Lo venimos diciendo aquí desde hace cuatro años: el Deutsche Bank, la “joya de la corona” del capital financiero europeo está en quiebra. El domingo el director general del gigante bancario arrojó la toalla en público: “El Deutsche Bank, tal y como Ustedes lo conocieron, ya no existe”.
Sus acciones ya no cotizan en bolsa, ha abandonado la mayoría de las transacciones de inversión y ha reducido su plantilla de 92.000 a 74.000 trabajadores. Forma parte de un importante plan de reestructuración destinado a aumentar el volumen de negocios del banco.
Los recortes de plantilla no han servido para nada, pero seguirán en el futuro. El Wall Street Journal afirma que entre 15.000 y 20.000 trabajadores más serán despedidos para 2022.
También han previsto reducir significativamente el departamento de inversiones y cerrar el departamento asiático. El banco deja de vender acciones y bonos, pero continuará operando en los mercados de capitales de acciones. De acuerdo con el plan de la dirección, eso permitirá al banco centrarse en activos especializados como la banca comercial y minorista y las operaciones del mercado monetario.
El banco reconoció que, como resultado de la reestructuración, las pérdidas netas en el segundo trimestre alcanzarían casi 3.000 millones de euros, para un total de 7.400 millones de euros en 2022.
Los problemas del Deutsche Bank aparecieron después de la crisis financiera mundial, cuando descubrieron un agujero de 12.000 millones de euros. El gerente del banco, Josef Ackermann, falsificó el balance para convencer a los accionistas de que los fondos eran suficientes. El gobierno alemán también contribuyó a mantener la ficción de una institución financiera fiable y segura.
Pero el agujero creció, el banco fue sancionado con 2.500 millones de dólares y S&P bajó su calificación crediticia.
Con el tiempo fueron apareciendo otros fraudes, incluso con títulos hipotecarios vendidos por el banco antes de la crisis de 2007. Al gigante le acusaron de lavado de dinero. Las sumas de las reclamaciones y los costes de los juicios han aumentado como resultado del efecto bola de nieve, y con ellas las pérdidas.
La quiebra del banco se planteó por primera vez abiertamente en 2013, cuando el banco reconoció que necesitaba capital adicional. Se había intentado resolver el problema vendiendo acciones por un valor de 4.500 millones de euros. Luego, a los especuladores les ofrecieron 8.000 millones de acciones adicionales, pero esta vez con un descuento del 30 por ciento sobre el valor de mercado, lo que causó un escándalo entre los que habían comprado las acciones anteriormente.
Dos años más tarde las pruebas de estrés revelaron que el banco seguía sin dinero. Por primera vez desde la crisis financiera mundial, a finales de 2016 el banco anunció pérdidas netas de casi 7.000 millones de euros.
En 2018 recibió un nuevo golpe por la investigación del Caso Panama Papers: el banco más grande de Alemania estaba ayudando a sus clientes a evadir el pago de impuestos mediante el envío de su dinero al extranjero. Además, el año pasado, el banco perdió 750 millones de dólares en la venta de acciones.
El año pasado el Fondo Monetario Internacional reconoció al Deutsche Bank como “la mayor fuente de riesgo entre los bancos sistémicos del mundo”, ya que el sector bancario alemán desempeña un papel clave en la economía mundial.
La quiebra del Deutsche Bank podría causar un colapso mundial, como lo hizo el Lehman Brothers estadounidense en 2008. Según los expertos financieros, la principal amenaza proviene de su enorme cartera de valores de alto valor, estimada en 46 billones de euros, 14 veces el PIB de Alemania.
La decisión de reorganizarse fue consecuencia del fracaso de las negociaciones de abril sobre la fusión con otro banco en dificultades, Commerzbank. Esta transacción fue vista como una de las opciones para salvar al gigante alemán. Pero al final, los reguladores alemanes lo consideraron inapropiado: la fusión predijo riesgos y gastos adicionales para el segundo banco más grande de la economía del país.
“La fusión de dos bancos zombies no habría creado un ‘campeón nacional’, sino un zombi mucho más grande”, dijo la agencia de noticias Bloomberg.
El plan de reestructuración no sólo es demasiado radical, sino también demasiado optimista. No funcionará y los problemas del banco empeorarían seriamente en el contexto de la crisis capitalista internacional.