David Romero y Nazareth Balbás. — En la mañana de este lunes, el XII Foro Atlántico, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad en la Casa América de Madrid, abría su extenso programa de actividades con una conversación entre el expresidente del Gobierno español Felipe González y el escritor peruano Mario Vargas LLosa, desarrollada bajo el genérico epígrafe «Un diálogo sobre los retos de España, Europa y América Latina».
El objeto real de la conversación, sin embargo, fue mucho menos vago: en pocos minutos se centró casi exclusivamente en el conflicto venezolano, y más en concreto en cómo habría que actuar para derrocar pronto a Nicolás Maduro, en lugar de emplear tiempo y energía tratando de dialogar. O como el propio González lo expresó: «actuar inteligentemente para acabar ya».
De todos los moderadores posibles para este intercambio de ideas y reflexiones entre el histórico exdirigente socialista y el ganador del Premio Nobel de Literatura, el escogido fue Bertín Osborne, un popular cantante y presentador español, conocido también por sus posiciones políticas conservadoras y su sintonía declarada con los postulados del partido ultraderechista Vox. El desconcierto por este curioso detalle organizativo tuvo su eco en las redes sociales, por cierto.
Bertín Osborne moderando un diálogo entre Vargas Llosa y Felipe González en el XII Foro Atlántico. Que no es un fotomontaje, carajo, que es verdad. pic.twitter.com/DkdVscev3P
— Javier Márquez Sánchez (@javiermarquez78) June 24, 2019
Como no hay suficientes periodistas en Madrid, Felipe González y Mario Vargas Llosa han debatido esta mañana en la Casa América moderados por Bertín Osborne.
— Jesús Barcos (@elultramarinos) June 24, 2019
Felipe González partió en su exposición de una premisa clara: «América está amenazada por el cáncer que representa Nicolás Maduro», dijo. Poco después, desestimaba la utilidad de las rondas de diálogo celebradas en Noruega entre el Gobierno venezolano y la oposición. «¿Tengo esperanza con Noruega? Poca. El diálogo está mal planteado y permite a Maduro ganar tiempo», opinó el exmandatario.
«Yo no estoy en contra de que se sienten a dialogar –matizó no obstante Gonzalez–, pero la oposición debe tener claro para qué se sientan; porque si no, el diálogo solo beneficia a la supervivencia de la tiranía».
A continuación mostró, con creciente energía, su convicción de que «los derechos no se negocian, se exigen», y concluyó con un sonoro «¡hay que plantarse!», que logró arrancar un aplauso a la audiencia.
Recomendaciones a Juan Guaidó
En opinión del expresidente español, el Gobierno de Maduro es «una mezcla de dictadura y arbitrariedad«, que en cualquier caso se encuentra ya en estado de «descomposición». «Estamos al final del régimen», sentenció a ese respecto.
A pesar de su rechazo manifiesto a la «dictadura y arbitrariedad», González reiteró su respaldo al dirigente opositor Juan Guaidó, quien se autoproclamó como «presidente encargado» de Venezuela sin ir a elecciones, ni cumplir los preceptos de la Constitución para ese acto. Además, aplaudió el fallido y fugaz intento de rebelión militar del pasado 30 de abril, encabezado en Caracas por el también jefe de la Asamblea Nacional.
No obstante, el exmandatario español recomendó cautela a Guaidó, a quien aconsejó no señalar «más días D» u «horas H», ya que «si no se cumplen esos días, se genera frustración«. «Esto es un proceso largo, no algo que ocurra en un día», remarcó el exdirigente del PSOE.
A diferencia de sus declaraciones en mayo pasado, cuando González declaró a EFE que el «final de ciclo» para el chavismo era inevitable y que el país se precipitaba la salida de Maduro, el político español se mostró más conservador con sus augurios, algo comprensible en medio del evidente declive del entusiasmo por Guaidó en las filas opositoras, especialmente después del escándalo de corrupción con el ingreso de las «ayuda humanitaria» desde Colombia, que involucra a sus más cercanos colaboradores.
Ni Maduro en el Gobierno ni «perder el tiempo dialogando»
González se mostró partidario de articular «un Gobierno de transición de nueve o diez meses que en ningún caso puede contar con la presencia de Nicolás Maduro», e insistió en que «no se puede perder el tiempo negociando a cachitos si Leopoldo [López] puede salir de la embajada española o si se liberan presos». El expresidente español justificó esta urgencia asegurando que en Venezuela «mueren niños en los hospitales«, y señalando el «éxodo masivo» que causado por la crisis política del país.
Pero en ese discurso de ‘preocupación’, faltaron palabras contra las medidas coercitivas y unilaterales impuestas por EE.UU. contra Caracas, que han deteriorado notablemente la calidad de vida de los venezolanos al impedir la compra de alimentos y medicinas. De hecho, el exmandatario español —al igual que la oposición del país caribeño— respaldó el bloqueo de los fondos soberanos y abogó por endurecer las sanciones porque «son eficaces».
Por su parte, Vargas Llosa, que no dispuso de demasiado tiempo para hablar (tal vez por la inexperiencia de Bertín Osborne en la difícil tarea de moderar) repuso que «hay esperanzas de que Venezuela vuelva a disfrutar de una democracia y comience la dificilísima reconstrucción».
El escritor elogió la figura de Juan Guaidó y dirigió como colofón del acto unas palabras amables a Felipe González, fácilmente identificables como un dardo envenenado contra el actual presidente de España, el también socialista Pedro Sánchez: «Si todos los dirigentes socialistas tuvieran la lucidez que tiene Felipe González y hubieran actuado como él, de una manera tan clara, tan inequívoca, solidarizándose tan sistemáticamente con los opositores venezolanos que luchan por devolver la libertad y la democracia a Venezuela, yo creo que otra sería la situación hoy en día», dijo.