Aunque la convocatoria a las manifestaciones para salvar el planeta y denunciar la barbarie se han teñido, en general, de cierto tinte policlasista (si el planeta desaparece arrastra a ricos y pobres, dicen algunos para no ahondar más allá), con eslóganes genéricos de preocupación global, sí hubo en todas las ciudades personas que apuntaron con precisión al culpable del destrozo y la barbarie. El capitalismo no solo es un sistema socio-económico que se basa en la injusticia, en el despojo de unos para que vivan otros, sino que su modus operandi necesita destrozar el hábitat en aras de lo que ellos llaman crecimiento y competitividad, dos elementos que aparecen en el propio adn del entramado.
Decenas de miles de jóvenes han encontrado en esta lucha una primera razón para movilizarse, para encontrarse en las calles. La lucha sigue.