pistacho; raíces, como el maní; la soya, con más del 35% de proteína, el girasol; o cereales, como el trigo y el maíz―, es posible producir la carne o la leche que desees. No mencioné otros de la larga lista.

En Cuba, le continué explicando, tuvimos una vaca que estableció récord mundial de leche, una mezcla de Holstein con Cebú. De inmediato Lula la mencionó: “¡Ubre Blanca!” exclamó. Recordaba su nombre. Le añadí que llegó a producir 110 litros diarios de leche. Era como una fábrica, pero había que darle más de 40 kilogramos de pienso, el máximo que podía masticar y tragar en 24 horas, una mezcla donde la harina de soya, una leguminosa muy difícil de producir en el suelo y clima de Cuba, es el componente fundamental. Ustedes tienen ahora las dos cosas: suministro seguro de combustible, materias primas alimenticias y alimentos elaborados.

Se proclama ya el fin de los alimentos baratos. ¿Qué harán las decenas de países con muchos cientos de millones de habitantes que no cuentan con una cosa ni otra?, le expreso. Esto significa que Estados Unidos tiene una enorme dependencia externa, pero a la vez un arma.

Sería echando mano de todas sus reservas de tierra, pero el pueblo de ese país no está preparado para eso. Ellos están produciendo etanol a partir del maíz, lo cual provoca que retiren del mercado una gran cantidad de ese grano calórico, continué argumentándole.

Lula me cuenta, con relación al tema, que los productores brasileños están vendiendo ya la zafra de maíz del 2009. Brasil no es tan dependiente del maíz como México o Centroamérica. Pienso que en Estados Unidos no se sustenta la producción de combustible a partir del maíz. Eso confirma, le afirmé, una realidad con relación a la subida impetuosa e incontrolable de los precios de los alimentos, que afectará a muchos pueblos.

Tú en cambio cuentas, le dije, con un clima favorable y una tierra suelta; la nuestra suele ser arcillosa y a veces dura como el cemento. Cuando vinieron los tractores soviéticos y los de otros países socialistas se rompían, hubo que comprar aceros especiales en Europa para fabricarlos aquí. En nuestro país abundan las tierras negras o rojas de tipo arcilloso. Trabajándolas con esmero, pueden producir para el consumo familiar lo que los campesinos del Escambray denominaban “alto consumo”. Ellos recibían del Estado cuotas de alimentos y consumían además sus productos. El clima ha cambiado en Cuba, Lula.

Para producciones comerciales de granos en gran escala, como requieren las necesidades de una población de casi 12 millones de personas, nuestras tierras no son aptas, y el costo en máquinas y combustibles que el país importa, con los actuales precios, sería muy alto.

Nuestra prensa publica producciones de petróleo en Matanzas, la reducción de costos y otros aspectos positivos. Pero nadie señala que su precio en divisas hay que compartirlo con los socios extranjeros que invierten en las sofisticadas máquinas y la tecnología necesarias. Por otro lado, no existe la mano de obra requerida para aplicarla intensivamente en la producción de granos, como hacen los vietnamitas y chinos cultivando mata a mata el arroz y extrayendo a veces dos y hasta tres cosechas. Corresponde a la ubicación y tradición histórica de la tierra y sus pobladores. No pasaron antes por la mecanización en gran escala de modernas cosechadoras. En Cuba hace mucho rato que abandonaron el campo los cortadores de caña y los trabajadores de los cafetales de las montañas, como era lógico; también gran número de constructores, algunos de la misma procedencia, abandonaron luego las brigadas y se convirtieron en trabajadores por cuenta propia. El pueblo sabe lo que cuesta arreglar una vivienda. Es el material, más el elevado costo del servicio que le prestan por esa vía. El primero tiene solución, el segundo no se resuelve ―como creen algunos― lanzando pesos a la calle sin su contrapartida en divisas convertibles, que ya no serán dólares sino euros o yuanes cada vez más caros, si entre todos logramos salvar la economía internacional y la paz.

Tomado del blog La Pupila Insomne

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