Boeing y la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EE.UU. se negaron este jueves a cooperar con la investigación neerlandesa que revisa las causas del mortífero accidente aéreo del Boeing 737 NG de Turkish Airlines, que se estrelló cerca de Ámsterdam en 2009 y dejó nueve muertos y más de 80 heridos, informa The New York Times.
Parlamentarios de los Países Bajos querían interrogar a David Calhoun, director ejecutivo de la compañía estadounidense, sobre la posible presión de Boeing en la investigación inicial del accidente luego de que el periódico neoyorquino publicase su propias conclusiones tras analizar documentos relacionados.
Así, los periodistas descubrieron que las autoridades neerlandesas en materia de seguridad minimizaron o incluso retiraron del informe final ciertas críticas relacionadas con la propia aeronave tras sentirse presionadas tanto por Boeing, como por los funcionarios de EE.UU. de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte y la Administración Federal de Aviación.
La junta, por su parte, señaló en una carta a los parlamentarios neerlandeses que su participación en la investigación inicial fue «independiente, transparente y libre de parcialidad».
Revelaciones de The New York Times
Según The New York Times, a la tragedia contribuyeron las «arriesgadas elecciones de diseño y evaluaciones de seguridad deficientes» de la compañía, algo que quedó excluido del informe final de la Junta de Seguridad de los Países Bajos, que borró o modificó los resultados de su propia investigación que apuntaban a problemas del avión, o apenas fue mencionado bajo la presión de la parte estadounidense que se empeñó en silenciar determinados detalles técnicos.
El periódico también obtuvo una copia del informe de Sidney Dekker, experto en seguridad aérea contratado por los investigadores neerlandeses para analizar las circunstancias del accidente de 2009. Su trabajo, en el que se acusa directamente a Boeing de intentar desviar la atención de sus «deficiencias de diseño» y otros errores con recomendaciones para que los pilotos fuesen más vigilantes y declaraciones «apenas creíbles», nunca se llegó a hacer público.
Los periodistas señalaron que tanto en el accidente de Turkish Airlines como en los más recientes protagonizados por los Boeing 737 MAX en Indonesia y Etiopía, la falla de un solo sensor provocó el fallo de los sistemas de las aeronaves y la compañía no proveyó a los pilotos de información que podría haberles ayudado a reaccionar debidamente ante los fallos de este tipo y evitar las catástrofes.
En los dos accidentes del modelo MAX, que tuvieron un saldo de 346 muertos, un sensor del ángulo de ataque que funcionó mal activó el sistema de control de vuelo, que inclinó el avión hacia abajo al recibir datos erróneos, mientras que en el vuelo de Turkish Airlines, un sensor de altitud hizo que otra computadora rebajase la velocidad de la aeronave justo antes del aterrizaje, determinaron los periodistas.
«Boeing tiene mucho por responder»
El legislador neerlandés Jan Patternote expresó su frustración ante la negativa de Boeing de cooperar con las autoridades de los Países Bajos y señaló que de este modo la empresa, al igual que los reguladores estadounidenses, socava la confianza de la comunidad internacional.
«La compañía tiene mucho por responder», comentó a The New York Times, y agregó que «esto es solo el último ejemplo de cómo Boeing trata de ser su propio árbitro».