En una entrevista concedida al diario árabe Al-Sharq Al-Awsat y publicada este domingo, el príncipe heredero saudí, Muhamad bin Salman, ha atribuido a Irán la responsabilidad de los ataques contra los buques cisterna Front Altair y Kokuka Courageous, de empresas japonesas, pero pabellón de las Islas Marshall y de Panamá, respectivamente, el jueves pasado.
“El Gobierno iraní no respetó la presencia del primer ministro de Japón como invitado en Teherán y respondió a sus esfuerzos (diplomáticos) atacando dos buques, uno de ellos japonés”, ha dicho Bin Salman refiriéndose a la visita de Shinzo Abe a la capital persa.
Al mismo tiempo, el príncipe saudí ha vuelto a repetir su retórica belicista respecto a que el régimen de los Al Saud no vacilaría en responder a las amenazas.
“No queremos una guerra en la región (…) Pero, no dudaremos en enfrentar cualquier amenaza en contra de nuestro pueblo, nuestra soberanía, nuestra integridad territorial y nuestros intereses vitales”, ha dicho.
Eso mientras Anthony Cordesman, un experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, ubicado en Washington, citado el sábado por la revista estadounidense Newsweek, dijo que era posible que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) hubieran fabricado los incidentes con la intención de usarlos como un instrumento para aumentar la presión contra Irán.
Las acusaciones contra la República Islámica se producen mientras la Armada persa respondió de inmediato a la llamada de socorro de los petroleros siniestrados cerca del puerto iraní de Yask, en la provincia de Hormozgan (sur de Irán), y rescató a 44 marineros.
Por su parte, el canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, categorizó de “sospechosas” las explosiones en los dos buques, pues se produjeron en medio de la histórica visita a Irán del primer ministro nipón.