Todo el mundo sabe que en Quebec (una nación en el Estado canadiense) se han celebrado dos referéndums de autodeterminación. El primero se llevó a cabo en 1980 con un 40,5% de los votos a favor de la independencia, el segundo en 1995 con el 49,4%.
Fueron dos referéndums legales, pactados con el Estado. Sin embargo, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que anda por Canadá estos días, ha expresado en rueda de prensa conjunta con el primer ministro canadiense, Justí Trudeau, que Quebec es un ejemplo para Catalunya, que “desde la política se pueden encontrar soluciones políticas para resolver los conflictos”.
“Desde el respeto a la legalidad se puede encontrar una solución para garantizar la convivencia”, ha añadido.
“Cuando hablamos de Cataluña falta empatía. Ha habido durante demasiados años un lenguaje grueso, de confrontación y división. Hay que reivindicar la legalidad, el diálogo: se ha echado en falta la empatía”, ha asegurado el líder del Ejecutivo.
Sánchez ha insistido en que la vía del diálogo es la acertada poniendo de manifiesto que la Generalitat ha vuelto a dialogar con el Gobierno central después de que la última reunión se realizase hace 7 años.
“Esta misma semana hemos visto cómo la Generalitat se va a incorporar a las comisiones multilaterales. Se está produciendo algo importante”, ha asegurado el presidente, para después añadir: “Creemos que la normalización institucional es una condición básica”.
Sánchez apela al diálogo pero dentro de sus reglas de juego, que sólo sirven para satisfacer las ansias dominadoras del Estado, nunca para las emancipadoras pretensiones de gran parte de la población catalana.
El presidente español parece que es tonto, aunque creemos que lo más acertado es decir que se lo hace. ¡Cuánto cinismo! Pone a Quebec como ejemplo para Catalunya, pero obvia que allá se han celebrado ya dos referéndums de autodeterminación, cuando en el Reino de España se niega de manera contundente tan elemental derecho.