Esta semana también se ha conocido un informe interno de la conselleria de Sanidad sobre estadísticas de lugares en los que ha habido víctimas mortales por coronavirus. Indicaba que un 57 por ciento de los residentes en los geriátricos valencianos fallecidos por la pandemia han muerto en sus centros y no en los hospitales. Eso supone que 6 de cada 10 enfermos de Covid-19 de las residencias no fue llevado a un hospital para su tratamiento. En esta pandemia han muerto 525 residentes, dos de ellos se contabilizaron ayer, después de tres días sin ningún fallecido, y ha dejado un rastro de más de 170 geriátricos afectados. Ahora hay 80 con algún caso.
La residencia Santa Elena está intervenida por la conselleria de Sanidad desde el 16 de abril, cuando empezaron a incorporarse sanitarios de la administracion autonómica. La toma de control de esas instalaciones culminó el 19 de marzo. Buena parte de la plantilla del asilo estaba entonces o enferma de coronavirus o en cuarentena. El patronato había lanzado un grito de socorro porque con los medios que tenía no disponía de manos ni medios para atender a sus residentes enfermos. Y pese a la intervención, siguió el goteo de muertes. “Había un protocolo que tenían establecido para no enviar a los mayores de 75 años al hospital. Se quedaban en la residencia, los sedaban y morían. Esa es la verdad”, recalca Nemesio. “Había instrucciones”, reitera.
“En el hospital no iban a llevarlos a la UCI ni a ponerles ventiladores. Todos tenían más de 80 años y la instrucción era no mandar al hospital a los mayores de 75 con patologías previas o con enfermedades crónicas”, afirma dolido.
Durante los últimos 15 años la edad media de los mayores que viven en geriátricos se ha situado en 84 años y muchos de ellos presentan patologías y enfermedades crónicas, lo que dificulta un tratamiento exitoso, especialmente la intubación, a los que caen bajo las garras del Covid-19.
“De esta manera, sin llevarlos al hospital, no fallecieron ni uno ni dos ni tres residentes, sino muchos más”, asegura Francisco Nemesio.
Recuerda este directivo del patronato de Santa Elena que entre el 12 y el 16 de marzo murieron tres residentes en el Hospital General ingresados días antes, cuando el virus todavía no había llegado a desbordar a los sanitarios. El 16 y el 18 de marzo murieron dos ancianos en la residencia. Del 21 al 24 de marzo expiraron tres residentes que habían sido hospitalizados tiempo atrás, igual que el 27, cuando finó otro en el General, “y entre el 25 de marzo y el 2 de abril fallecieron nueve residentes que no fueron hospitalizados”, asegura. La conselleria de Sanidad tenía, y aún tiene, el control médico de la residencia Santa Elena. La conselleria ha llegado a medicalizar una treintena de geriátricos durante la parte más dura de la crisis, una de cada 10. Ahora aún hay 28 residencias intervenidas.
“A partir de la segunda semana de abril, cuando bajó la curva de contagio, ya volvieron a enviar a residentes de Santa Elena al hospital”, sostiene Francisco Nemesio.
El secretario del patronato y portavoz de la residencia Santa Elena ya relató cómo procedían los médicos destacados por la conselleria de Sanidad en Santa Elena. “Hemos pedido explicaciones de por qué no se llevan al hospital a los casos graves y nos han contestado que no se les aplican procedimientos extraordinarios”, lamentó Nemesio. “Nos han dicho que se aplica el protocolo y que los mayores de 75 años con coronavirus y otras patologías que se pueden complicar ya no ingresan en la UCI del Hospital General ni se les conecta a un respirador automático. Los médicos hablan con la familia, les cuentan cómo está la situación y les solicitan permiso para aplicarle un tratamiento paliativo”, describía Nemesio en los peores días de la residencia.
En esas fechas de las que habla el dirigente del patronato, el Hospital General, del que depende médicamente Santa Elena, no atravesaba por sus mejores momentos. El sindicato de enfermería Satse realizaba una denuncia pública sobre la saturación de este centro sanitario. Esta organización sindical, el 27 de marzo, aseguraba que la UCI estaba llena, tenía 250 pacientes ingresados en planta por Covid-19 y se estaba empezando a derivar a pacientes de otras patologías a diferentes hospitales. El General se quedaba sin hueco para los pacientes de las residencias.
Por su parte, José Fina Pérez, directora asistencial de las residencias Domus Vi para la Comunitat Valenciana, que regenta los centros de Alicante, Cocentaina y Alcoy, el más afectado con diferencia por la pandemia con 75 mayores fallecidos, cifra dada por los familiares de los finados, también se pronunció sobre cómo se funcionaba en los días más crudos de la pandemia. Pérez afirma que en Alcoy “siempre hemos tenido el soporte del hospital”, el Verge dels Lliris, pero también desliza que se actuó como buenamente se pudo: “Hemos sido muy conscientes de que había que derivar al hospital lo que se podía derivar porque había cierto colapso del sistema”. Y apuntó también que “lo que está claro con esta crisis es que la sanidad no estaba preparada”.
La consellera de Sanidad, Ana Barceló, negó el pasado martes que no se atendiera en los hospitales a los mayores con coronavirus procedentes de las residencias, pero tampoco negó que seis de cada 10 residentes murieran en la cama de su geriátrico. “No comparto que no se hospitalizaran los casos más graves. Siempre se hizo siguiendo el criterio clínico, fuera cual fuera la circunstancia”, dijo. Barceló afirmó que a mediados de abril, en la fase más grave de la pandemia, “estuvimos a un 71 por ciento de camas críticas, nunca se dio saturación” en los hospitales.
También dijo la consellera que “se trasladó a los departamentos de salud que el objetivo era cuidar de los mayores” y afirmó que “siempre ha primado la atención y la asistencia a las personas. Se ha seguido el criterio médico: ante la gravedad, hospitalización”.
Aunque los datos y los testimonios de quienes han sufrido esta situación, como el de Francisco Nemesio o el del presidente de Aerte, la patronal de las residencias, José María Toro, no parecen dar la razón a la consellera.
José María Toro también ha manifestado que considera que hubo internos de los geriátricos, enfermos de Covid-19, que fallecieron por no ser trasladados a un hospital. Cree que posiblemente por la saturación del sistema sanitario “los hospitales no fueron capaces de dar respuesta”, con lo que “hubo residentes que acabaron falleciendo en la residencia por no haber podido recibir esa atención”.
Y en un informe de finales del pasado mes de abril, elaborado por la profesora de Psicología Social y doctora Sacramento Pinazo, afirmaba que durante la crisis “ha habido protocolos de triaje y se ha incluido la edad para la no realización de determinados procedimientos terapéuticos”. El estudio de Pinazo, presidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, se redactó para la Universitat de València y el Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local.
Pinazo incidió en la discriminación. “El estado de cuarentena en el que nos encontramos desde el 14 marzo condiciona la elaboración de protocolos de triaje para facilitar la toma de decisiones clínicas en un marco de recursos insuficientes. Y se incluye la edad para la (no) realización de determinados procedimientos terapéuticos”, indicó en el informe.
https://www.lasprovincias.es/comunitat/quedaban-residencia-sedaban-20200524002722-ntvo.html
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