Avión f5 lanza fósforo blanco. Foto: Diario 26

Raúl Antonio Capote

El pasado 8 de septiembre, dos aviones F-15 de la aviación estadounidense realizaron ataques contra el asentamiento de Hajin, en la provincia siria de Deir ez Zor. En la agresión utilizaron bombas de fósforo blanco –prohibido por las convenciones internacionales–, según ha informado el jefe del Centro ruso para la reconciliación de las partes beligerantes en Siria, Vladímir Sávchenko.

En junio del 2017 decenas de civiles sirios murieron en la ciudad de Al-Raqa a causa de los bombardeos con fósforo blanco realizados por la coalición liderada por Estados Unidos. Habitantes de la ciudad publicaron imágenes en las que se ve el cielo de esa localidad iluminado por una lluvia de artefactos centelleantes.

El uso de napalm y de agentes similares contra civiles y contra fuerzas militares en la cercanía de civiles, fue prohibido por las Naciones Unidas en 1980. Una característica de este tipo de armas es que hieren y matan indiscriminadamente, y tienen un área de efecto amplia.

LO QUE NO DEBEMOS OLVIDAR

El uso de violencia indiscriminada contra civiles y niños por las fuerzas militares de EE.UU. y sus aliados no es una práctica novedosa, por desgracia abundan los ejemplos.

A las 21:51 horas del 13 de febrero de 1945 sonó la alarma antiaérea en Dresde, Alemania; solo en la primera oleada se lanzaron 525 toneladas de bombas explosivas y 350 toneladas de bombas incendiarias.

Unas horas después del primer bombardeo, a la 1:05 de la mañana, las alarmas antiaéreas sonaron de nuevo. 529 Lancaster británicos lanzaron 650 000 bombas incendiarias sobre la ciudad. Se sabe que la gran cantidad de incendios provocó una terrible tormenta de fuego.

Hiroshima y Nagasaki, ciudades japonesas sin valor militar alguno, fueron quemadas literalmente por armas nucleares, en un acto criminal innecesario, que nada puede justificar.

En las noches del 9 y el 10 de marzo de 1945, se llevó a cabo la denominada «Operación Meetinghouse», 334 bombarderos B-29 sobrevolaron Tokio dejando caer 1 665 toneladas de bombas. Esa noche murieron más personas que en los bombardeos nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

El bombardeo de Tokio está considerado el más letal de la historia. En algunos puntos de la ciudad la temperatura alcanzó los 1 800 grados.

El 24 de marzo de 1965 aviones «skyriders», protegidos por caza-bombarderos a reacción de la Fuerza Aérea norteamericana, lanzaron un ataque con bombas de fósforo blanco contra poblaciones indefensas de Vietnam del Norte, que quedaron convertidas en un verdadero infierno.

El 8 de junio de 1972, el ejército de EE.UU. bombardeó la población vietnamita de Trang Bang con napalm,
muchas personas tuvieron que huir aterrorizadas y una imagen dantesca de ese día se convirtió en todo un ícono de la guerra: la pequeña niña Kim Phuc, «la niña del napalm», quitándose los restos de su ropa en llamas.

En la jerga militar al fósforo blanco se le nombra como «wp», acrónimo en inglés de White Phosphorus. Durante la Guerra de Vietnam el fósforo blanco fue bautizado por los militares estadounidenses con los alias «Willy Pete» o «Willy Peter».

«Willy» provoca incendios que solo pueden ser apagados derramando aceite sobre las llamas y causa terribles quemaduras, las municiones que contienen fósforo arden en contacto con el oxígeno, agua y material orgánico, e incineran el tejido humano hasta dejar el hueso limpio sin destruir la ropa.

El fósforo blanco está considerado como un arma química por muchas personas y organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos.

Fue utilizado indiscriminadamente contra la ciudad iraquí de Faluya, una ciudad de 350 000 habitantes en el centro de Irak. Durante la «toma» de la ciudad en el 2004, después de dos meses de bombardeos indiscriminados que dejaron miles de muertos, heridos y mutilados, las fuerzas estadounidenses usaron un arma conocida como Mark-77.

Las bombas Mark-77 evolucionaron a partir de las bombas de napalm usadas en Vietnam y Corea, contienen combustible para avión jet, queroseno y poliestireno; al igual que el napalm, este agente forma una gelatina que se pega a las estructuras y a los cuerpos de las víctimas. El compuesto está contenido en el interior de bombas de aluminio muy ligeras, que carecen de aletas estabilizadoras, por lo que son armas muy imprecisas al ser lanzadas contra blancos específicos.

El supernapalm, enriquecido con sodio, magnesio o fósforo, capaz de producir temperaturas entre 1 500 y 2 000 grados, fue una de las variedades incendiarias del napalm utilizadas en Vietnam.

La primera División de la Marina bombardeó a Faluya con miles de proyectiles, bombas y misiles. Una cadena televisiva italiana transmitió un documental titulado Faluya, la masacre oculta, que documenta la forma en que el gobierno estadounidense provocó un infierno de fuego químico sobre la ciudad y derritió hasta la muerte a mujeres y niños. Además, las fuerzas estadounidenses utilizaron municiones de uranio empobrecido.

El genocidio de Faluya fue la segunda noticia más censurada por la gran prensa de EE. UU., y aunque la ciudad entera fue declarada una «zona libre de fuego» por los líderes militares, según los iraquíes de adentro de la ciudad, por lo menos el 60 % de esta fue totalmente destruida; así también negaron el acceso a la ciudad para que los residentes obtuvieran ayuda médica mientras los civiles iraquíes se convertían en blanco de tiradores emboscados de EE.UU.

El fósforo blanco se utilizó en la masacre israelí en Gaza a finales del 2008, como parte de la operación conocida como Plomo Fundido.

De acuerdo con Sputnik News, en el 2009 el Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó el envió de armas con fósforo blanco desde su planta de Arkansas a Israel para su empleo en la invasión de Gaza.

La agresión norteamericana a Panamá dejó como resultado oficial 500 fallecidos, pero organizaciones de derechos humanos señalan que fueron casi 3 000 víctimas civiles y hubo incontables denuncias de sobrevivientes a la invasión, que señalan el uso de napalm y fósforo blanco por parte de los invasores.

Durante la invasión mercenaria a Playa Girón, en abril de 1961, la aviación mercenaria utilizó napalm contra los milicianos que defendían nuestra tierra.

EL «PELIGRO QUÍMICO» PARECE RENACER

El Gobierno sirio ha denunciado en rei-teradas ocasiones el uso de municiones con fósforo blanco en los ataques de la llamada coalición anti-EIIL, dirigida por EE. UU., que desde el 2014 realiza incursiones aéreas en esa nación bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo.

Desde hace varios días se ha denunciado la fabricación de un nuevo incidente por parte de EE. UU., y Rusia ha reiterado en varias ocasiones que el gobierno de Donald Trump planea aprovechar una potencial escenificación de un ataque químico en el noroeste sirio, para justificar un posterior bombardeo sobre el país árabe.

Según Russia Today, el 8 de septiembre el Ministerio de Defensa ruso señaló que los terroristas se reunieron en la provincia siria de Idlib y tienen preparado el plan de acciones para escenificar ataques químicos.

Un destructor estadounidense con 28 misiles Tomahawk arribó en días pasados al mar Mediterráneo, lo que es apreciado por expertos como un signo de preparación para un potencial bombardeo a Siria.

Cabría entonces preguntarse: ¿quiénes usan en realidad las armas prohibidas? Es paradójico e inquietante que EE. UU., el país mayor productor de armas químicas, el que más ha utilizado estas armas en la historia de la humanidad, use el pretexto fabricado de su utilización por otros, para aniquilar a sus adversarios con muchos y peores instrumentos de muerte.

Algo así nos recuerda un antiguo poema escrito por el pastor luterano alemán Martin Niemöller que me permito parafrasear: primero vinieron por los sirios, y yo no dije nada, porque yo no era sirio, luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.

La humanidad debe poner fin al doble rasero en las relaciones internacionales; los pretendidos sheriffs del mundo actúan con impunidad, es hora de actuar de conjunto para evitar el crimen y proteger el futuro de la especie humana sobre la tierra.

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