No obstante, no dice en qué consistirán. Mike Pompeo ha prometido que serán “únicas” y “diferentes” de las propuestos hasta ahora.
El texto aprobado también es bastante vago en lo que se refiere al calendario, y deja su aplicación a la continuación de las negociaciones, que comenzarán la próxima semana bajo la dirección del jefe de la diplomacia estadounidense Mike Pompeo, un actor clave en el relanzamiento del diálogo.
El encuentro hubiera sido imposible si Trump no hubiera hecho una segunda concesión: poner fin a los ejercicios militares conjuntos con Corea del sur, descritos como “muy provocativos” desde el norte. La congelación de estas maniobras, fuente de tensiones recurrentes, era una antigua exigencia del gobierno de Pyongyang.
China, el principal socio de Pyongyang, acogió inmediatamente el comienzo de una “nueva historia”. Japón, por su parte, ha sido más mesurado, acogiendo con beneplácito sólo un “primer paso hacia una resolución integral”.
El encuentro, que duró cinco horas, es el primero entre un presidente estadounidense en ejercicio y un dirigente norcoreano. Estuvo marcado por los apretones de manos entre los dos hombres, una imagen inimaginable hasta hace unos meses, cuando intercambiaron insultos.