Fuerte, ¿verdad? Se ha hablado de revoluciones con tanta facilidad como nos cambiamos de ropa: que si “las revoluciones árabes”, que si “la revolución siria”, que si la de las flores, que si… Se han dicho tantas tonterías que yo voy a utilizar ese mismo lenguaje para abordar una hipótesis: ¿y si Trump fuese un revolucionario?

Ya estoy viendo a mucha gente llevándose las manos a la cabeza. Que si las manifestaciones, que si hace esto o lo otro, que si…

La reunión con Putin ha sido todo y nada al mismo tiempo. Jano, otra vez, en estado puro. Las dos caras.

Todo porque Trump ha puesto patas arriba al llamado “estado profundo” en EEUU. Nada porque no se ha llegado a acuerdo concreto alguno. Esta portada es total, y lo es porque representa el sentir del “estado profundo”.

No hubo acuerdos concretos, pero tanto EEUU como Rusia han reconocido la importancia del otro. Y lo más importante: Trump ha roto la retórica de los “progres” (Clinton, Obama, el Partido Demócrata) negando o rechazando el papel de Rusia en geopolítica. Lo que dijo Trump sobre Siria es lo suficientemente relevante para justificarlo. Siguen las discrepancias en Ucrania, el Donbás, los gasoductos… Pero se ha entrado en la fase 2, en las negociaciones sectoriales y eso será en los próximos meses, después de noviembre.

Porque hay que entender una cosa: en noviembre hay elecciones en EEUU, para el Congreso y para un tercio del Senado. Eso es en lo que está pensando Trump, y no en otra cosa. Todo lo que está haciendo tiene como horizonte esa fecha. Hacer del Partido Republicano “su” partido, que ahora no lo es, y derrotar con más rotundidad al Partido Demócrata son sus objetivos centrales. Todo lo demás es secundario.

Por partes. La única virtud de su triunfo fue su intención de llegar a unas buenas relaciones con Rusia (que no con China). Eso significa que sus críticas a la OTAN (aunque formalmente aún siga dándole pábulo) van en esa dirección porque lo contrario (la ciénaga en la que chapotean el Pentágono, los burócratas de la OTAN y la propia UE) es una reliquia de la Guerra Fría que hoy ya no existe. Y si no existe ¿por qué mantener a 35.000 soldados en Alemania? Porque eso es lo que dijo, sin decir, a Merkel. Eso es un montón de dinero que paga EEUU, no Alemania.

¿Alguien recuerda que es algo que ya dijo en Singapur, cuando la reunión con Kim Jong-un sobre la presencia de 29.000 soldados en Corea del Sur? Flaca memoria. Trump utilizó entonces casi las mismas palabras. Siempre os he dicho que hay que mirar sin orejeras, ver mucho más allá.

Esta es la principal razón del pánico de la UE y del Pentágono. La OTAN está débil, es una institución agresiva, sí, pero derrochadora. Si hay que derrochar, que se haga con armas estadounidenses, no con soldados.

Trump está buscando tiempo. Lo necesita como el comer para irse deshaciendo de todo esa pléyade de parásitos de Washington y Bruselas. Parásitos guerreristas. La OTAN tiene 4.000 funcionarios solo en Bruselas. Añadid lo que hay en los 28 países que la componen. Y a los fabricantes de armas. Y a los contratistas. Es decir, que toda esta gentuza vive de “la amenaza rusa”. Si desaparece la amenaza, desaparecen ellos. Y Trump ha dado un pasito para que eso comience, por lo menos, a pensarse. La reacción de medio mundo, o también del otro medio, ha sido entre histérica y escéptica. Pero el acercamiento de Trump a Putin tiene un relieve importante. Ha sido la escenificación más clara de que EEUU no se enfrenta a un enemigo mortal. Igual que con Corea del Norte. Al mismo tiempo, deja bien claro que su preocupación es otra: la primera, China; la segunda, Irán.

Así hay que interpretar su gira por Europa y Helsinki: se ha iniciado un cambio, veremos si histórico, en la política exterior de EEUU porque ha rechazado las premisas fundamentales en las que se asentaba hasta ahora porque ha culpado de las malas relaciones con Rusia no a los rusos, sino al establecimiento estadounidense. Y, de rebote, a sus vasallos europeos.

Y tal vez, solo tal vez, Trump ha intuido que lo que dice Putin es verdad: las armas rusas son tan superiores que dejan al complejo militar-industrial con el culo al aire. Ahora mismo están muy por detrás y eso son miles de millones de dólares que hay que invertir y para los que se necesita un enemigo. Es la guerra de las galaxias al revés. Putin y Trump coinciden en algo: quieren centrarse en el frente interno antes que en el externo. Este es el mensaje de la reunión de Helsinki.

El Lince

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