
Raúl Antonio Capote.— Nada dice tanto del apoyo popular a un presidente como millones de personas protestando en su cumpleaños. Estados Unidos fue escenario, el pasado sábado, de una de las mayores jornadas de protesta de su historia reciente.
La fecha coincidió con el cumpleaños 79 de Donald Trump, y el desfile militar por el aniversario 250 de las Fuerzas Armadas, en Washington D.C., lo que añadió simbolismo a la jornada.
La convocatoria, bajo el lema No Kings, surgió como respuesta a la expansión de las redadas y deportaciones masivas ordenadas por el presidente, quien instruyó a las agencias federales ejecutar «el programa de deportaciones más grande de la historia».
Estas acciones de la Casa Blanca han provocado una ola de indignación en amplios sectores de la sociedad, preocupados por la supresión de procesos legales, y la discriminación racial en la aplicación de las leyes migratorias.
Las protestas se desarrollaron en un clima de alta tensión política, marcada por recientes episodios de violencia, entre ellos, el asesinato de la legisladora estatal de Minnesota, Melissa Hortman, y el ataque armado contra el senador John Hoffman y su esposa.
En ciudades como Las Vegas, la policía reportó la detención de 15 personas, incluidos cuatro menores, por delitos relacionados con armas y agresiones durante la marcha.
Mientras, en Nueva York, unas
50 000 personas ocuparon la Quinta Avenida, coreando consignas como «¡No ice, no Ku Klux Klan, no fascistas!», y ondeando banderas estadounidenses y palestinas.
Filadelfia, considerada la cuna de la «democracia» estadounidense, reunió a unas 80 000 personas, en tanto Los Ángeles fue escenario de una de las manifestaciones más multitudinarias del día, en la cual la policía utilizó gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar a los participantes.
Así las cosas, en Portland, Oregón, también se emplearon gases para controlar a la multitud frente a un edificio del ice, y en Salt Lake City, Utah, una persona perdió la vida en un tiroteo durante las manifestaciones.
La jornada, caracterizada por la magnitud de la movilización y la diversidad de sus participantes, evidencia el rechazo a las políticas antinmigrantes, y el temor a un giro autoritario en la gestión del país.
Sin embargo, la presión social ha obligado al gobierno a reconsiderar el alcance de las redadas en sectores económicos claves –como la agricultura y las empacadoras de carne–, que dependen en gran medida de la mano de obra migrante.
No sabía que esa fecha coincidía con el nacimiento del «gran presidente», Donald Turd