La matemática del crimen tiene sus límites. La hipótesis en la que se basa, atribuyéndole efectos de contagio y refuerzo, está totalmente desconectada del contexto socioeconómico en el que se produce el delito. La propagación de los terremotos depende de su propia estructura espacial, pero es difícil imaginar un enfoque tan estructural del espacio para un fenómeno tan contingente como el delito. Contrariamente a la estructura de la actividad sismológica, el proceso de contagio, cuando se observa, no es estable en el tiempo porque evoluciona en función de las interacciones entre el fenómeno de la delincuencia y las fuerzas externas (en particular la propia represión policial).

La mayor parte de las investigaciones sobre algoritmos de predicción las llevan a cabo los propios accionistas de PredPol y han sido ampliamente criticados. Su metodología se considera a menudo rudimentaria y la presentación de los resultados es engañosa.

Es obvio que no se denuncian todos los crímenes y delitos, lo que sesga los datos utilizados por el programa y, por lo tanto, distorsiona sus predicciones. Cuando la eficacia de PredPol se compara rigurosamente con la de los algoritmos o mapas que indican “puntos calientes” en un área geográfica, su valor añadido parece bajo.

Algunos investigadores afirman que los vaticinios de PredPol se sostieneen en una tautología: la mayor parte de los delitos ocurren en las áreas históricamente más criminógenas de una ciudad.

Los nuevos métodos informáticos también tienen su costo: el de privatizar un función esencialmente pública, como es la represión policial. PredPol es una herramienta de recorte del gasto público, de reprimir más con menos.

La impresión es engañosa. Parece que la policía realiza bien su trabajo aunque, en realidad, su simple presencia en los “puntos calientes” es disuasoria. El número de denuncias desciende y los delincuentes se van a otro sitio a hacer lo mismo.

La policía predictiva se limita asignar cada día los recursos policiales sobre el terreno en función de las denuncias que presentan las víctimas. Dado que el algoritmo se alimenta únicamente de esos datos, y no de otros, como las detenciones, la oferta de seguridad se dirige únicamente hacia quien denuncia.

Así se reproduce la discriminación, porque las encuestas de victimización muestran que los estratos más bajos de la sociedad denuncian menos que los más altos. Como siempre, la impunidad de unos está ligada a la exclusión de los otros.

Como es obvio, en el mejor de los casos, PredPol está diseñado para prevenir los pequeños delitos callejeros, que son los que cometen los estratos sociales bajos, mientras que los delitos “de cuello blanco” quedan en la sombra.

En una sociedad dividida en clases sociales, la policía no puede funcionar de otra forma que ésa.

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