La UE y la OTAN en el camino de retomar el servicio militar obligatorio, para llevarnos a la guerra a morir por los intereses del capital

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Fernando (Unidad y Lucha).— En el entorno de los gobiernos de los países de la OTAN y la UE ronda -cada vez con más peso- la idea de reintroducir la ‘mili’ obligatoria. En la reciente campaña electoral británica, el ya ex-primer ministro Rishi Sunak propuso restablecer el servicio militar “ante las fuerzas que intentan dividir a nuestra sociedad, en un mundo cada vez más incierto”.

 

Lamentablemente, no es el único. En Alemania, el ministro de defensa Boris Pistorius presentó una propuesta que, de ser ratificada, obligaría a todos los hombres jóvenes que cumplan 18 años a rellenar un cuestionario sobre su situación personal, familiar y de salud, su percepción sobre el uso de armas, su motivación para entrar en el ejército, etc. Para las mujeres el cuestionario sería voluntario. Así, en una primera instancia buscan reclutar un 50% más de soldados (15 mil anuales, frente a los 10 mil de ahora) e ir subiendo la cifra año a año. Sin duda, también están abonando el terreno para recuperar el servicio militar obligatorio; el propio ministro calificó de error haberlo suspendido en 2011. Además, Pistorius remató diciendo que “sin un componente obligatorio, no se alcanzarán los objetivos” [de reclutamiento]. De hecho, llevaban ya un año con distintas declaraciones sacando a la palestra el tema. Todo envuelto en un discurso nítidamente bélico: “equipar al ejército, prepararlo para disuadir y para defender el país” en un posible escenario de guerra directa y abierta. Por supuesto, apuntando hacia Rusia y amenazando implícitamente con un salto cualitativo en la agresión de la OTAN contra Rusia.

Letonia ya retomó la ‘mili’ obligatoria en 2023; mientras que Estonia y Suecia, donde ya la tenían, la han ampliado. Tres vecinos de Rusia en el mar Báltico, tres miembros de la UE y de la OTAN. ¿Casualidad? ¡Obviamente no!

Todas estas decisiones vienen encuadraras en un contexto de crisis general del sistema capitalista en su fase imperialista. El capital no logra remontar su tasa de ganancia por otras vías, así que ve con buenos ojos la guerra como su mejor intento por reproducirse: ¿Qué importan la vida de decenas, cientos de millones de seres humanos o la destrucción del medio ambiente? ¡Nada de nada! Con la guerra, el imperialismo busca destruir a quienes son su competencia en la producción, a quienes poseen las materias primas y los recursos energéticos y no los malvenden, a quienes osan no someterse servilmente a sus dictados acerca del control de las rutas comerciales y la geoestrategia. Entre ellos, Rusia, China, Palestina, Irán, etc.

Eso es lo que genera la situación que vivimos: una militarización acelerada de nuestras sociedades en la UE y en los países OTAN, un contexto político cada vez más reaccionario y más ultraderechista. No en vano, el fascismo es la fuerza latente que la burguesía alimenta, sostiene y fortalece; para cuando le sea necesario como arma arrojadiza contra la clase obrera y los sectores populares que no estén dispuestos a tragar más.

Ya dijo Biden que Ucrania luchará contra Rusia “hasta el último ucraniano”. Y el régimen ukronazi de Zelenski obedece a pies juntillas al principal portavoz del imperialismo. Son trágicas las escenas que circulan por Internet, donde se ve cómo reclutadores ucranianos arrastran a la fuerza a centenares de jóvenes que se esconden o que tratan de huir del país, porque no quieren ser llevados al frente de una guerra que es totalmente ajena a sus intereses. Pronto, esas mismas escenas podrían repetirse aquí mismo, en los países OTAN-EU. Que la consigna mute a “hasta el último europeo/a”.

No obstante, en todo caso es una expresión simplificada. Como comunistas siempre tenemos presente la lucha de clases y sabemos que, obviamente, no va a ser la burguesía quien vaya en primera persona a la guerra. El capital está tratando de empujarnos al proletariado hacia el frente de guerra; a luchar por los intereses de la burguesía, a morir como carne de cañón por sostener su ganancia privada. Pero como comunistas, ¡nos negamos en rotundo a ir a la guerra imperialista!

Bajo ningún concepto vamos a permitir que los hijos e hijas de la clase obrera y de los sectores populares arriesguen sus vidas en favor del imperialismo, en guerras que nos son objetivamente ajenas. No importa lo progresista que nos las quieran disfrazar. De igual modo, condenamos la existencia en nuestros territorios de bases militares OTAN-EEUU, desde las que el sionismo-imperialismo genocida agrede y asesina pueblos enteros. Tampoco vamos a aceptar la economía de guerra, según la cual los gastos militares y armamentísticos los pagamos de nuestros bolsillos, a costa de una inflación desbocada y de que los diferentes gobiernos profundicen en el desmantelamiento de los servicios públicos (sanidad, educación, pensiones), de las conquistas sociales y de los derechos laborales.

Como comunistas, debemos ser conscientes de que urge organizar e impulsar un movimiento amplio, de fuerte arraigo obrero y popular, que a todos los niveles (desde el barrio y el centro de trabajo, hasta las grandes movilizaciones) abogue por la paz, defienda la legítima resistencia de los pueblos contra el sionismo-imperialismo y exija el fin inmediato de cualquier participación -directa o indirecta- en la guerra del imperialismo, así como la salida de sus estructuras (OTAN, UE, etc.). ¡Urge tanto que nos va la vida en ello!

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