El New York Times se enfadó mucho por la muerte y posterior resurrección de Arkady Babchenko en Kiev. A los periodistas gringos no les gusta que les tomen el pelo: son ellos quienes toman en pelo a los demás.

El cabreo explica el interesante artículo publicado el mes pasado (*), porque el Caso Babchenko ha conducido a la típica paradoja de que quienes se han visto obligados a confesar han sido los espías que organizaron el montaje de la muerte y posterior resurrección. Al final el interrogador ha sido interrogado: el espionaje quería detener e interrogar a los sospechosos que debían conducirles hasta el Kremlin. Un montaje debía llevar a otro, a la campaña de intoxicación mediática.

A Babchenko le suman otros esperpentos de parecida factura, fabricados por el espionaje ucraniano: un sacerdote reaccionario llamado Oleksiy Tsimbalyuk y furibundo antiruso y el director de un fabricante de armas ucraniano.

El sacerdote confiesa, a su vez, que trabaja para los servicios de inteligencia ucranianos. Los funcionarios ucranianos lo negaron inicialmente, pero en el caso del sacerdote se contradijeron a sí mismos y admitieron que había desempeñado un papel, pero no quisieron decir cuál.

Además, añade que fue contratado por sus jefes para matar a Babchenko.

Tsimbalyuk es un antiguo monje y diácono de la Iglesia Ortodoxa Rusa que usaba el nombre de Aristarkh y combatió en la Guerra del Donbas junto a las bandas fascistas. En un documental de 10 minutos sobre él, que apareció en línea en enero de 2017, describió el asesinato de miembros de milicias respaldadas por Rusia en Ucrania oriental como un “acto de misericordia”.

Su fe política es más fuerte que su fe religiosa y la animadversión por Rusia hizo que abandonara a la Iglesia rusa y se pasara a otra disidente.

El cura asegura en su perfil de Facebook que se presentó a las autoridades después de haber sido contratado para matar a Babchenko. En Facebook las fotos no lo muestran con sotana sino con equipo de combate caqui, incluyendo un escudo de los fascistas de Pravy Sektor.

Resumiendo: dada su enemistad hacia Rusia, es absolutamente inverosímil que haya sido elegido por Rusia para llevar a cabo el encargo de matar a Babchenko.

Cuando el cura publicó por primera vez la información en Facebook, un portavoz del espionaje ucraniano negó que ellos estuvieran involucrados aunque más tarde admitió lo contrario.

Pero el cura sólo era el pistolero, el ejecutor material. Detrás estaba el organizador: Boris L. Herman. Según admite el gobierno de Kiev, Herman no sólo se estaba preparando para matar a Babchenko sino que tenía una lista de unas treinta personas más que había que eliminar, naturalmente siguiendo órdenes de Moscú.

Un tribunal de Kiev acusó a Herman del asesinato ficticio y ha estado preso preventivamente durante dos meses. Los fiscales dijeron que había pagado al presunto asesino un depósito de 15.000 dólares, la mitad de lo que le prometieron por el crimen.

En el tribunal, Herman intentó vincular el complot con Putin y afirmó que, lo mismo que el sacerdote, él también había trabajado para el gobierno de Kiev desde el principio. Fue contactado por primera vez a principios de este año, afirmó.

“Recibí una llamada de un conocido de larga data que vive en Moscú, y durante mi comunicación con él, resultó que estaba trabajando para una fundación de Putin para orquestar la desestabilización en Ucrania”, dijo Herman.

Admitió que sabía perfectamente que no habría ningún asesinato. El monje fue contratado porque no quería matar a un hombre desarmado, dijo al tribunal. Una vez que tuvo lugar el “asesinato”, dijo que su contacto ruso le dio una lista con otros 30 nombres, que pasó a la contrainteligencia ucraniana.

El abogado de Herman, Eugene Solodko, escribió en Facebook que su cliente era el director ejecutivo de Schmeisser, una empresa ucraniano-alemana y el único fabricante de armas en Ucrania que no es propiedad del gobierno. Se especializa en la fabricación de miras de rifle de francotirador, dice el abogado.

La oficina del fiscal negó que Herman trabajara para la contrainteligencia ucraniana.

Ucrania ha sido criticada por organizaciones internacionales, dirigentes políticos extranjeros y periodistas por simular un asesinato. La Embajada ucraniana en Londres se sintió obligada a emitir una declaración justificando lo que llamó una “operación especial”, indicando que “la guerra híbrida librada por la Federación Rusa contra Ucrania requiere enfoques poco ortodoxos”.

El gobierno de Kiev tampoco ha explicado los motivos del montaje.

Por su parte, Babchenko dijo que había aceptado participar en la farsa porque creía que su vida corría peligro. Dio algunos detalles sobre la puesta en escena del falso crimen: los guardias de seguridad tomaron una de sus sudaderas y dispararon a través de ella, luego la cubrieron con sangre de cerdo después de ponérsela de nuevo.

Llevado al hospital después de que su esposa, que estaba involucrada, llamara a una ambulancia, primero fue llevado a una unidad de cuidados intensivos y declarado muerto, y luego llevado a la morgue. Fue entonces cuando dejó de hacerse el muerto y empezó a ver los homenajes que le rendían por televisión.

(*) https://mobile.nytimes.com/2018/06/01/world/europe/ukraine-arkady-babchenko.html

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