Autoproclamado y deslegitimado.

Publicado:

Noticias populares

A pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación por minimizar el escándalo de las fotografías de Guaidó con miembros de Los Rastrojos, cada vez es más evidente para la ciudadanía que el Gobierno colombiano hace alianzas con grupos criminales. El golpismo venezolano pierde impulso

Roberto Amorebieta
@amorebieta7

Han pasado dos semanas desde que se desató el escándalo por la revelación de las fotografías del autoproclamado presidente de Venezuela con miembros de Los Rastrojos y las reacciones siguen agitando el panorama político en la región. Como era de esperarse, los grandes medios de comunicación y las agencias internacionales de noticias han hecho todo lo posible para minimizar el impacto y distraer la atención del público sobre el grave suceso con noticias prefabricadas. Mientras tanto, las redes sociales han seguido ofreciendo nueva información que desmiente las versiones oficiales y develan poco a poco la verdad tras lo sucedido.

Las nuevas revelaciones

A pocos días de reveladas las fotografías, la opinión pública conoció nuevas imágenes en las que aparecía Juan Guaidó –en la misma ocasión de las fotos anteriores– con otros dos miembros de Los Rastrojos, Argenis Vaca, alias “Vaquita” y Jonathan Orlando García Zambrano, alias “Patrón Pobre”. Este último no solo posaba amistosamente con Guaidó sino que conducía el vehículo en el que se desplazaba el autoproclamado e incluso se ve en un video donde Guaidó es recibido, al parecer ya en Colombia, por un entusiasta grupo de seguidores.

Si bien “Patrón Pobre” no tardó en ser entrevistado por el canal NTN24 para desmentir sus vínculos con Los Rastrojos, es cierto que pesan sobre él serios señalamientos de organizaciones sociales de Norte de Santander y del Gobierno de Venezuela de que lidera el tráfico ilegal de combustible a través de la frontera.

Juan Guaidó con Jonathan Orlando García Zambrano, alias “Patrón Pobre”, el pasado 23 de
febrero.

Iván Posso Pedroso, alias “Nandito” –el tercero en aparecer con Guaidó–, quien estaba huyendo desde que cuatro de sus familiares fueron asesinados, se entregó el fin de semana a las autoridades venezolanas y confesó detalles sobre su participación en el escandaloso episodio.

En un fragmento del video que recoge la confesión, declaró que efectivamente el traslado de la comitiva de Guaidó fue coordinado entre el Gobierno colombiano, miembros de la oposición venezolana y Los Rastrojos. Sostuvo “Nandito” que las fotografías fueron tomadas por él mismo como prueba del apoyo del grupo criminal al operativo y que servirían como “garantía” de que el nuevo gobierno de Venezuela (una vez derrocado Nicolás Maduro) le respetaría el control que tiene sobre la zona. Vale decir que “Nandito” no era un miembro cualquiera dentro de la estructura criminal de “Los Rastrojos” pues era el responsable de la casa de pique que esta organización tenía cerca de la frontera con Venezuela.

Silencio informativo

Mientras medios internacionales como Actualidad RT, Telesur o Hispan TV han publicado copiosas informaciones y análisis sobre el hecho, la mayoría de los medios han eludido el tema y han comenzado a saturar el panorama informativo con noticias de las denuncias de la oposición venezolana sobre la supuesta colaboración del gobierno de ese país con grupos armados o el pomposo envío de una delegación del autoproclamado a la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Inmediatamente se supo que –contra todos los protocolos que rigen la Asamblea General– la oposición venezolana enviaría una delegación, el secretario general de ese organismo internacional, el portugués António Guterres, dijo que la ONU invitaba a retomar el diálogo entre el Gobierno y la oposición pero que de ninguna manera se reuniría personalmente con Guaidó. Es una forma diplomática de decir que la oposición venezolana podrá tener el apoyo de muchos gobiernos pero que quien es reconocido en el seno de la organización como representante legítimo de Venezuela es el gobierno de Nicolás Maduro.

En un sentido más estructural, el desplante de Guterres significa un duro golpe a la pretendida legitimidad del “gobierno interino” de Venezuela.

Por supuesto, ningún diplomático serio –y Guterres lo es– se reuniría con un personaje que acaba de aparecer sonriente y en situación de evidente camaradería con peligrosos y reconocidos criminales. Por eso la gran prensa se ha empeñado los últimos días en distraer la atención. Han destacado la reunión de delegados de la oposición con personajes como Michelle Bachelet –quien no hizo ningún esfuerzo por disimular la emoción que le produjo el encuentro–, la reunión del denominado Grupo de Lima o la cumbre de cancilleres de los países que forman parte del TIAR y que quieren poner en marcha este instrumento injerencista contra Venezuela.

La pregunta incomoda

Y a estas alturas, el episodio de las imágenes de Guaidó y lo que ellas revelan han desaparecido de la agenda informativa. Bastó con que los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos dieran una explicación casi infantil del hecho para lograr que el periodismo hiciera caso omiso de su deber de perseguir la verdad. Desde los grandes medios no se ha hecho ni una sola pregunta incómoda ni se ha hecho un cuestionamiento sobre el papel del Gobierno colombiano en todo esto. Silencio casi total. Solo algunos periodistas valientes como Julián Martínez se han atrevido a juntar las piezas del rompecabezas y a hacer las preguntas pertinentes –o impertinentes, según se mire– para rellenar los vacíos que faltan en la historia y lograr que los responsables pongan la cara.

¿Y la responsabilidad del Gobierno colombiano? Porque más allá de lo escandaloso de las fotografías, de la evidente complicidad entre miembros de la oposición venezolana y Los Rastrojos o de lo abusivo que significa intentar cambiar un gobierno por la fuerza, lo cierto es que todo esto no pudo suceder sin el conocimiento y la participación del gobierno de Colombia.

Lo que se ha puesto en evidencia es algo que ya se sabía pero que no deja de ser gravísimo: la relación entre autoridades del gobierno de Colombia y grupos criminales. Todavía suenan los ecos de la grabación donde el general Diego Villegas, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano que opera en el Catatumbo, llama a utilizar todos los medios para combatir al ELN: “El Ejército de hablar inglés, de los protocolos, de los derechos humanos se acabó. Acá lo que toca es dar bajas. Y si nos toca aliarnos con ‘Los Pelusos’, nos vamos a aliar, ya hablamos con ellos, para darle al ELN. Si toca sicariar, sicariamos, y si el problema es de plata, pues plata hay para eso”. Todo ello demuestra que no se está ante casos aislados sino ante lo que parece ser una política de Estado.

Mientras tanto, el gobierno de Duque sigue sin querer ver la viga en el propio ojo, insiste en su manido discurso del apoyo del gobierno bolivariano a las guerrillas colombianas y en llamar a más y más sanciones contra Venezuela. Basta con imaginar cómo sería la situación si el protagonista de las fotos hubiese sido, por ejemplo, un miembro del gobierno de Nicolás Maduro. Exacto. La tormenta mediática sería ensordecedora. Pero no. La única forma de impedir que se vea la enorme contradicción entre pedir que un gobierno combata a los grupos irregulares en la frontera mientras se fraterniza con ellos es saturando el panorama mediático con tonterías. Pero la gente ya se está dando cuenta. La gente ya no cree en tonterías.

Fuente: VOZ

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

Rusia y Ucrania acuerdan reagrupación familiar de 48 niños desplazados por el conflicto

Rusia y Ucrania negociaron con la mediación de Catar la vuelta a sus hogares de casi medio centenar de niños desplazados a causa del conflicto entre los dos países, declaró la comisionada para los Derechos del Niño, María Lvova-Belova.

Le puede interesar: