El mecanismo para mantener activa la guerra [aunque en una fase controlada, de baja intensidad, como la guerra de trincheras activa desde 2015-Ed] sigue siendo una de las bases de actuación de las autoridades ucranianas. La rueda de prensa celebrada por Zelensky, en la que, entre otras cosas, se ha tratado el tema de acabar la guerra en Donbass y la implementación de los acuerdos de Minsk, ha sido la culminación a la serie de declaraciones de diferentes ministros ucranianos que se han escuchado estos días sobre la necesidad de revisar los acuerdos.
De hecho, Zelensky se ha mostrado abiertamente opuesto a otorgar estatus especial a Donbass, insistiendo en que “no habrá autonomía”. Además, Zelensky también afirmó que no estaba satisfecho, ni en general ni en concreto con algunos puntos, con los acuerdos de Minsk, que recordó a que había “heredado” de Poroshenko.
Zelensky especuló también sobre lo que hace falta para garantizar el final de la guerra y qué pasará si la guerra no cesa. Al final, todo se reduce al hecho de que Ucrania no está satisfecha con los compromisos adquiridos, pero de no cumplirlos, serían expulsados de los acuerdos de Minsk al llegar 2020. En ese caso, se puede culpar a Poroshenko, que es quien firmó los “injustos acuerdos de Minsk” y a Rusia porque “es el agresor y no quiere negociar”.
Por supuesto, esa postura de Ucrania dificulta la celebración de la cumbre del formato Normandía y otra vez bloquea las conversaciones sobre la implementación de los acuerdos de Minsk, ya que la idea de “modificar los puntos” de los acuerdos de Minsk y la interpretación arbitraria de la “ley de estatus especial” para Donbass evidentemente molestan en Moscú. Así que, cuando Zelensky trate de reiniciar la comunicación a través de Francia y Alemania, Rusia recordará que Ucrania ya ha firmado un compromiso por escrito en el marco de los acuerdos de Minsk y la “fórmula Steinmeier”, compromiso que ha de cumplirse y que no está sujeto a nuevas interpretaciones. Por el camino, se volverá a repetir la idea de que Zelensky tiene que hablar con Pushilin y Pasechnik para negociar las reformas de la legislación ucraniana. Pero eso no va a pasar.
De esta forma, la “lucha de Zelensky por la paz” se convertirá en la futura justificación ante la población del fracaso de sus promesas de campaña y la búsqueda de “culpables” que han impedido a Zelensky parar la guerra. Se culpará a Poroshenko y Putin.
La actual tendencia de las autoridades ucranianas a proponer revisar los acuerdos de Minsk o hacer nuevos ajustes e interpretaciones a la cuestión de resolución del conflicto en Donbass sirven un motivo muy simple: intentar obtener concesiones bajo el pretexto del cese de la guerra. Si no funciona, y no debería funcionar, veremos escenas familiares de otros tiempo, técnicas de Poroshenko, cuando el mecanismo de mantener la guerra se convierte en una de las bases de actuación del Gobierno ucraniano.
En la rueda de prensa, Zelensky se mostró como el típico político demagogo que busca complacer a diferentes sectores de la población pero que carece de una política concreta y un camino claro que le permitiría implementarla. La herencia de Poroshenko y de Euromaidan hace a Zelensky flirtear con los radicales, que, si es necesario, pueden ser culpados otra vez del fracaso de la “retirada de tropas, la continuación de los ataques de los separatistas” o la necesidad de mejorar la web Mirotvorets.
Nada de eso gusta en Moscú a los defensores del camino Transnistria, pero, como ya quedó claro en 2014, es fácil actuar contra esta jugada simplemente no permitiendo que el conflicto se congele y se pase a una fase puramente política de la resolución del conflicto. Todo esto derivará en la rápida desaparición de las ilusiones que había creado Zelensky.
Hay grandes probabilidades de que Ucrania camine por el camino georgiano que ahora plantea el entorno de Zelensky, es decir, el bloqueo de Donbass (para evitar un escenario similar al de Transnistria) y la larga guerra fría contra Rusia acompañada de la política anti-rusa como punto de consenso entre la élite política local y la presencia a largo plazo de Estados Unidos o la OTAN en el territorio.
Este escenario al que nos encaminamos en 2020 podría abrir nuevas oportunidades a la RPD y la RPL para la integración con Rusia y tiempo para la intensificación de la distribución de pasaportes rusos y mayor integración de recursos e infraestructuras de las Repúblicas Populares en el sistema económico ruso. Rusia puede presionar a Ucrania, pero la situación de Transnistria aterra más en Kiev que cualquier “estatus especial”, por lo que una situación de guerra fría y bloqueo es más probable.
Lo que sí se puede conseguir es un nuevo intercambio de prisioneros, la reducción de intensidad de los bombardeos, reanudación de algunas relaciones económicas entre Ucrania y la RPD/RPL, pero, con la actual postura del Gobierno ucraniano, hablar de una tregua de verdad, por no mencionar la paz completa, sería un ejercicio de ingenuo político.