Las elecciones para elegir a los miembros de las Asambleas Provinciales del Poder Popular y a los diputados a la Asamblea Nacional de Cuba acaban de ser convocadas.
Esos comicios, probablemente los más importantes en las últimas décadas en la isla, siguen a otros anteriores, donde se eligieron a los miembros de las mismas Asambleas, pero al nivel municipal.
De las que acaban de ser convocadas resultará el nuevo parlamento cubano y su órgano superior, el Consejo de Estado.
Y este elegirá al nuevo presidente de la República de Cuba: al sucesor de Raúl Castro.
A partir de entonces, quien lo duda, se abrirá una etapa diferente en la historia de la Revolución de Cuba y en toda la historia republicana caribeña.
Hombres y mujeres que no basan su legitimidad en los méritos alcanzados durante los momentos épicos de la Revolución – la lucha contra Batista, la resistencia frente a las agresiones de Estados Unidos – se harán cargo de la conducción del país, de salvaguardar los logros del proceso revolucionario, de seguir indagando en la vía cubana para desarrollar el proyecto socialista y de resistir la omnipresente hostilidad del vecino del norte.
Casi nada.
Enrique Román