Marx era un genio. Discípulo de Hegel, enmendó la plana a su maestro con una frase mítica: Hegel dijo que la historia se repite a sí misma, pero Marx apostilló que “la primera vez como tragedia y la segunda como farsa”. Eso está pasando ahora con Venezuela.

Y para retomar a Marx hay que remontarse a México, a 1913 cuando un presidente utópico, buena persona, Francisco Madero, fue asesinado por EEUU. El pueblo mexicano eligió a Madero, que quiso reducir la presencia extranjera en México y elevar las condiciones de vida del pueblo. Pero se topó con los miserables habituales dentro de México y con Wall Street. Entre los miserables habituales estaba el comandante en jefe del ejército, Victoriano Huerta, que dio el golpe a Madero con el apoyo de EEUU. Entonces lo que movía a EEUU eran las minas, la riqueza minera de México.

A Huerta y a EEUU les surgió un formidable enemigo: el campesino Pancho Villa. Prácticamente iletrado, pero con una sagacidad impresionante, fue enfrentándose a las tropas de Huerta, primero, y luego a casi todas las demás incluidas las constitucionalistas en las que se encuadraba porque él quería ir más allá. Su ejército estaba compuesto por campesinos, indios, olvidados por siempre y por todos. Hay muchas semblanzas sobre Villa, pero os recomiendo un libro de más de 100 años: “México insurgente“, de John Reed, el estadounidense que relató la revolución bolchevique con su “Diez días que estremecieron al mundo“.

El paralelismo con lo que ocurrió en Chile en 1973, donde el jefe del ejército (Pinochet) dio el golpe contra Allende, también lo vemos ahora en Venezuela. Chávez quiso hacer algo parecido, mejorar la vida del pueblo y prescindir de la influencia extranjera, y murió (o le mataron), y nombró a Maduro como su sucesor. Maduro no es Madero (ni Allende), y Venezuela no es México (ni Chile) porque aquí el ejército se mantiene fiel a la legalidad que es la que representa Maduro. También en Venezuela hay miserables, también en Venezuela está EEUU detrás del golpe anhelando las riquezas petrolíferas y gasísticas. También en México hay ahora otro presidente que está resistiendo las presiones de EEUU si no a nivel interno, y eso es otra historia, sí a nivel externo porque está defendiendo la legalidad que representa Maduro.

El golpe ya cumple su primer mes sin que el gobierno venezolano haya reaccionado. Está esperando, tal vez a la amenaza de mañana, y jugando de forma clara la carta de resistir confiando en que el paso del tiempo le refuerce. Esto, que es así objetivamente, tiene que ir acompañado, sí o sí, de una acción contundente contra la reacción desde ya. En un mes la reacción ha sido incapaz de controlar nada que no sea el aspecto externo y propagandístico, confiando en sus patronos extranjeros. Es ya el momento de golpear. Y si el gobierno no se atreve, que no se atreve, tienen que actuar ya las milicias.

Por ahora las milicias obedecen al gobierno, pero tiene que surgir un Pancho Villa que sobrepase a un gobierno timorato y dubitativo, un Pancho Villa que se lance al combate contra los miserables habituales y contra EEUU y sus lacayos.

Puede que el golpe esté estancado, puede que estemos asistiendo a otra repetición histórica: ¿recordáis el Maine?, la voladura del barco que sirvió de excusa para la guerra de EEUU contra España en Cuba. El ejemplo perfecto para que en América Latina se estableciese un modelo de cómo representar una crisis que justifique el proceso hacia una invasión militar o una intervención en apoyo de alguien. Pues lo estamos viviendo ahora también en la frontera entre Colombia y Venezuela. Otra vez la tragedia y la farsa.

Estuve hace siete u ocho años en Turquía y tuve la ocasión de asistir a un concierto del Grup Yorum y hubo dos canciones en castellano, una de ellas acompañados por un cantante venezolano del que he olvidado el nombre, lamentablemente, pero os la dejo como ejemplo internacionalista. Y más ahora. No me he podido resistir. Que la disfrutéis. Por cierto, las imágenes del Che aparecían en dos pantallas gigantes que estaban a ambos lados del escenario.

El Lince

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